Amy Winehouse: polémica cuatro años después de su muerte

, 2/6/2015

Se cumplen cuatro años de la desaparición de la voz blanca del soul, como se la conoció en vida, pero su recuerdo todavía se mantiene vivo gracias al documental sobre su vida. Un relato desgarrador que ha vuelto a poner a Amy Winehouse en medio de la polémica.

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Cada una de las cien personas entrevistadas por Asif Kapadia para el documental titulado Amy, tuvo que hablarle al cineasta a oscuras, en medio de un cuarto donde solo había una mesa, dos sillas, un micrófono con una luz roja que se iba apagando y prendiendo.

Por el banquillo pasaron un sinnúmero de conocidos de la fallecida Amy Winehouse –el padre, Mitch, la madre, Janis, el exesposo, Blake Fielder-Civil, el último novio, Reg Traviss, periodistas, amigos, sus managers y personajes del barrio de Camden (Londres) que la veían salir y entrar de la casa con los paparazis persiguiendo lo que quedaba de ella.

Varios dicen que estas sesiones con Kapadia fueron terapéuticas; y sin duda la combinación de palabra y oscuridad tuvo que ser valiosa a la hora de exorcizar lo que recordaban de Amy, quien, muerta a los 27 años, impresionó por encarnar el cliché del artista maldito. Hoy se cumplen cuatro años de su desaparición.

Ella fue un talento innato, pero perdido; una mujer destruida por sus adicciones, que no pudo soportar ni su brillo
, ni sus pasiones, ni su hermosura. Este tipo de personajes son bien conocidos en la historia –Kurt Cobain, por no ir más lejos–. Pero el fantasma de Amy tiene una carta a su favor: la inglesa nació en una época en que es común registrarlo todo, por lo cual existe una cantidad significativa de videos –caseros y públicos– que hicieron posible el documental. Por esto, ni una cara de los entrevistados se ve en el filme; y solo se escuchan voces que acompañan las imágenes de la artista.


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El documental empieza con una joven Amy, quien, en una fiesta repleta de adolescentes, le canta el 'feliz cumpleaños' a una de sus mejores amigas. La imagen no se ve con claridad, pero su voz ya es rasgada y completa: parece la de una mujer mayor. A este video le sigue la imagen de algunos de estos mismos adolescentes, ya crecidos, llorando en su funeral. Dos polos que se derivan de estos momentos y que siguen siendo materia del documental son la idea de que la artista podía acceder a distintos universos, uno denotaba luz, el otro, oscuridad.

El primer universo, por ejemplo, se reveló cuando la artista sacó en 2003 su primer disco, Frank –el nombre en tributo a Sinatra, quien fue una de sus más grandes influencias–, y cuando alcanza con él dos nominaciones a los Brit Awards; el premio a mejor canción en los Ivor Novello Awards; e invitaciones a festivales como el Glastonbury o el Montreal International Jazz Festival.

Su look –vestidos escotados y cortos, zapatillas tipo bailarina, lápiz negro en los ojos, el peinado beehive, los llamativos tatuajes– empezó a cobrar fuerza y penetró tanto, que aún hoy vemos a artistas como Lana del Rey sacando provecho de su estilo.

"Amy reintrodujo a la moda una tendencia que hoy está en pleno boom: la vintage", dice la profesora del Departamento de Diseño de Moda del Art Institute of Chicago, Anke Loh: "Redefinió las reglas de la alta y la baja moda. Le dio clase al estilo callejero; hizo renacer no solo los años cincuenta y sesenta, sino también la influencia de grupos musicales femeninos como The Ronettes. Era una genio y fue su propio modelo a seguir. Estableció una forma de estar en el mundo en cada una de sus performances. Parecía accesible y a la vez misteriosa, y esta mitad, borrosa y extraña, es la que hace que la moda sea interesante".

Pero pronto, con el exceso de fama, vino la caída. Empezó en 2004, cuando se enamoró de un productor de video bien conocido hoy en día, Blake Fielder-Civil, con quien mantuvo una relación larga, dependiente y tóxica. Fielder-Civil la introdujo a la cocaína y la heroína; estuvo en prisión al menos tres veces e hizo que Amy pagara sus fianzas.

Ambos, incluso, fueron retratados en una riña en Londres, heridos y acabados; con los zapatos de ella llenos de sangre. En 2005, en una de sus complejas rupturas, Winehouse pudo volver a la música a pesar de su adicción al alcohol; y a pesar de que sus allegados le rogaban que fuera a rehabilitación. Ese año sacó su más famoso disco, Back to Black, inspirado, por supuesto, en Blake; y con el que ganó cinco premios Grammy.

La pareja se reconcilió y contrajo matrimonio en 2007. Y se comprobó, entonces, lo que era una hipótesis casi secreta entre los allegados de la artista: Amy siempre necesitó de una figura masculina que la cuidara; pero estos hombres terminaban por ser destructivos.

Aunque no se diga explícitamente, el documental juega con esta hipótesis, e incluso llega a plantear que el primer hombre que hirió a Amy fue su propio padre. Conocido es que él –quien fue primero instalador de ventanas y luego taxista– engañó a la madre de la artista y que abandonó el hogar cuando Amy cumplió 9 años.

En el documental se sugiere que ella hizo todo por ganar el amor de su padre, pero que solo lo logró cuando alcanzó la fama, esa que ya no cesaría. Además, varios de los entrevistados mencionan que Mitch desalentó la rehabilitación de Winehouse en al menos dos ocasiones con el argumento de que tenía compromisos que cumplir. Este sería, entonces, el origen de la famosa canción, Rehab, que en uno de sus versos dice: "No tengo tiempo de ir (a rehabilitarme), sobre todo si mi padre piensa que estoy bien".


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Esta versión, no obstante, podría ser errada e injusta. Conocido es que Mitch acompañaba a su hija a casi todas sus presentaciones, y que detuvo una gira en 2011, después de que Amy hiciera el ridículo sobre el escenario.

Fue en Belgrado, el 18 de junio, solo un mes antes de su muerte, cuando miles de fanáticos la vieron alcoholizada e inestable, mientras olvidaba las letras de sus canciones y los nombres de los miembros de su banda. Sobre esta mirada del documental, la familia Winehouse dijo en un comunicado: "Es desagradable. El filme sugiere que no se hizo lo suficiente por Amy, que la presionábamos para que cantara. Les dijimos a los productores el inmenso esfuerzo que hicimos por salvarla en cada etapa de su enfermedad (…). Pero la narrativa está hecha a partir del testimonio de algunos conocidos, la mayoría de los cuales no hablaron con Amy en los últimos años de su vida".

Esta última afirmación parece ser cierta. Prueba es que el equipo de Kapadia, también responsable de filmar el documental Senna, no tuvo en cuenta en la edición el testimonio del último novio de la artista, Reg Traviss, con quien mantuvo una relación de dos años y con quien empezó su proceso de rehabilitación: a la hora de su muerte y, aunque haya desistido, ella tenía tres semanas sin consumir una gota de alcohol.

Pero esto, a la crítica, parece importarle poco. Porque, sobre todo, los expertos se fijan en el material, que da cuenta de un arte y no de una verdad de vida. Así, la mayor parte de los críticos que vieron su premier a mediados de mayo en Cannes han alabado el filme. Un ejemplo es el reconocido Peter Bradshaw, quien escribió para The Guardian: "Es una obra de arte, trágica, pero poderosa: es íntima, apasionada, chocante y absorbente a la vez". A Amy hay que ir a verla, pero no con los ojos cerrados ni con el cuarto a oscuras.