Colombia capturada en una joya

Revista FUCSIA, 12/3/2015

Ana María Sarmiento es la fundadora y directora de la marca de joyas de lujo Flor Amazona, que recientemente hizo presencia en ARCOmadrid con una pulsera de una rana arlequín precolombina de seis centímetros de grosor.

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Desde que era niña, la bumanguesa Ana María Sarmiento desarrolló un gusto particular por la joyería que no provenía ni de su mamá abogada ni de su papá empresario. A ellos les pedía que la llevaran al Museo de Oro en Bogotá cada vez que estaban de vacaciones y, en los distintos viajes, era obligatorio pasearse por el mercado de las pulgas para comprar materiales que le sirvieran para hacerse joyas o darles a sus amigas.

A ese gusto, sin embargo, le dio rienda suelta después de haber trabajado cuatro años en la banca y en Naciones Unidas. ”Me di cuenta de que yo quería trabajar en algo más creativo pero que estuviera al lado del negocio. Yo sabía comprar joyas pero no sabía nada de ellas. Lo que hice fue irme a Italia a hacer una maestría de moda y lujo, y conseguirme uno de los mejores joyeros canadienses que estaba en China para que me dictara un curso intensivo”, relata la diseñadora de 31 años.

Antes de tener un producto, Ana María creó una marca que circunscribiera una idea positiva sobre Colombia, pues luego de vivir tanto tiempo entre Europa y Asia, quiso combatir los prejuicios negativos que aún hoy perduran. “Deseaba crear una marca colombiana positiva porque afuera todavía existen clichés de Colombia sobre la droga y la idea de que en el país no se puede producir algo de moda, internacionalmente hablando. Empecé a buscar qué palabras tenían una connotación positiva, y encontré que el Amazonas tiene mucho que ver con lo que para mí es la mujer colombiana, porque es un enigma. La marca Flor Amazona se fundó en Hong Kong en 2012, pero el primer lanzamiento fue en París, ese mismo año”.

Desde entonces, Flor Amazona se ha vuelto un referente de combinación entre orfebrería precolombina con diseño vanguardista inspirado en la naturaleza. Colores vivos como el azul, el amarillo, el verde y el rosado se usan en dibujos de animales y flores que se plasman en joyas hechas en acero, perlas de vidrio, baños de oro de veinticuatro quilates y esmalte.

Las cuatro colecciones, que se han movido en tiendas de 17 países, encuentran su inspiración en viajes hechos a Nuquí (Chocó), donde las plumas, los pájaros, las palmeras, las ballenas o las figuras mitológicas, como la del hombre murciélago, ocupan un lugar diferente a lo folclórico y artesanal. Muestra de ello se pudo apreciar en la pasada edición de ARCOmadrid, donde Ana María fue uno de los diez artistas nacionales seleccionados para representar la identidad colombiana en una pieza. La pulsera de seis centímetros de grosor usaba la rana arlequín con una figura precolombina y la modernizaba con rayas al estilo náutico.

Para desarrollar el concepto de glamour amazónico, Ana María trabajó junto con comunidades indígenas, con el propósito de llevar diseños colombianos de lujo al exterior. ”Tengo una línea que se llama Latin Luxe, que es hecha por los indígenas Embera y Kamcha, y hay un taller satélite ubicado en la Sierra Nevada de Santa Marta. Los diseños son de ellos, no son míos, y los patrones son lo que ellos ven en los sueños de sus viajes chamánicos. Yo les cuento la inspiración de la colección, les digo el tema y les propongo cambio de colores para que no sea el diseño típico rastafari que recurre a los colores primarios. Una colección puede demorarse entre tres y cuatro meses, porque una pulsera necesita entre seis y ocho horas, y son diseños únicos. Ellos reciben el pago por la pieza que me tejen a mí y eso se reinvierte en la educación de la comunidad. Aquí lo que estoy tratando de vender no son joyas sino cultura colombiana”.