Gisele Bündchen una leyenda moderna

Daniela Sánchez Russo / Los Ángeles, 24/8/2015

FUCSIA viajó a Los Ángeles para entrevistar a la supermodelo, quien hace cuatro meses anunció que dejaría las pasarelas. La brasilera discutió los legados que ha dejado en el mundo de la moda y los obstáculos que deben superar las mujeres hoy.

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El estudio en West Hollywood, Los Ángeles, donde la Revista FUCSIA fue citada para entrevistar a Gisele Bündchen, es un lugar imponente y austero. Altas, amplísimas puertas de metal dan paso a salones donde han sido diseñadas escenografías para que incursionen modelos y actores, y a camerinos privados donde esos famosos son peinados, maquillados, vestidos y perfeccionados, tal como lo demanda el particular universo de Hollywood.

Sin embargo, cuando Bündchen entra al cuarto donde se hará la entrevista –ocupado únicamente por un sofá y dos sillas–, ese universo impuesto no lo parece tanto, pues su carácter enseguida denota naturalidad y dulzura.

En persona, Gisele es más alta y más delgada de lo que uno se imagina. Su presencia es majestuosa pero nunca incómoda, quizá porque trata al otro, incluso al periodista que no conoce, con plena familiaridad. En esta cita en particular está vestida de forma sencilla: un vestido camel holgado y corto que rememora los años setenta y que hace parte de la colección de ropa que Falabella lanzará en el otoño, y unas sandalias tipo gladiador que le llegan por encima de los tobillos.

Por cómo se expresa, suelta y dinámica, se percibe que Bündchen tiene un espíritu inquietante, y se sospecha que es lo que la ha llevado tan lejos. En nuestra cultura, a pesar de solo tener treinta y cinco años, esta rubia es una leyenda moderna sobre la que se piensa no le falta ni la fama, ni el amor, ni la fortuna. Pero cuando empezó en el mundo del modelaje las cosas eran distintas.

Tenía catorce años y el único sueño de ser deportista profesional, vivía en el pequeño pueblo de Horizontina, Brasil, en una casa de dos cuartos que compartía con sus padres, cinco hermanas y catorce perros. Aprendió inglés, no en el colegio, sino escuchando las canciones del grupo Boyz II Men. Ahora, dos décadas después, la brasilera es reconocida por haber sido durante años la modelo mejor paga según la revista Forbes, y por haber cambiado los estereotipos que los años noventa forjaron sobre el cuerpo femenino.


Gisele Bündchen con nuestra periodista Daniella Sánchez. Foto: Fucsia


Mientras para la época, diseñadores como Alexander McQueen y Karl Lagerfeld escogían modelos extremadamente delgadas y pálidas como Kate Moss, ella impuso en la pasarela un tipo de belleza que es curvilínea y tonificada, y que puede y debe ser imperfecta: no es secreto, por ejemplo, que su rostro fue criticado y a la vez adorado por su protuberante nariz.

Hace cuatro meses, sin embargo, Bündchen anunció que dejaría las pasarelas. Por este punto, entonces, decidimos empezar la entrevista.

Aunque aún es muy joven, ha tenido una carrera extremadamente exitosa. Con un precedente así, ¿cómo piensa reinventarse?

La única cosa que yo sé de la vida es que está sujeta al cambio. (Al terminar la frase empieza a entonar la canción de Mercedes Sosa, Todo cambia, y es seguida por su grupo de trabajo, quienes la acompañan en el coro y luego hacen silencio). Para mí, este momento es muy especial.

Cerré un ciclo que duró veinte años, de los catorce a los treinta y cuatro, y en el que crecí personal y profesionalmente. La decisión de retirarme de las pasarelas fue tomada a consciencia, porque siento que en ellas viví todo lo que tenía que vivir, a tal punto que mis prioridades cambiaron de un día para otro. Lo que quiero decir es que el vaso que cargaba conmigo mientras fui ese tipo de modelo se llenó de experiencias y por ende tuve que vaciarlo: esa es la única forma de empezar a honrar partes de mí que aún no he descubierto del todo.

¿Puede contarnos cuáles son esas partes?

Por ejemplo, quiero descubrir mejor mi faceta como madre. Mis hijos son chiquitos, tienen cinco y ocho años, y sé que me necesitan. También quiero, al menos por un tiempo, tomar distancia de quien he sido y volverme observadora de mi propio trabajo: uno no puede estar siempre en función de los compromisos, como un hámster en una ruedita. Quiero tener la suficiente objetividad para ver el camino recorrido y volver a preguntarme sobre lo que deseo profesionalmente. Sé, sin duda, que mi objetivo último es la felicidad.

¿Qué estereotipos del mundo del modelaje derrumbaría por ser falsos?

No entré al mundo del modelaje buscando estereotipos. Considero que los estereotipos son afirmaciones que cada quien acepta como verdades. Sin embargo, que sea verdad para uno no significa que sea verdad para otro. Me explico: si una persona juzga a otra, lo está haciendo desde sus propios deseos e inseguridades. Por tanto, yo quiero vivir mi verdad y así alejarme de rótulos innecesarios. Me niego a ser criticada a partir de estereotipos. Así es que no, no puedo contestar cuáles son los clichés del mundo de la moda.


Foto: Cortesía Falabella


Una vez entró al mundo del modelaje, se habló de que había impuesto la modelo sexy, por encima del heroin chic. ¿Cree que esta reconfiguración de la belleza era necesaria?

Creo que era necesario que hubiera cuerpos y tipos de belleza distintos a los establecidos. Pero no sé si es conveniente o sano decir que un tipo de belleza superpone a otro, o es mejor que otro. Volvemos entonces al tema de los estereotipos. Uno no puede clasificar tan tajantemente, sino que debe mantener la cabeza amplia y aceptar la diferencia. Creo que yo triunfé más por mi disciplina que por mi belleza.

¿Recuerda un momento en pasarela que haya sido memorable?

Ha habido tantos…. intensos, preciosos, arduos. En veinte años llegué a tener siete desfiles por día durante las Semanas de la Moda en Nueva York, París o Milán, por lo que se entiende que me es complejo escoger solo uno. Ahora mismo recuerdo, por ejemplo, un desfile de John Galliano en el que tuve que caminar con tacones en medio del agua. ¡Fue extremadamente difícil!

¿Cuál es la diferencia entre ser modelo de pasarela, y ser modelo para marcas como Falabella?

La diferencia es obvia. En la pasarela estás presente, expuesta frente a un público y cientos de cámaras; para las marcas haces shoots que luego se convertirán en campañas. Ha sido muy importante vivir las dos experiencias, porque a través de ambas he evolucionado. Creo que es un proceso natural en todas las profesiones: probar distintas ramas, vencer los obstáculos de éstas y finalmente tener la opción de escoger con cuál de esas ramas se queda uno.

A través de su fundación Luz, ha tratado a mujeres vulnerables muy de cerca. ¿Cuál cree que es el principal obstáculo de la mujer moderna?

Creo que hoy en día el mayor obstáculo que viven las mujeres es ser juzgadas fácilmente por medio de las redes sociales, sobre todo cuando están en la adolescencia. Es muy difícil encontrar a una joven que reciba bien la crítica, porque la vida es la que la va enseñando a ser fuerte y ella, en un principio, no tiene experiencia. Esta joven se expone, por medio de las fotografías y comentarios que sube a internet, a que critiquen su cuerpo, su rostro, su mentalidad, esa imagen única e irremplazable que ella ha forjando y que será su identidad.

¿Es por esto, por el miedo a la crítica, que cuando se refiere a sí misma como modelo habla de 'ella', como si esa que estuviera en las fotos no fuera usted, sino otra que sí puede ser juzgada?

Ese alter ego tiene más que ver con que yo, de adolescente, nunca estuve ligada a un universo demasiado femenino porque era medio tomboy; no quería ser modelo y empecé esta profesión para ayudar a mi familia. Por ende, con el tiempo, he sido muy consciente de que la Gisele que modela es distinta a la Gisele que está en familia o entre amigos. Además, este alter ego me permite ser mucho más objetiva con el trabajo. Como no soy yo quien está bajo el lente sino otra, puedo apreciar qué está haciendo mal y qué bien, dejar que la critiquen sin que eso repercuta directamente sobre mí… Pensándolo bien, quizá sí sea un tipo de blindaje.

Bündchen podría quedarse respondiendo preguntas el día entero, pero su equipo de trabajo la espera para empezar a fotografiar la nueva colección de ropa que lanzará Falabella este otoño.

Le dicen que el tiempo de la entrevista ha terminado, y entonces dejamos las sillas y salimos por una de tantas puertas de metal que hay en el estudio. Atrás de nosotros, las luces se apagan. Justo al lado, en otro salón, la escenografía que productores y diseñadores han estado montando durante la mañana, por fin está lista. Así es que solo falta Gisele.