Iris Apfel, la estrella geriátrica

, 12/5/2015

En un momento en que casi todos parecen huir de la edad, esta neoyorquina de 93 años, la primera mujer en usar jeans en EEUU, se ha convertido en un ícono de la moda por su estilo de vestir maximalista. FUCSIA habló con expertos sobre el legado de Apfel.

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Los viejos. Tildados de sabios a través de la historia, pero confinados muchas veces en asilos. Vistos como tiernos cuando hablan de ellos sus nietos y familiares, pero definidos como pasivos y dependientes en el curso de la modernidad.

"Todos los seres humanos desean tener una vida larga, pero nadie quiere ser anciano", dijo el escritor Jonathan Swift hace tres siglos, y esto parece constatarse cada vez que vemos avisos publicitarios ocupados por caras jóvenes; vitrinas repletas de productos para ocultar las arrugas; estrellas de Hollywood que acuden al quirófano para no sentir el cambio de piel que trae la edad.


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No le huimos tanto a la muerte como al hecho de dejar de vernos como cuando teníamos 20 años
, de no sentirnos igual. Pero como en la moda y en la fama enfermedad y antídoto van casi siempre de la mano, existe una tendencia que se ha estado materializando en los últimos años y que esperamos haya llegado para quedarse: los viejos también pueden ser símbolos sugestivos.

Esta apuesta se materializa en las campañas publicitarias de ancianas famosas para marcas de lujo
—Joan Didion y Chanel, Joni Mitchell e Yves Saint Laurent—, pero especialmente en el documental que hizo el legendario y hace poco fallecido Albert Maysles sobre la nonagenaria Iris Apfel, quien es ícono de moda en Nueva York por su estilo de vestir ecléctico, maximalista y barroco. Es tan así, que un día común se puede encontrar a Apfel caminando con un abrigo multicolor de plumas de pato del diseñador Jean-Louis Scherrer, combinado con accesorios que compró en cualquier mercado de pulgas.

El documental, que fue lanzado en la Gran Manzana a finales de abril y que pronto llegará a Los Ángeles, da cuenta de esta mujer de 93 años que fue diseñadora de interiores para Greta Garbo y para distintos presidentes de la Casa Blanca —incluyendo al polémico Nixon—, pero que solo fue descubierta en sus 80 después de que el Museo Metropolitano de Arte de Nueva York hiciera una exposición con más de 900 piezas, entre ropa y accesorios, que le pertenecían.


Bocetos de Iris Apfel. Foto: AFP


Vestiduras eclesiásticas del siglo XIX con pantalones de piel de lagarto marca Dolce & Gabbana, trajes Dior de alta costura con jeans que había comprado por menos de quince dólares vestían a maniquíes que tenían como propósito retratarla a ella, dueña de un estilo en el que se mezcla lo moderno y lo antiguo, lo lujoso y lo depreciado.

La exposición fue la primera muestra de ropa que el Museo hizo de una mujer que no fuera diseñadora, y para rendirle tributo cada uno de los maniquíes tenía puesto las gafas redondas, anchas y gruesas que la caracterizan.

Desde entonces, medios de comunicación y diseñadores empezaron a acecharla. La marca de cosméticos MAC hizo una línea bajo su supervisión, donde se resaltan lápices labiales y pintauñas de colores estridentes; el famoso Bruce Weber la fotografió para Vogue Italia, y la revista DAZED la hizo su portada, vistiéndola con extravagantes diseños en dos dimensiones que Rei Kawakubo hizo para Commes de Garçons.

Su estilo atemporal pasó a ser hip; su vejez pasó a ser legendaria.
Los jóvenes comenzaron a seguirla; la academia a enseñarla: "La originalidad —dice Gene Lakin, profesor de Parsons— asusta a algunos terriblemente, ya que es a través de ella que alguien puede ser definido, al punto de sentirse amenazado. En una era en la que las celebridades no se erigen por su talento, es fácil diferenciar a los originales de los artificiales e Iris, en definitiva, es una original. Su estilo es ecléctico pero balanceado. Tiene un ojo para la escala y la proporción, y otro para el color y la textura. Toma riesgos al vestir, por lo que se puede confundir su espontaneidad con falta de sofisticación. Su legado será demostrar que se puede ser un inconforme sin estar ceñido a un dogma".

Lakin insiste en que Iris, con su tardía fama, no busca seguidores ni promueve una cultura anárquica, ya que, al haber pasado desapercibida la mayor parte de su vida, estaba más bien festejando una individualidad. Esta tesis se sostiene cuando escuchamos una de las espectaculares frases que Apfel dice en su documental: "Mi esposo y yo nos reímos todo el tiempo de mi fama. No estoy haciendo nada diferente de lo que hacía hace setenta años y de repente soy tan cool y estoy tan de moda. Soy una estrella geriátrica. Soy la adolescente más vieja del planeta".


Algunos de los accesorios que usa Iris Apfel. Foto: AFP


Como era característico en la estética de Maysles, quien se hizo famoso por documentales como Grey Garden (1975) y Salesman (1968) y quien murió el pasado 5 de marzo a los 88 años, la cámara sigue a Iris en la tranquilidad de sus días al lado de su esposo, Carl Apfel, mientras ella cuenta lo que le da la gana.

Obtenemos, entonces, detalles biográficos, aunque no de forma consecutiva y sin una voz narradora que muchas veces puede quitarle calidez a la obra. Conocemos que Apfel nació en Queens, Nueva York, en una familia donde el padre era diseñador de espejos y la madre tenía una boutique de moda.

Tuvo su primer trabajo en la revista Women’s Daily, donde la editora le dijo que no importaba que fuera una mujer fea, ya que tenía estilo. Fundó con su esposo una fábrica de telas —Old World Weavers— que copiaba diseños de entre los siglos XV y XIX. Y fue la primera mujer en Estados Unidos en usar jeans: consiguió que se los vendieran, después de mucho insistir, en una tienda militar en 1950.

Hija de la turbia época de la Gran Depresión, Iris defiende la moda diciendo que es un retrato de la historia, y tiene su recelo sobre las tendencias actuales: "Son anónimas, muy parecidas entre sí". El profesor de diseño de la Universidad Columbia de Chicago, Dieter Kirkwood, difiere: "En nuestra época sí existen diseñadores tan distintos, que hacen de la moda algo emocionante". De Iris, sin embargo, agrega: "Existen pocas como ella. Es una maximalista, no porque quiera llamar la atención, sino porque conecta con los objetos que la rodean y les otorga vida".


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Iris tiene un acento neoyorquino muy marcado, y una voz aguda con la que va formando frases tajantes, que sin duda saca de la experiencia: "Si no eres hermosa, tienes que aprender a ser atractiva. Todas las niñas lindas que fueron conmigo a la escuela terminaron por ser horribles, porque se confiaron en sus caras y nunca aprendieron a ser interesantes", dijo para el diario The Guardian.

Con esas frases nos enseña que la vejez puede ser interesante, que la edad necesita sostenerse de la individualidad. Aunque Apfel no esté buscando un séquito, ¿por qué no seguirla? Seguramente es más saludable que partirse la cabeza pensando en cómo sostener una belleza imposible.