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Embarazo adolescente: ¿un callejón sin salida?

Arnoldo Mutis, 17/11/2009

Escuchar a los jóvenes, en vez de echarles cantaleta y darles preservativos sin criterio alguno, es para los especialistas el comienzo de la solución a este alarmante problema de salud pública.

Una encuesta de la Red dirigida por Salazar mostró que sólo 38 por ciento utilizó preservativo en su primera relación. - Foto:

Germán, es que ni siquiera sé de quién es, porque ese día estaba tomada y tuve relaciones con mi novio y con los dos o tres mejores amigos de él”. Testimonios de este tipo son los que oye muy a menudo de sus jóvenes pacientes el doctor Germán Salazar, ginecobstetra especializado en Ginecología Infanto-Juvenil, y quizás una de las personas que mejor conoce a fondo ese problema de salud pública en que se ha convertido la gravidez en adolescentes en Colombia.


En este momento, 22 de cada 100 de ellas están o han estado encintas, una cifra que no cede desde el año 2000 y que incluso en el 2005 llegó a 26 por ciento. “Son indicadores violentos”, apunta el doctor Salazar, al compararlos con los de África, donde el embarazo adolescente suma 13 por ciento; Europa, donde se sitúa entre 8 y 9 por ciento; y Estados Unidos, con alrededor de 16 por ciento. De hecho, el Plan de las Naciones Unidas para el Desarrollo acaba de rajar a Colombia en las llamadas metas del milenio y justamente uno de los indicadores del fracaso en el país de este plan, que pretende mejorar la calidad de vida de la población, es la alta tasa de jovencitas que ya son madres.


El doctor Salazar, sin embargo, está en contra del pánico que el asunto produce y aboga por hacerle frente con nuevas propuestas y convicciones. Al respecto, él aplica lo que predica, pues hace ya varios años creó la Red Colombiana de Jóvenes en Salud Sexual y Reproductiva, que hoy cuenta con unos 55 mil jóvenes en varias ciudades del país.
Salazar ha podido así conocer la realidad de los adolescentes colombianos y responder con más autoridad la pregunta del millón: ¿por qué hay tantas adolescentes esperando bebé? Como en tantos aspectos de la vida, todo empieza por casa, y él tiene claro los grandes problemas que marcan hoy las relaciones entre padres e hijos: “Como padres no somos conscientes de lo que está sucediendo, perdimos el control de nuestros hijos y hemos pasado de ser una sociedad represiva a una sociedad permisiva en la que los padres quieren ser los mejores amigos de los hijos y eso no tiene sentido”. Bajo esta última condición, señala el especialista, los mayores suelen enseñarles a los hijos a tomar alcohol y hasta les compran los preservativos, pero todo ello desprovisto de autoridad.

 
Así como los padres pierden ascendiente sobre sus hijos, lo ganan factores que actúan con un poder irrefrenable. Salazar acude a la sicología para explicar cómo el niño que crece en un ambiente familiar complicado –y hoy en día casi todos los hogares lo son– guarda en su ser una serie de traumas que ineluctablemente afloran en la adolescencia. Los jóvenes, entonces, se convierten en parricidas en sentido figurado. Es decir, en aras de vengarse de todas aquellas carencias y abusos de la niñez, intentan herir a sus padres y en ese afán se hieren a sí mismos, por medio, por ejemplo, del consumo desmesurado de alcohol y drogas o teniendo relaciones sexuales riesgosas que en muchos casos terminan en embarazos.


Surge en este plano lo que el doctor Salazar denomina la “cadena de riesgo adolescente”, la cual comienza con la rumba pesada y termina con las relaciones sexuales sin conciencia. Son muchos los que observan que una de las grandes causas del boom de padres adolescentes es que tanto ellas como ellos inician su actividad sexual cada vez más temprano. El doctor Salazar tiene niñas de 12 años embarazadas en su consulta y confirma que hoy es posible decir que las hay sexualmente activas desde los 10.
¿La solución entonces sería refrenar esas pulsiones en los niños? Salazar cree que a estas alturas eso es imposible. No se puede negar su carácter sexuado y que, en gran medida por la presión de medios, para ellos está mal, da asco, quien no se haya iniciado en el sexo antes de los 15.


La resolución entonces, se diría, está en los colegios, pero éstos no son más eficaces que los hogares. Pese a aciertos como la obligatoriedad de programas de educación sexual, el fracaso de estas políticas se hace verdad en las 35 mil menores de 14 años embarazadas que se cuentan actualmente. Dicho coloquialmente, los colegios y profesores no saben con que trapos coger el asunto y han incurrido en lo que el doctor Salazar llama la ‘talleritis’. Se refiere al auge de los talleres de educación sexual, dictados en las aulas por sicólogos que les brindan tediosas charlas a los adolescentes y cuyo fin, sobre todo, es explicarles cómo se usan los métodos anticonceptivos. Pero, a la hora de la verdad, o no los usan o los usan mal: una encuesta de la Red dirigida por Salazar mostró que sólo 38 por ciento utilizó preservativo en su primera relación. Además, 80 por ciento de los que usaron métodos anticonceptivos de emergencia, como la pastilla del día siguiente, fue porque improvisaron esa relación, y 20 por ciento porque tuvieron accidentes con el condón, cuando las tasas reales de falla del preservativo no deberían pasar de 7 por ciento.


Para el doctor Salazar, los colegios no sólo no están cumpliendo una labor útil en materia de salud sexual, sino que generan otros factores anómalos: los colegios son, hoy por hoy, grandes atropelladores de los niños cuando los rechazan tras someterlos a exigentes procesos de admisión o cuando los maestros los ridiculizan ante la clase cuando no rinden en sus estudios. Con ello, advierte el doctor, destruyen la autoestima que se necesita para tomar decisiones acertadas, para saber escoger con quién se juntan, para construir un proyecto de vida en el que los hijos sean un gran suceso de la vida y no el fruto de una irresponsabilidad. Y eso va también para los padres y para la sociedad que cree que la adolescencia es una enfermedad que pasa con el tiempo. “Si a un niño, en sus primeros cinco años de vida no se le da autoestima, no hago que crea en él, que entienda que es importante, si no le doy límites claros, si le permito que haga todo lo que quiere y no le enseño a manejar la adversidad, él no va a tener criterio para poder definir”, concluye el especialista.


Salazar cree que si los jóvenes no quieren oír a “los viejos”, entonces son estos últimos los que tienen que escucharlos a ellos y dejar el miedo y la mojigatería. Hay que derribar mitos como que se induce a los menores a las relaciones tempranas si se les habla de sexualidad. O que no se van a iniciar si nunca se les habla al respecto. De acuerdo con el ginecólogo, todo eso es falso. “Cuanto más rápido les hablemos, van a ser más concientes y se van a querer y se van a respetar muchos más”, asevera.


En definitiva, la inclusión de los jóvenes, a cambio de echarles cantaleta o llevarles la contraria, es la clave de la solución del más grave problema que afrontan hoy. El trabajo de la Red ha demostrado que ello funciona, ya que son los mismos jóvenes líderes, luego de una capacitación por parte del doctor Salazar, los que se encargan de recoger, en un ambiente de mayor confianza y expansión, los testimonios de sus pares. A través de entrevistas y encuestas, es posible establecer cómo piensan y por qué actúan como actúan. En ese orden de ideas, la Red difunde su caballito de batalla: “Si cada adolescente le da un buen consejo a otro amigo, seguramente tendremos un embarazo menos”. Una opción que tiene sentido, pues los muchachos oyen más a los amigos que a los padres.


Y en cuanto a estos últimos, ¿qué deben hacer cuando un hijo o hija menor de edad le confiesa que va a ser padre o madre? La recomendación del doctor Salazar es hacer más patente que nunca su gran amor: “Si no apoyamos a nuestro hijos, en vez de un problema, vamos a tener dos. Lo importante de ser padres es acompañarlos en los momentos difíciles, no salir en la foto de sus éxitos”.