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El estilo de vida de una ‘princesa’

Por Camándula, 18/10/2011

Sin extravagancias ni desplantes, Charlotte de Mónaco toma las riendas de su vida. Al celebrar sus 25 años en un antiguo monasterio veneciano, Charlotte recuerda la imponente belleza de su abuela, Grace Kelly, y el carisma y la elegancia de su madre, Carolina de Mónaco.

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Alegre, discreta y espontánea, con el pelo recogido y su cuerpo entallado en un vestido de seda en tonos ciruela y coral, fue la pareja radiante de Alexander Dellal, su novio millonario de 30 años, dueño de la galería de arte londinense 20 Projects, que desde que la conoció en el 2007 no la despinta ni a sol ni a sombra.

Durante la fiesta estuvo rodeada por el mismo clan de amigas del jet-set internacional que suele acompañarla en las celebraciones privadas, glamurosas fiestas o paseos por Monte Carlo, Londres, París o Nueva York, entre ellas, la amante del cine y la moda Cecile Winckler, hermana de Felix, exnovio de Charlotte; las hermanas de Dellal: Alice, modelo británica y baterista, y Charlotte Olympia, diseñadora de zapatos de lujo hechos a mano en Italia y caracterizados por la feminidad y el glamour del pasado, que llevan estampada en la suela una telaraña dorada, inspirada en el libro infantil La telaraña de Carlota, del escritor estadounidense E.B. White. Eugenie Niarchos, quien diseña joyas y tiene un título en Mercadeo de Moda de la American University de Londres, es hija de Philip Niarchos, quien heredó de su padre, el magnate naviero Stavros Niarchos, la colección de arte contemporáneo más grande del mundo. La modelo italiana radicada en Nueva York, Margherita Missoni, es filósofa de la Universidad de Columbia y heredera de la Casa de modas Missoni, fundada por sus abuelos. Las novias de Andrea y Pierre Casiraghi, Tatiana Santo Domingo, nieta del prestigioso empresario colombiano Julio Mario Santo Domingo, graduada en Historia del Arte en Londres y Estados Unidos, y la modelo y periodista Beatrice Borromeo, miembro de la Casa aristocrática de Borromeo y sobrina del Conde Mateo Marzotto, quien fuera presidente y director de la Casa de modas Valentino, completan la exclusiva pléyade de amigas de Charlotte.

Todas ellas vestidas con ropa de Alta Costura, brindaron con champaña por Charlotte, quien se mostró esa noche ante el mundo con la desenvoltura de una joven acostumbrada a figurar. Sin embargo, desde su nacimiento, el 3 de agosto de 1986 en el hospital Princesa Grace de Mónaco, Charlotte Marie Pomeline Casiraghi Grimaldi no ostentó títulos nobiliarios porque sus padres querían protegerla de la fama y del acoso de la prensa para que tuviera una infancia normal y la vida de una niña común y corriente.

Muy a su pesar, el 3 de octubre de 1990 la tragedia sacudió su vida y su familia ocupó la primera plana de todos los diarios del mundo al morir trágicamente su padre Stefano Casiraghi, a los 30 años, en aguas del principado monegasco, cuando su lancha Pinot di Pinot fue embestida por una gigantesca ola, mientras competía para validar el título de campeón mundial de Off-Shore, que había ganado el año anterior en Atlantic City, Estados Unidos.

Para vivir su duelo, su madre Carolina quiso que sus hijos, Andrea, Charlotte y Pierre, de 6, 4 y 3 años, permanecieran a la sombra, lejos de las inquisidoras miradas y de la impertinente curiosidad del público, y se refugió en la casona familiar del siglo XIX, enclavada en Saint-Rémy de Provence, idílico pueblo francés donde hace 500 años nació el médico visionario Nostradamus y en donde en 1889, después de cortarse una oreja, permaneció dos años recluido el pintor holandés Vincent Van Gogh, en el sanatorio Saint-Paul-le Mausolé.

Libre de compromisos reales, caminando por calles empedradas, rodeada de animales y cabalgando en ponys, en medio de aromas de romero y lavanda, Charlotte tuvo como figura paterna al amigo de su madre, el actor francés Vincent Lindon. Luego se destacó como buena estudiante en el colegio de monjas Les Dames de Saint-Maur, y terminó su bachillerato en el Liceo François Couperin, de Fontainebleau. Durante esos años nació su amor por la naturaleza, su afición por la lectura y su predilección por clásicos como La educación sentimental, de Flaubert, o los poemas de Emily Dickinson.

Con el tiempo descubrió que le encantaba nadar, correr y practicar el snowboarding, y que poseía una gran facilidad para los idiomas, que le ha permitido dominar el francés, el inglés, el italiano y hablar un poco de alemán. Sin embargo, sus grandes pasiones han sido la equitación y el salto de obstáculos, que despertaron en su adolescencia cuando practicaba en el picadero de Les Grand Champs, en Bois-le-Roi, con el entrenador Thierry Rozier, hijo del campeón Marcel Rozier, y se fortalecieron compitiendo en la liga de menores, sobre su yegua alazana ‘Tempête’.

La incipiente belleza de Charlotte empezó a dar de qué hablar en el 2005, cuando posó en el balcón de la Familia Real con un sastre color crema de Chanel, Casa de moda donde trabaja el amigo de su madre, Karl Lagerfeld, quien aseguró: “Charlotte me recuerda a Brigitte Bardot”. Ese mismo año sintió que su mundo se derrumbaba cuando a los 81 años murió su abuelo, el príncipe Rainiero III de Mónaco, a quien ella adoraba. Su sucesor en el trono fue su tío Alberto, con quien Charlotte comparte valores como la excelencia en los deportes y la defensa del medio ambiente, aparte de la simpatía y complicidad que la une a su esposa Charlene.

En el 2006, Charlotte debutó en el Rose Ball de Mónaco, para recolectar fondos para la Fundación Princesa Grace, en honor de su abuela, y ese mismo año la revista Vanity Fair la incluyó en la lista de las mejor vestidas del mundo. Luego, Charlotte estudió Filosofía en la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne, y vivió desde 1999 con su madre y su padrastro, Ernst de Hannover, sus dos hermanos y su media hermana, Alexandra, en el palacete que los Grimaldi tienen en la Avenida Foch, una de las calles que atraviesan los Campos Elíseos.

Conciencia, educación e innovación
Después de hacer pasantías en la Casa Editorial Pierre Laffont, en París, y en el suplemento dominical del periódico británico The Independent, Charlotte fue editora de An Other Magazine, pero su mayor aporte ha sido Ever Manifesto, una publicación de 20 páginas y gran formato que fundó con sus amigas Elizabeth von Guttman y Alexia Niedzielski, con la idea de demostrar que moda y ecología pueden desfilar juntas por la pasarela, y que la ética no tiene que ser un obstáculo para la estética.
Con la anuencia de su tío Alberto y la influencia de la diseñadora Stella McCartney, el lanzamiento se hizo distribuyendo gratis Ever Manifesto en la boutique 10 Corso Como, durante la Milan Fashion Week, y después en Colette, durante la Paris Fashion Week. Su concepto de la moda promueve los materiales naturales que no destruyen el planeta, la mano de obra bien remunerada y la producción sin emplear niños trabajadores.

Según afirman las jóvenes creadoras en su página Web oficial, “pretendemos que las compañías que conocemos, las marcas que amamos y la gente que respetamos traten de ser más ecológicas, fortaleciendo no solamente las marcas favoritas con sus consumidores, sino las de las próximas generaciones, porque la moda no es solamente ropa, sino una fuerza global que nos une a todos. Con los precios tan altos de la Alta Costura, nadie quiere ponerse 1.500 euros de mal karma en su espalda”.

Sin embargo, su participación en el mundo de la moda no ha logrado desbancar su gran pasión por los caballos. Por eso, poco después de irse a vivir a Londres con Alex, el hijo del multimillonario británico de origen iraní Guy Dellal y de la exmodelo brasileña en los años 80, Andréa Magalhães, llamó a su antiguo entrenador, Rozier, porque quiere estar bien preparada para volver a los concursos hípicos, después de la emocionante experiencia que tuvo cuando participó con sus caballos ‘Tintero’ y ‘Troy’ en una de los competencias internacionales de salto más importantes, el Global Champions Tour.
Hoy, como embajadora oficial ecuestre de la marca Gucci, llevando ropa de equitación hecha a su medida, Charlotte toma las riendas de su vida y se prepara para dar el gran salto hacia los juegos olímpicos.