“La identidad va mucho más allá del órgano sexual”

Revista FUCSIA, 22/2/2016

Vanessa Gómez, diseñadora de A New Cross, no cree en los estereotipos de género y su marca es un reflejo de ello. "Prefiero pensar que no necesitamos etiquetar ni encasillarnos en definiciones".

Foto: Daniella Benedetti - Foto:

En 1978 Diane Keaton recibió el Óscar a mejor actriz, gracias a un personaje no solo memorable por su interpretación, sino por su forma de vestir. Convertida en Annie Hall, un papel hecho a su imagen y semejanza, la actriz impuso el estilo “masculino chic”: adornó la silueta femenina con sombreros, corbatas y chalecos, y se convirtió en el epítome de la mujer con carácter. Entonces era fácil saber qué ropas pertenecían a un clóset de damas o de caballeros y precisamente la estrella sacudió las alfombras rojas por sus atuendos poco ortodoxos. Pero ahora ¿se puede identificar con facilidad qué pertenece a quién?; ¿aún se trata de ellos usando las faldas de ellas, y de ellas poniéndose sus pantalones? A mediados de 2014, el periódico The Guardian vaticinó que la tendencia imperante sería más un “compartir”, dado en la neutralidad asexuada.

Vanessa Gómez, diseñadora de la marca A New Cross, está convencida de que la moda sirve como un elemento que cuestiona las concepciones tradicionales sobre hombre/mujer. De hecho, en su esencia, ella encarna esa tendencia: “El tema de género me apasiona. Por ser un asunto tan relevante en mi vida permea mi trabajo, muchas veces casi que de forma inconsciente. Al crear, intento ser siempre muy honesta, coherente con lo que soy. También es cierto que desde la marca, de una forma consciente, buscamos hacer explícito el tema de ‘no género’, en prendas que desde la fisionomía de los cuerpos puedan usar ambos sexos, por lo que recurrimos a siluetas holgadas y a un look andrógino”.

La doctora Laura Zambrini, socióloga experta en el tema, le manifestó a FUCSIA en una ocasión que la moda es un espacio ideal para analizar las cuestiones de identidad: “Muchos diseñadores están visibilizando esta crisis del esquema binario. El nuevo milenio ha traído otras maneras de entender las corporalidades y esto obviamente también revoluciona la industria. La vestimenta como tal imprime significados culturales sobre el cuerpo que hacen referencia no solo a lo estético, sino también al orden de los géneros. Entonces, es un área interesante para pensar cómo la mirada de la sociedad va cambiando en relación a qué entendemos por femenino y masculino, que no son categorías naturales pues son elaboradas socialmente y, por tanto, se van transformando a lo largo del tiempo”.

Para la experta, “la misma historia prueba la artificialidad del paradigma heteronormativo”, así como la proliferación en la escena mediática de comunidades que manifiestan otras concepciones como la transgénero: “Antes del siglo XIX, la manera de vestir de varones y mujeres no era tan diferente. El adorno y el ornamento no eran exclusividad de ellas. Sin embargo, después de la Revolución francesa, con la consolidación de la modernidad industrial, este patrón comenzó a modificarse y el traje burgués (saco, corbata y pantalón) surgió en ese contexto. Pero las nuevas generaciones ven la sexualidad de una manera menos rígida. Hay tanta diversidad que la moda no puede tomar una postura conservadora; por el contrario, tiene que acompañar el cambio”.

“La construcción de una identidad va mucho más allá del órgano sexual que la naturaleza nos haya asignado y muy pocas veces corresponde a la definición ‘tradicional’ o ‘del momento’ de lo masculino y femenino”, enfatiza Vanessa. “No creo que haya ‘nuevas o viejas masculinidades’; pienso tal vez que son ‘nuevas o viejas construcciones sociales’, pues lo que cambia es la forma en que la sociedad interpreta y enmarca estos conceptos. Prefiero pensar que no necesitamos etiquetar ni encasillarnos en definiciones. Se trata de un camino muy personal que cada quien es libre de recorrer como quiera”.