El mago Fortuny

Por Lola Gavarrón, 15/6/2010

El Museo del Traje de Madrid presenta hasta el 27 de junio una magna exposición en torno a la figura y obra del artista Mariano Fortuny y Madrazo, en el marco de las actividades conmemorativas de la Presidencia Española de la Unión Europea.

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Nacido en Granada, en 1871, el ADN de Fortuny no puede haber entroncado más con el arte. Hijo del gran pintor Mariano Fortuny Marsal y de Cecilia de Madrazo, heredera de la poderosa dinastía de pintores Madrazo del siglo XIX, Mariano Fortuny creció primero en París y luego en Venecia, en un ambiente refinadísimo que desde su primera juventud le permitió aventurarse en la pintura, el grabado, la fotografía y hasta en la estampación de tejidos.
Afincado definitivamente en Venecia en 1889, a sus 18 años se vio viviendo en el fabuloso palacio gótico Pesaro degli Orfeo, que pronto convirtió en su taller de pintura, grabado, fotografía, objetos decorativos, estampación y diseño textil. Allí empezó a diseñar vestidos estilo túnica, con pliegues de caída líquida, influenciado por un lado por el pintor y aristócrata inglés Alma Tadema y, por otro, por las reflexiones de Oscar Wilde, quien en sus artículos sobre arte defendía siempre la túnica como el vestido más propicio para el cuerpo humano y, por lo tanto, el más artístico.
Los ensayos de Fortuny empezaron con Henriette Negrín, su mujer y mejor cómplice, cuya aparición en los palacios vecinos vistiendo trajes realizados por su esposo fueron rápidamente calificadas poco menos que de mágicos.
La coleccionista Peggy Guggenheim, la bailarina norteamericana Isadora Duncan o la actriz Eleonora Duse, que se negaba a maquillarse para salir a escena porque decía que se volvía guapa cuando ella quería, adoptaron rápidamente estos vestidos que dejaban flotar naturalmente su cuerpo y que, gracias a las ingeniosas estampaciones de Fortuny, parecían bordados durante horas y horas de trabajo, cuando sencillamente eran estampados.
Su cultura le permitía, además, reproducir grafismos del arte hispano-musulmán, de la América precolombina, de las civilizaciones copta y grecorromana, con un aire absolutamente nuevo y lo más alejado posible del remake. Lo tenía todo en su cabeza.
Ciento treinta piezas
Sus vestidos, llamados delphos, y los suntuarios abrigos largos llamados gowns, se convirtieron en objetos de deseo para las mujeres que denotaban más clase durante la Belle Époque, y aparecieron expresamente reseñados en las novelas de Marcel Proust o el teatro de Gabriel d’Annunzio.
Orson Welles, por su parte, se inspiró en Fortuny para el vestuario de su película Otelo (1952). Importantes diseñadores de nuestro tiempo como Mary Macfadden, Issey Miyake –que rinde homenaje a Fortuny en su línea ‘Pleats Please’– Hubert de Givenchy y Karl Lagerfeld, reconocen su influencia en su trabajo.
Ciento treinta piezas entre cuadros, grabados, fotografías, piezas textiles y vestidos, procedentes del Museo del Traje de Madrid, del Museo Fortuny de Venecia –su antiguo hogar transformado en museo– de la Fundación Giorgio Cini de Venecia, del Museo del Prado y de la Biblioteca Nacional, conforman esta importante exposición en torno a este artista, el más español y, al mismo tiempo, el más ‘europeo’, que por su ingenio llegó a ser calificado como ‘el mago’.
Mariano Fortuny murió en 1949, a los 78 años, en su palacio de Venecia, dejando una singular obra que esta exposición recrea en lo esencial. Por su expreso deseo fue enterrado en el artístico cementerio Campo di Verano de Roma. Su esposa, Henriette, donó el palacio y todo su contenido a la comune de Venecia.