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‘A Single Man’ El homenaje al cine de Tom Ford

, 7/10/2010

Este mes se estrena en Colombia la ópera prima del famoso diseñador americano. Quienes la han visto, dicen que es una cinta bien hecha.

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Cuando alguien famoso por algo diferente a ser actor, director o guionista de cine o televisión se aventura a realizar una cinta, casi siempre termina en fracaso. Mi idea no es citar casos, sino darles a los lectores elementos para que vayan a las salas y juzguen por sí mismos. Es por eso, que en esta ocasión veremos al diseñador Tom Ford como director-coproductor-coguionista de su ópera prima titulada en español Un hombre soltero, que se estrena en Colombia.

Y es que, cuando se escribe para una de las revistas de moda más importantes del país, es casi imposible dejar de lado algo desarrollado por Tom Ford, un americano que a sus 49 años no sólo fue pieza fundamental para sacar a Gucci de la quiebra, convirtiéndola en una de las más influyentes en la moda actual, sino que fue el único indicado para reemplazar a Yves Saint Laurent como diseñador de esta marca. Hoy, tiene una línea de ropa para hombre (bastante buena), gafas y productos de belleza femenina, que funciona en más de veinte países con un nivel de ventas y estética que demuestra que Ford es uno de los directores creativos que más entiende los gustos y el desarrollo de la moda en el mundo.

Con esa hoja de vida, el diseñador compró en el 2007 los derechos del libro A Single Man, de Christopher Isherwood, obra que resultó muy innovadora en su momento (1964), porque presenta la vida cotidiana de un homosexual, hasta el punto de considerarse un hito en el movimiento de liberación gay. El rodaje fue hecho a finales del 2008 en California y cuenta con la actuación del inglés Colin Firth (El diario de Britget Jones, Mamma Mia) que desarrolla una de las mejores actuaciones en un papel masculino, que le valió el Volpi del Festival de Cine de Venecia, el Bafta y la postulación a Mejor Actor en los premios Oscar. En la cinta también vemos a una Julianne Moore que, como siempre, impresiona por su capacidad de transformarse.

La cinta narra la historia de profesor George Falconer, un inglés que dicta clases de Literatura en la universidad, en medio de una California de 1962 que a su vez es próspera, consumista, pero llena de miedos e incertidumbres en medio de la ‘amenaza’ que significaban en ese momento para Estados Unidos el comunismo, la guerra nuclear y Cuba. En la historia, Falconer vive una vida deprimente, pesada, lenta y sin sentido a partir del momento en el que muere su compañero sentimental de los últimos 15 años en un accidente automovilístico, razón por la cual, decide suicidarse, no sin antes cumplir con una serie de actividades en las cuales va a encontrarse con un alumno muy especial, su ama de llaves, su mejor amiga (Julianne Moore), sus vecinos y un español que lo llevan a recordar su vida antes de la soledad, a emprender la búsqueda de la muerte y a entender cuáles serían los motivos por los que seguiría viviendo. En este punto vale la pena aclarar que, si bien la cinta parte de relaciones homosexuales, no es necesariamente una cinta que trate ese tema, de hecho, en algunos momentos (como en la clase, durante la llamada que le anuncia la muerte de su compañero y el saludo con los vecinos) deja entrever cómo el homosexualismo era un tabú en los años 60. Claro está, también vemos algunos momentos de coqueteo entre hombres, sin embargo, es claro que Tom Ford busca que las personas no se pierdan en medio de este tema. Es en sí la historia de un hombre que vive con el alma muerta por causa de una falta de amor, y que ve en acabar con su vida la única forma de escape.

La película sigue al protagonista e intenta trasladar la trascendencia con la que éste observa todo lo que le sucede. El problema es que, en su deseo de que todo tenga un significado y un componente inolvidable, llega a recargar la cinta con un exceso de recursos estéticos, hasta extremos, difícilmente explicables, convirtiéndola en una película lenta y demasiado simbólica.

Es claro que Tom Ford quiso llevar esa perfección visual que vive en el diseño a la pantalla como su homenaje al cine, pero terminó convirtiéndola en una narración que termina perdiendo ritmo, y por momentos el esteticismo acaba interfiriendo en la profunda humanidad del personaje de Colin Firth, un actor que regala una interpretación que logra expresar el dolor y la desesperación de su personaje con la misma elegancia con la que se viste, se mueve, habla o, incluso, va la baño.

Nadie podrá negar la habilidad con la que están construidos muchos de sus planos, la belleza física de la mayor parte de los actores, el cuidado con el que aparecen vestidos o el esmerado uso de la fotografía y la música. Vale la pena resaltar el manejo de colores en el cual vemos grises y sepias en la depresión y colores vivos en la alegría, el sonido de los latidos y el segundero del reloj; la forma como presentan el deseo sexual, las referencias a Huxley, Kafka, Capote y Hitchcock. Al final, es una película que para los amantes de la estética y del cine purista puede considerarse como la entrada por la puerta grande de este diseñador a las ligas del séptimo arte, sin embargo, para el consumidor real puede ser lenta, confusa y con un tono homosexual.

Por ahí dicen que “nadie puede ser exquisito permanentemente”. Personalmente, creo que sí, sin embargo, los invito a que lo juzguen ustedes mismos.