Espacios inspiradores

, 30/3/2014

En el sector más selecto de Bogotá, el Click Clack hece que un hotel sea una verdadera experiencia de lujo

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Es un edificio innovador de diez pisos, en cuya fachada un espectador detallista notará el trazo del mapa capitalino. Se trata del hotel Click Clack, un lugar que, más allá de ofrecer el servicio de alojamiento, es una fábrica de experiencias que apunta a reinventar la idea tradicional de hotel acudiendo a los detalles decorativos, la interacción y la reactivación de los sentidos. La magia de este espacio recae en el especial cuidado que se ha puesto en los detalles diferenciadores: las habitaciones se denominan XS, S, M, L y XL, y están dotadas de enormes ventanales que ofrecen una de las mejores panorámicas de la ciudad; hay terrazas con vista a grandes jardines verticales y amenidades para los huéspedes, como percheros en forma de animales, kits para la lujuria, la renovación después del trabajo o la resaca, y llaves “acertijo” que activan sorpresas.

Dentro de este refugio de aire vanguardista, cuyo diseño fue liderado por Tomás Beltrán y Juan Felipe Cruz, dan ganas de quedarse varias horas admirando cada pieza de colección. La música y la fotografía son la inspiración para acceder a Cien Gramos, el restaurante del hotel, que recibe no solo a los huéspedes sino a los visitantes que van en busca de una experiencia sensorial a la hora de comer o tomarse un trago. Una lámpara gigante en forma de taza de té ilumina este espacio que, haciendo honor a su nombre, sirve una variedad de platos de exactamente 100 gramos, un nuevo formato creado por la chef bogotana Natalia Ramírez quien, después de pasar por la cocina del afamado restaurante español Mugaritz, regresó a Colombia para desarrollar en Click Clack la tendencia gastronómica consistente en pequeñas porciones que incitan a antojarse, probar, tocar, oler y compartir cada una de las opciones de la carta, sin restricciones.

Por su parte, el equipo de bartenders ha creado nuevos conceptos de coctelería como los Tea Tonics, en los que al tradicional Gin & Tonic se unen nuevos ingredientes como las infusiones de té, los siropes y los garnish de frutas naturales, que llegan a la mesa en copas bañadas en colores y olores. Los meseros alistan canastillas de comida que son entregadas en las habitaciones en cajas decorativas llamadas Bed Picnic, superando el tradicional room service.

Todo ello reafirma un concepto muy original de hospitalidad, cuya filosofía es ratificar la idea de que en los detalles habita el placer.