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20 Water

, 28/4/2011

María Gamboa, fiel creyente del poder que tienen las palabras, creó una caja con nueve botellas de agua que comparten un sentimiento diferente.

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Hace dos años se dio cuenta de que ya había alcanzado casi todas las metas que se había trazado en la vida: estudió Diseño de Moda en el Instituto Marangoni de Milán, fue la profesora más joven de Diseño de Moda para Hombre en el Fashion Institute of Technology (FIT) en Nueva York (tenía 28) trabajó en llave con Ralph Lauren en las oficinas de Madison Avenue, junto al diseñador, su hermano Jerry y dos vicepresidentes era la encargada de trabajar en el look y la estrategia de la compañía. Cuenta María que Lauren se refería cariñosamente a su trabajo como “la magia de María”, trabajó dos años con el grupo Inditex (Zara, Bershka, Stradivarius, Massimo Dutti…) en Barcelona y también fue profesora de Mercadeo de Moda en la sede española del Istituto Europeo di Design.

Llegó un momento en el que tener un loft propio en el piso 20 de un edificio en Manhattan no fue suficiente. María quería algo más. Comenzó una búsqueda hacía algo que le permitiera explorarse por dentro. Esa necesidad la vio no sólo como un asunto personal, sino como una tendencia mundial: “el replanteamiento colectivo por generar una mejor calidad de vida, en el que lo profesional y lo personal convivieran en armonía”, dice. Por casualidad de la vida, conoció el trabajo del japonés Masaru Emoto. Su experimento, explicado a grandes rasgos, fue así: llenó de agua dos botellas, las tapó y las dejó en reposo. A una le escribió la palabra “amor” y a la otra la palabra “odio”.
 
Después de algunas semanas, el agua de la botella con la palabra “odio” se había vuelto turbia, mientras que la de la que decía “amor”, permanecía cristalina. Luego, tomó una gota de cada botella y las congeló. Paso seguido, las analizó en el microscopio y fotografió los resultados. Descubrió que la estructura molecular del agua se había modificado radicalmente así: la gota de amor había creado un hermosísimo cristal de agua en forma de hexágono, y la gota de odio había creado una caótica, amorfa y oscura molécula.

El doctor Emoto explica que el cuerpo humano contiene 70 por ciento de agua, y que por lo tanto, esa misma reacción molecular se produce en los seres humanos, generando bienestar o malestar tanto físico como emocional, según sean las palabras a las que se estén exponiendo, ya sean escritas, habladas, pensadas y oídas.

María pensó: “como sería de distinto el mundo si la gente al hablar fuera consciente del impacto que tiene lo que dice”. Un segundo después, a su mente descifradora de tendencias se le ocurrió crear agua inspirada en este concepto. Un mes después estaba instalada en Bogotá. Comenzó a estudiar la energía de las palabras y se dio cuenta de que también existe poder en las formas. Para el filósofo Platón existían cinco formas tridimensionales de medidas exactas para representar cada elemento de la naturaleza. El nombre del agua es el icosaedro y tiene 20 caras tridimensionales: a partir de ahí nació el nombre.

20 Water son nueve botellas de agua con una palabra y un color diferente que María escogió por ser las que más cosas positivas aportan a la convivencia. Cada palabra tiene un color que la carga energéticamente, este color lo lleva la tapa de la botella: amor (rojo), alegría (anaranjado), salud (verde claro), agradecimiento (verde oscuro), perdón (azul), libertad (violeta), yo soy (amarillo), prosperidad (dorado) y paz (blanco).

Quien pide una caja recibe, en cuestión de horas, un arco iris de botellitas de buena energía. María las recomienda porque más que agua son un estilo de vida. “Yo recomiendo que cada persona siga su corazón. Esta agua energizada con el poder de la palabra brinda un plus de bienestar emocional”, cuenta María, quien también dicta talleres en los que comparte su nuevo estilo de vida: aprender a seguir las sensaciones del corazón.
 
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