decoración

Con mucho esmero

, 5/5/2010

Esta puesta en escena gira en torno a los tonos rosa y sus matices, y es a la vez exquisita y elegante.

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Platos de porcelana y de cristal de colores, jarras y cubiertos de plata, vasos de cristal, todo ello nos remite a los hogares de nuestras mamás y abuelas, donde la elegancia era la norma. Las socias de Santaboda pensaron en que había que regresar a esas épocas un poco, para plantear una boda con toda las de la ley, en que no faltara detalle.
Dentro de la gama de los lilas y rosas, el diseño de estas mesas va más allá de lo convencional, sin embargo, esto lo logra el hecho de que no hay uniformidad en los elementos, que han sido tomados de diferentes ‘anaqueles’ y puestos sobre la mesa para crear, más bien, una armonía de color que impregne todo el ambiente. Digamos que lo único que le da a la escena un aspecto contemporáneo, y de fiesta, son las tiras de banderines de colores que se extienden de un lado a otro de las paredes del lugar.
Para empezar, los puestos donde se han de sentar los invitados tienen al frente un plato de una vajilla inglesa, o checa, o alemana, de flores que juegan con los colores elegidos, colocado sobre una carpeta de croché. Encima de este plato reposa otro más pequeño, de cristal, color lila, de aristas que también semejan una flor. Al lado, la servilleta blanca, como toca, sobre un mantel impecablemente bordado, de lino.
Alrededor todo es tradición: la jarra de plata que contiene agua o jugo de frutas, a juzgar por los grandes vasos de vidrio con asa que contienen una bebida refrescante. Los arreglos de flores se acomodaron en otras jarras de plata, vidrio y porcelana, y contienen, respectivamente, rosas de varios tonos claros y chirosas blancas y lilas. Complementan las amenidades decorativas una fuente de cristal de color y otra pequeña de plata que contienen provocativos macarrons, delicias de origen francés. Los portavasos también son de plata y la identificación de las mesas se hace simplemente con números (en este caso, el 2).
Como corresponde a una propuesta elegante y sofisticada al mismo tiempo, las sillas son las tradicionales Chivari, con el detalle al respaldo de una rosa de tela de la que pende una tarjetita pintada con flores, donde está identificado cada uno de los comensales.
Todo es orden y armonía en esta presentación impecable de un escenario que seguramente hará sentir a los novios y a sus invitados en medio de un ambiente totalmente romántico. Razón de más para creer que lo tradicional, hecho con esmero y apoyado en unos discretos toques contemporáneos, puede hacer de esta celebración algo muy singular.

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