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Sentirse bien y lucir bien van de la mano

Revista Fucsia.com, 26/2/2009

Los avatares de la vida moderna exigen conductas y estilos de vida que integren no sólo factores biológicos, físicos y sociales, sino emocionales y mentales.

 
Por Leisa Sánchez
 
¿Qué necesitamos para sentirnos bien y estar en forma? Es una simple pregunta con innumerables respuestas y variadas ofertas en el mercado. Basta con desplegar una búsqueda en Internet y aparecen dietas, gimnasias, tratamientos de belleza, suplementos dietéticos, masajes, baños relajantes y terapias energizantes y, por supuesto, cirugías moldeadoras o reductoras, todo en función de lograr el bienestar de cuerpo y alma.

El cuidado personal está de moda, afirma la revista electrónica de belleza Hola.com, al reseñar una feria madrileña que reunió a más de 170 expositores exclusivos de las áreas de estética y medicina estética. “No hay duda, está en auge”, indica.

Para confirmar la sugerencia, aporta datos de un estudio que revela que 62% de los ciudadanos de los países de la Unión Europea se interesa más por la medicina y la salud que por los deportes y la economía, en tanto que algunas estimaciones de BBC Research vaticinan para el 2009 una facturación de 53 mil millones de euros en todo el mundo por la venta de fármacos y productos para enfermedades relacionadas con el envejecimiento y el aspecto físico.

La búsqueda de la belleza ideal –tan publicitada por modelos, actores y maniquíes– puede convertirse en una obsesión y resultar fatal si no se incorpora el factor salud, que es la llave maestra para sentirse bien consigo mismo y proyectarse de mejor manera hacia los demás. El meollo del asunto está en adoptar conductas y estilos saludables, combinando belleza y salud integral, y privilegiando alimentación, higiene, ejercicio y descanso.

“Lo indicado es controlar las calorías y mantener la variedad de alimentos, incluyendo los ricos en proteína y los generadores de energía, las grasas de origen vegetal, además de frutas y vegetales, que son imprescindibles”, afirma la médico y máster en Nutrición, Yedid Valcárcel.

“En realidad –agrega– podemos comer de todo, pero lo primordial es eliminar los alimentos más energéticos y menos nutritivos como los ricos en azúcares y grasas animales”.

En materia de imagen, la gordura se lleva las palmas en cuanto a impopularidad. Tal parece que ésta conduce a un laberinto sinfín del que no se sale nunca, pues aunque se logra llegar al peso ideal después de severos regímenes, muchas personas se decepcionan, especialmente las mujeres, cuando retorna el exceso de libras.
Lo realmente grave es que de unos kilos en exceso se puede llegar al sobrepeso y la obesidad. Ésta última en particular, sigue apareciendo entre los peores males de las sociedades modernas, junto al tabaquismo y a los inadecuados hábitos alimenticios.
La cantidad de alimentos que se consumen no es sinónimo de sobrepeso. Si comemos muy poco y no balanceado, equilibrado y con la cantidad necesaria de nutrientes, el organismo puede caer en deficiencias nutricionales, advierte la nutricionista, al añadir que “una alimentación balanceada no es efectiva si no se realizan ejercicios”.
Valcárcel menciona tres formas de tratamiento para combatir la obesidad: dieta y ejercicios; medicación para disminuir el apetito y para disminuir el nivel de absorción de grasas, y cirugía. Empero, recalca, que en todas ellas se debe practicar un régimen de alimentación y deporte.

Además del bienestar físico se requiere una armonía de los estados síquicos, sociales y espirituales, y el estrés es una de las problemáticas de la era moderna. Al respecto, la doctora Paulina Bucheli comenta que el estrés produce mucha ansiedad y pensamientos obsesivos y compulsivos.

“Es como quedarse sumido en preocupaciones de las que nos cuesta mucho salir”, dice Bucheli, sicóloga de la Clínica Gastromed, especializada en tratamientos relacionados con el sobrepeso y la obesidad.

“Lo primero que hay que hacer –afirma– es aprender a soltar el pensamiento, a manejarlo y a disminuir la ansiedad”. Este manejo también tiene que ser combinado con una buena alimentación y ejercicios que produzcan placer o, simplemente, buscar momentos de distracción.

Todos los seres humanos tenemos un vacío emocional que hay que ir llenando poco a poco. En determinadas personas –explica Bucheli–, este vacío se llena con más intensidad en el aspecto alimenticio, porque el cerebro hace una conexión con el estómago, mientras que otras personas lo hacen con el alcohol, el tabaquismo o el trabajo excesivo.

“En personas con una inclinación alimenticia sensible, a la demanda de nutrición del cuerpo se suma el reclamo de ‘lléname’, que en realidad es una llamada a que solucionemos nuestras situaciones emocionales y a que hagamos cambios en nuestra vida”, precisa la sicóloga al recalcar la importancia del acompañamiento especializado en pacientes con trastornos alimenticios.

Dieta forzada
“Cualquier intento para bajar de peso es bueno, inclusive, si se hace dieta o se practican ejercicios, pero el problema es mantenerse en un peso bajo. Esa es la gran dificultad que existe con los tratamientos temporales de adelgazamiento”, expresa el cirujano de obesidad del hospital Metropolitano Manolo Cortez, premiado en el 2008 por la Organización Internacional para la Capacitación e Investigación Médica como mejor profesional en su especialidad.

“La obesidad es una pandemia mundial, es una enfermedad y no un estado transitorio de sobrepeso y de acumulación de grasa”, explica Cortez, y enumera un amplio rango de enfermedades relacionadas como la hipertensión arterial, la diabetes, los problemas respiratorios y ginecológicos, e incluso, asociación con cánceres como el de próstata y el de cuello uterino.

El especialista señala: “Es terrible, un estado calamitoso para cualquier persona y afecta a cerca de la cuarta parte de la humanidad”. Se estima que 1.600 millones de personas en el mundo tienen sobrepeso, de las cuales 400 millones son obesos.
El Índice de Masa Corporal (IMC), que resulta de la división del peso en kilos entre la talla en metros al cuadrado, permite clasificar a las personas con peso normal, sobrepeso u obesidad de tipos 1, 2 ó 3. Un IMC de 35 indica obesidad 2, y cuando se llega a 40 se está en presencia de una obesidad mórbida.

No todos los pacientes con sobrepeso son candidatos a operarse, pero sí los de obesidad 2 y 3, porque en esos índices se entiende que los intentos para bajar de peso a través de dietas, ejercicios, medicamentos y un sinnúmero de fórmulas, son inefectivos para mantener en un peso adecuado a la persona.

La ciencia ha descubierto técnicas quirúrgicas menos invasivas. La manga gástrica es una de las cirugías bariátricas de reciente incorporación para tratar la obesidad. Cortez, uno de los pioneros en Ecuador en este tipo de intervención laparoscópica, quien ha operado a unos 350 pacientes, considera que nuestro país no se ha quedado atrás en la toma de conciencia acerca del sobrepeso y los graves daños que ocasiona.
La manga gástrica consiste en realizar un corte longitudinal del estómago dejando una capacidad receptora de alimentos de aproximadamente 30%. Una ventaja es que en el sector extraído anidan células productoras de grelina, una de las hormonas responsables del hambre y de la saciedad.

No implica intervención de los intestinos y el objetivo es “conseguir que el paciente coma aproximadamente 30% de lo que representa un plato lleno de comida, que se sienta satisfecho y que no sufra sensación de hambre”. Cortez, miembro del Consejo Americano de Cirujanos, describe este procedimiento como “una dieta forzada” para quienes han llegado al extremo de la obesidad.

Se trata de una operación de diseño relativamente simple, de realización no tan compleja y sin complicaciones importantes. Ante pedidos estéticos, el galeno ecuatoriano aclara que la manga gástrica sólo obedece a consideraciones médicas.
“No hacemos cirugía estética ni operamos a personas porque sencillamente no les guste su apariencia o usen talla XXL. Siempre buscamos e identificamos razones médicas que justifiquen que, con la intervención quirúrgica, el paciente va a tener menores riesgos que permanecer obeso”, recalca Cortez.

Por su lado, Valcárcel, quien asesora a los pacientes sometidos a operaciones bariátricas, señala que con la manga gástrica “es difícil volver al peso inicial, porque no se requiere comer cantidades exageradas de comida”.
“Es un compromiso para toda la vida, es decir, el paciente debe entender primero que la obesidad es una enfermedad que no tiene cura, que se puede controlar con nuevos hábitos y estilo de vida. Así se logra bajar de peso de una manera saludable”, agrega la experta en nutrición.

Acompañamiento
La cita con el nutricionista y el sicólogo ayuda al proceso de cambio que implican dietas y cirugías. Por ejemplo, un paciente sometido a la manga gástrica tiene que acostumbrarse a su nuevo estómago: debe comer despacio, masticar muy bien los alimentos, no mezclar líquidos con sólidos (los líquidos se deben ingerir 30 minutos después de los sólidos) y priorizar proteínas en la alimentación.

Al inicio el paciente ingiere una dieta líquida, después una dieta blanda y, finalmente, al cumplir la tercera semana después de la operación, los alimentos sólidos, además de un reforzamiento con vitaminas y minerales.

“Yo diría –explica Valcárcel– que al tercer mes se logra 50% de pérdida de peso, y entre el noveno mes y el año, 70%. Pero –advierte–, si el paciente no se alimenta adecuadamente puede tener deficiencias nutricionales”.

Una dieta o cirugía bariátrica da paso a un reencuentro consigo mismo. La doctora Bucheli insiste en la necesidad del acompañamiento emocional, que ella define como “un proceso de duelo, de dejar ir a este abrigo (sobrepeso) que nos ha acompañado muchísimo tiempo y brindado una seguridad ficticia”.

Entonces, añade, viene el proceso de “aceptación de la persona que soy ahora”, y es por eso, que un acompañamiento integra elementos físicos y mentales, porque hay cambios cognitivos en la conducta y en el comportamiento, y se genera un nuevo aprendizaje.

Las mujeres muestran mayor predisposición a la consulta terapéutica, pero Bucheli anota que los hombres también comienzan a darle importancia: “Antes –comenta–, acudía 90% de mujeres contra 10% de hombres, pero ahora he notado que estamos con 30% de pacientes masculinos”.

Atribuye este cambio de actitud a una mayor concienciación sobre los beneficios del apoyo de expertos y a la ruptura del esquema de que “éste es solamente un problema de mujeres”.

El interés común en las consultas es abordar la salud y la familia, pero hay matices. Bucheli explica que los padres anhelan mucho sentirse bien, tener salud y poder jugar, ir a la cancha de fútbol o andar en bicicleta con los hijos, cosa que con el sobrepeso no pueden hacer. En el caso de hombres solteros, les importa poder relacionarse mejor y tener más contactos en el área social.

Por su parte, las féminas le dan importancia a los hijos, pero lo fundamental “es sentirse bien y cómodas cuando se miran al espejo, y allí hay una diferencia, porque pesa más lo estético y, este aspecto a su vez, en estar a gusto con la pareja”, precisa la doctora Bucheli.