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¿Es posible un matrimonio sin sexo?

Por Arnoldo Mutis, 5/5/2010

Son muy frecuentes las parejas casadas o en unión libre que pierden todo interés por las relaciones íntimas. Volver a encender la pasión es bien difícil , aunque no imposible.

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La respuesta obvia al titular de este artículo es “no”, al menos en condiciones normales. Sin embargo, se trata de una situación de la que se oye hablar cada vez más a menudo, aunque no es para nada novedosa. “Hace unas décadas, cuando no existía el control natal confiable, el matrimonio sin sexo era una manera de limitar el tamaño de la familia”, explica Denise Donnelly, profesora asociada de Sociología de la Universidad del estado de Georgia, Estados Unidos. “Aquellos eran, además, los días en que se supone que las mujeres no disfrutaban del sexo y a menudo ellas lo usaban como una herramienta de negociación en sus matrimonios”, continúa la especialista, quien también concluye que muchas parejas infelices –y ello en buena medida quiere decir que no tenían relaciones sexuales– seguían bajo el mismo techo para cumplir con las imposiciones sociales y en supuesto beneficio de sus hijos.

Hoy, pese a que hay menos tabúes frente al sexo y la disolución del matrimonio, el problema de las parejas casadas o en unión libre que pierden el interés en hacer el amor no es ninguna rareza, mediado por las condiciones de la vida moderna. No hay que olvidar que el sexo, desde siempre, ha sido un pilar del matrimonio. En las leyes de la Colonia, por ejemplo, existía el llamado “débito conyugal”, referido específicamente a que marido y mujer tenían derecho a reclamar de sus parejas, incluso ante la autoridad, las relaciones maritales. Sin sexo tras la boda, se dice que el matrimonio no se ha consumado y en esas condiciones hasta la rígida Iglesia lo declara nulo, es decir, que nunca existió. Como lo afirma la sicóloga y sexóloga Sandra Alejo, se trata de una de las funciones que permiten el desarrollo y el fortalecimiento del vínculo. “Incluso, a muchas parejas el sexo antes del matrimonio les da seguridad, pues así reconocen el tipo de comunicación, la confianza y la compatibilidad que pueden tener en la expresión sexual”, dice esta profesional, experta además en educación. Más aun, en aquellas parejas que inician sus intimidades después de casarse ello significa una experiencia máxima para la que se han preparado durante el noviazgo y determina su grado de compenetración.

Pero, ¿cómo es que esa experiencia máxima se va rezagando hasta convertirse en un pálido recuerdo de la historia conyugal? De acuerdo con la profesora Donnelly, algunas parejas no tienen mucha actividad sexual desde el principio, mientras que otras identifican un momento o suceso después del cual la frecuencia de sus relaciones empezó a espaciarse hasta extinguirse. La circunstancia más citada es la llegada de los niños al hogar, cuya crianza no sólo absorbe el tiempo de la madre, sino que puede producirle variaciones fisiológicas que inhiben su líbido.

El matrimonio sin sexo, de otro lado, persigue a los hombres y mujeres exitosos profesionalmente o muy comprometidos con sus carreras, quienes, luego de trabajar largas jornadas, llegan a casa muy cansados o a solucionar los problemas del hogar, lo que los distancia de sus parejas.

Pero no todo es cuestión de falta de tiempo. La condición humana, con sus misteriosos intríngulis, le juega malas pasadas al sexo. Entre las múltiples causas del declive de la pasión, la doctora Alejo cita las crisis suscitadas por los problemas económicos, los desacuerdos en la convivencia o las diferencias en las relaciones familiares, entre otras razones. “Esos rifirrafes son normales en toda pareja –explica la sexóloga–, pero lo malo es cuando uno de los cónyuges sienta su posición negándose a tener relaciones con su pareja, a manera de castigo”.

Es una vieja represalia que usan ellos y ellas, pero también es posible decir que las motivaciones para suprimir el sexo marital varían de acuerdo con el género. En el caso de las mujeres, la doctora Alejo recuerda que pueden perder el interés por motivos relacionados con el acto sexual, como dolor durante el coito, y no lo manifiestan, sino que prefieren inhibirse. También es posible que no les guste la manera ruda o poco tierna en que sus maridos las acarician, las palabras que utilizan, ciertas exigencias en la cama y el hecho de que sólo piensen en su propia satisfacción. Un esposo que ignora los preludios amorosos o que experimenta el orgasmo muy rápido, deja de ser sexualmente atrayente para su esposa.

Ellos, por su parte, son dados a aburrirse de sus mujeres cuando el sexo con ellas se vuelve rutinario, mecánico y menos espontáneo, asevera la especialista. Pero, de acuerdo con su experiencia, la doctora destaca que lo que más desencanta a los señores es que sus compañeras esperen a que siempre sean ellos los que tomen la iniciativa para tener relaciones y que no pidan ni expresen las prácticas o posiciones que más las excitan o les facilitan llegar al clímax.

En el contexto colombiano, la cuestión ancestral de ser hombre o mujer aún afecta las intimidades de la alcoba, señala la especialista. Así, si el sexo se desvanece en la vida en pareja, también es porque ellas todavía están condicionadas por ese ideal de la mujer recatada, que silencia sus pasiones y cierra la puerta para que el hombre la interprete y la revele.

¿Y qué tan estrechas son las relaciones entre sexo y felicidad en la pareja? Para la profesora Donnelly, en la gran mayoría de los casos la retroalimentación entre los dos aspectos es total. “Las parejas felices tienen sexo y mientras más sexo tiene una pareja, más dichosa asegura ser”, afirma, del mismo modo que las que suspenden su intimidad son más dadas a pensar en la separación.

Porque la falta de sexo en la pareja vislumbra su disolución a largo plazo, si no hace nada por reavivar la pasión, una tarea que de por sí no es nada fácil. “Algunas parejas lo logran. Pero una vez que el matrimonio no ha hecho el amor por un lapso muy extenso, es muy difícil. Uno de los cónyuges o ambos pueden estar extremadamente temerosos de ser heridos o rechazados, o sólo completamente apáticos a su pareja”, sostiene.

A manera preventiva, Donnelly recomienda a las parejas hablar siempre de su vida sexual, pues ello hace más sana la relación. Cuando esa comunicación se ha perdido y se quiere retomar, cada pareja tiene que examinar su historia, sus motivaciones y logros, y si vale la pena recuperar su vida sexual. “Puede ser una tarea difícil y requiere de pasos físicos y emocionales que pueden resultar incómodos para la pareja”, advierte.

La doctora Alejo, por su parte, recuerda que “el sexo como el amor, la prosperidad y otras variables en que se basa la pareja, también requiere trabajo, disciplina, constancia y tiempo”. Como tareas específicas para recobrar el deseo, ella encuentra muy propicio además que los esposos sean espontáneos, que salgan de la casa, inventen juegos sexuales y busquen nuevas maneras de vivir su sexualidad, a través de juguetes, por ejemplo. Según esta especialista colombiana, unas vacaciones románticas pueden bastar, pero si se trata de problemas sicológicos o físicos, como eyaculación precoz en el hombre o vaginismo en la mujer, hay que ponerse en manos de especialistas.

Ahora bien, no hay que olvidar que el sexo es sólo una parte de la intimidad, de modo que los especialistas también recomiendan mantener la comunicación abierta siempre y nunca irse a la cama disgustados porque con ello, inmediatamente, lo primero que sufre es su vínculo sexual. “En la medida en que tengan menos sexo, menos considerarán que lo necesitan. Pero si lo practican regularmente se especializarán y lo harán parte indispensable del goce de la vida y del ser”, concluye Sandra Alejo.