Sexo: en el amor está el placer ¿o viceversa?

Revista FUCSIA , 21/3/2016

¿Qué puede generar más bienestar en una persona, el sexo practicado dentro del encanto sensible del amor o la fogosidad del acto sexual desvestido de romance? Dos expertos exponen sus visiones sobre esta disyuntiva.

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Teorizar sobre el sexo puede resultar una labor inocua si se trata de totalizar y generalizar concepciones, pues cada persona habla según su experiencia y todos hemos tenido altos y bajos. Hombres que nos presentaron la luna de frente, brillando imponente ante nuestros ojos, y otros que nos despertaron ganas de volver a dormirnos y nunca más abrir los ojos junto a ellos.

La situación sentimental de cada persona interfiere directamente en el disfrute de una relación sexual. No quiere decir que si estamos solteras no vamos a disfrutar plenamente de un encuentro, o que si estamos comprometidas en cuerpo y alma con un amor, entonces vamos a tener sexo placentero garantizado hasta la muerte. Todo puede variar en cualquiera de las dos situaciones; lo importante es entender cuál es nuestra necesidad en cada etapa de la vida y qué tipo de relación nos beneficia más.

Sexo con amor

“Cuando la relación sexual está basada en el amor, el sentimiento puede potenciar algunas sensaciones eróticas; te preocupa más la satisfacción de tu pareja y disfrutas tanto el antes, como el durante y el después”, dice el sexólogo argentino Ezequiel López Peralta. Esa es una de las diferencias sustanciales entre el sexo por placer y el sexo con amor.

En una relación donde priman el amor, el cariño y la confidencialidad, los actores pueden ser más generosos entre ellos. “Es notable la diferencia en el posorgasmo de una relación no amorosa, te dan ganas de salir volando, todo lo contrario a una donde prevalece el amor”. En el sexo donde hay cariño mutuo prima el bienestar del otro, muchas veces, incluso, por encima del propio, lo que puede resultar contraproducente, pues se puede llegar a ocultar la insatisfacción de alguno de los dos sólo por no lastimar a la pareja.

Muchos de los problemas que aparecen en este tipo de encuentros están relacionados con la monotonía, cosa que no sucede cuando se tiene sexo por placer. “Lo que disminuye la fogosidad en la actividad coital tiene que ver más con la rutina o las situaciones y procesos externos a la relación”, afirma la sexóloga María de la Paz Serpa.

Sexo por placer

“El placer es una de las dimensiones esenciales del sexo, así que su búsqueda es algo natural en hombres y mujeres, es parte de un instinto que siguen quienes se lo permiten. Infortunadamente si esta búsqueda proviene de una mujer, muchas veces está mal visto, debido a factores estrictamente culturales. El hombre machista, inseguro por definición, no permite la expresión sexual de la mujer porque le genera miedo y siente que pierde el control”, no miente el sexólogo argentino Ezequiel López Peralta, al referirse al tema.

Una sociedad machista como la que padecemos censura en ocasiones a la mujer que refleja una necesidad de tener encuentros simplemente por que quiere recibir momentos de placer. Y aunque esta tendencia se está transformando (afortunadamente), aceptarlo a viva voz puede generar juicios de valor e incluso puede disminuir la búsqueda de este objetivo por temor.

El sexo visto solamente desde la perspectiva del placer, despojándolo de cualquier sentimiento de culpa o vergüenza (como debería ser), genera mayor autoestima y mejor estado de ánimo. Mejora la actividad circulatoria, el sistema inmunológico, el sueño, el manejo del estrés, entre otros miles de beneficios. La experta María de la Paz Serpa confirma la idea: “Si se trata de personas maduras, que saben lo que quieren y cómo lo quieren, no hay manera de que las cosas salgan mal, todo lo contrario”.

Vivir la sexualidad desde la premisa del goce no tiene contraindicaciones si se aterrizan las expectativas. Los problemas aparecen cuando alguno de los dos involucrados espera situaciones que no van a suceder y que no han sido contempladas por el otro. Las reglas deben estar sobre la mesa cuando se trata de sexo de carácter placentero, así nadie saldrá lastimado y el disfrute será completo.