El One Bal Harbour

, 13/7/2010

El lujo, la amabilidad y los detalles caracterizan a este hotel del exclusivo sector de Bal Harbour, en Miami, que se sale del esquema de gran hotel para volverse una gran casa a la medida de sus huéspedes.

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Entrar a este Resort & Spa de Miami lo deja a uno simplemente estupefacto. En la amplia bahía sobre la que uno se baja del carro, en la que hay parqueados al menos tres Ferrari, dos botones lo reciben a uno, y mientras que un empleado se encarga del servicio de valet parking, ellos cargan el equipaje sin que uno alcance tan siquiera a decir algo. Es el primer paso de la experiencia ‘One’, que se basa en el criterio bajo el cual fue concebido este hotel: el de hacer vivir a sus huéspedes toda una experiencia de lujo extremo.
La localización de este complejo hotelero es perfecta. Situado en una punta, el mar rodea al edificio por ambos costados, bordeados por una playa de arenas blancas y un mar tranquilo y reposado que semeja una gran piscina. Además, el One está a dos minutos del mall más lindo y lujoso de Miami: Bal Harbour. Este proyecto fue concebido por dos hermanos colombianos que viven en Miami desde hace cerca de diez años: Jorge y Juan Camilo Arévalo. Ellos compraron este gran edificio soñando con transformarlo en un hotel de lujo. Como dice Juan: “La idea es que cuando uno llegue se sienta como en su casa o como en la casa de un amigo”. Esta es una de las razones por las que les pide a los empleados del hotel que saluden a los huéspedes por su nombre, es un detalle que lo hace sentir a uno especial. A diferencia de otros hoteles de lujo del mundo, ellos han querido imprimirle al One Bal Harbour una huella latina, la simpatía y la calidez en el trato. En otras palabras, imprimirle su propia personalidad.
Para iniciar este ambicioso proyecto, los dueños del hotel hicieron una exhaustiva búsqueda de personal, con el objetivo de darle a One el toque singular que tienen los mejores hoteles del mundo. Para lograrlo, han ido escogiendo, uno a uno, a los especialistas en gerencia, en ventas, en servicio, en fin, gente que ha vivido y trabajado en el ambiente hotelero de la atención cinco estrellas.

A todo dar
Una vez en la habitación, un botones muy amable nos dio un minicurso de tecnología, pues en su interior todo se maneja a través de controles. Las luces se intensifican o se hacen más tenues según la hora del día. Hay televisión en la sala, en la alcoba y en el baño, Dvd, equipo de sonido e Internet. La habitación está rodeada de terrazas que ofrecen una estupenda vista. La cama, king size, brinda la deliciosa experiencia que solamente se encuentra en este tipo de hoteles. Yo había pedido una cuna para mi bebé y, ¡oh, sorpresa!, instalaron una cuna de diseño, de madera, preciosa, que incluía un osito de peluche. No habíamos acabado de llegar, cuando un mayordomo nos ofreció desempacar nuestras maletas, lo que hizo en el walking closet de la habitación.
Como editora de moda, parte de mi trabajo es ver almacenes. Así, llamé a la conserjería y un BMW me estaba esperando para llevarme a Bal Harbour y traerme de vuelta al hotel, no como un favor especial, sino como parte de los servicios que ofrece el hotel. También es posible pedir un shopper, o asesor de compras, una persona especializada que le pregunta al huésped acerca de sus preferencias y le lleva al hotel una selección de las mejores marcas para que las vea sin ningún compromiso. Igualmente, hay descuentos en muchas tiendas por el hecho de estar alojado en el One Bal Harbour.
El baño de la habitación es un ejemplo de buen diseño, la tina tiene forma de huevo y ofrece un panorama espectacular. Los jabones y champús resultaron ser de una de mis marcas favoritas, Molton Brown, y por si esto no fuera suficiente, se pueden comprar otras maravillas en el Bathtub Bar de Santa Maria Novella, dotado de toda clase de amenidades como sales y esencias que hacen de esta parte de la estadía todo un placer. Las habitaciones, 140 en total, son realmente privadas, pues cada ascensor lleva solamente a dos de éstas en cada uno de los 18 pisos.

El ‘spa’ y la piscina
La piscina y la playa son algo espectacular. Para llegar a éstas, hay que pasar por el spa, donde existen toda clase de tratamientos en medio de un ambiente único: 17 habitaciones para hidroterapia, sauna, baño turco y gimnasio. La atención es relajada, íntima y, claro está, personalizada, como todo lo demás.
En la piscina y en la playa no hace falta nada, solamente ganas de pasarla bien y relajarse, pues además de que el hotel le proporciona a los huéspedes toallas limpias cada vez que lo quieran, hay un personal de impecable uniforme blanco dispuesto a satisfacer cada capricho. De rato en rato, nos sorprendieron con toallitas heladas, shots de capuccino o uvas congeladas, y resultó difícil decidir a dónde ir, si a la playa, bajo magnificas sombrillas, a la piscina o a las cabañas privadas, donde se disfruta de un poco más de privacidad.
Imposible pasar por alto la delicia de los desayunos y del room service, que ofrece una comida sencilla, pero con ingredientes frescos y mezclas deliciosas. La granola de la casa incluye frutos secos, yogur griego y frutos rojos, en porciones tan generosas que se pueden compartir. Todo esto forma parte de la experiencia ‘One’, un lujo que es preciso disfrutar.=