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La magia de la ropa interior

Juan Diego Becerra Platin, 14/7/2011

Cuando hace 20 años un estudio señaló que una de las mayores oportunidades para la industria colombiana residía en la fabricación de ropa interior femenina, algunos se miraron extrañados.

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Si bien es cierto que teníamos empresas textileras grandes y algunas que ya estaban exportando ropa interior femenina a varios países del mundo, hablar de una fortaleza industrial que no estaba en los planes de nadie, fue una sorpresa. Y la sorpresa llegó lejos.

De puertas para adentro
En Colombia hablar de ropa interior femenina no puede suscribirse a las modelos que aparecen en los desfiles o a la diversidad de marcas que hoy se encuentran en el mercado. Hablamos para el 2010 de un mercado que llega a los 1,4 billones de pesos, que equivalen a 0,8% de los gastos de un hogar promedio. Si lo mirásemos prácticamente, 1 de cada 100 pesos que gasta un colombiano es destinado a ropa interior femenina. ¿Poco? Eso incluye hombre, mujeres y niños en cada uno de los rincones del país, cada mes, y es cerca de la mitad de lo que gastamos en huevos para nuestros hogares. De ese mercado nacional, Bogotá representa 30% del consumo total de ropa interior, mientras Medellín y Cali le siguen con 16 y 9%, respectivamente.

Y ni hablar de la oferta, actualmente, de todo tipo de prendas. Desde las más atrevidas hasta las más señoreras, pasando por un interminable surtido de colores, materiales y tecnologías. Hablamos de prendas que hoy ya incluyen control y realce, brasieres y pantys que hasta para los hombres terminan siendo reconocidas, no sólo como un simple objeto de deseo, sino como un universo del que aprendemos cada día un poco más.
Y en medio de esta oferta no puede dejar de decirse que tenemos marcas y productos para cada colombiana. No hablamos sólo de productos de alto costo, orientados a mercado específicos, sino también de marcas accesibles y que cumplen no sólo la tradicional idea de la comodidad que pregonábamos algunos años atrás. Hoy hablamos de erotismo y comodidad combinados, de esa mezcla que pareció alguna vez tan lejana.

De puertas para afuera
Pero lo que ha pasado en la industria de la ropa interior en el país es quizá más visible cuando miramos más allá de nuestras fronteras. Desde 1991 hasta el 2010, las exportaciones colombianas de ropa interior femenina han crecido en 54,95%, pero llegamos en el 2007 a estar 350% por encima de lo que exportábamos 17 años atrás. Esta caída desde el 2008 se explica fundamentalmente por la crisis hipotecaria de Estados Unidos, que disminuyó la capacidad de compra de los estadounidenses; la réplica de ella en los mercados europeos y la crisis de la frontera que vivimos con Venezuela.

Pero quizá los números cuando hablamos de las exportaciones no son tan significativos si no se tiene en cuenta la cantidad de países que hoy están recibiendo nuestros productos en la categoría. Mientras en 1991, 26 países recibían ropa interior femenina confeccionada en Colombia, en el 2010 esa cifra se elevó a 47. 47 países en los que puede leerse en la etiqueta el “Made in Colombia” típico de las marquillas que vemos a diario, pero que pocas veces mencionan a nuestro país.

Si hoy Colombia produce la ropa interior que utilizan tantas mujeres en el mundo, quizás haya algo más que grandes empresas y buenas intenciones. Y es allí donde es importante tener en cuenta que no sólo es suficiente tener un buen producto para entrar en el mercado del mundo. Se necesita visión.

Las razones
Cuando se pregunta a cualquier empresario de la industria de la ropa interior femenina en el país sobre las razones para que hoy tengamos el éxito que tenemos en el mundo en esta categoría, las respuestas son siempre las mismas: calidad y diseño. Y, aunque suene simple, detrás de cada brasier o panty que exportan las empresas colombianas hay más que miles de personas trabajando para lograr los mejores productos. Hoy tenemos grandes marcas que representan a nuestro país a lo largo del mundo y, sin lugar a dudas, allí está el éxito. En las marcas. Es imposible mencionar cada una de las marcas colombianas que hoy están a la vanguardia de la ropa interior femenina en el planeta. Sin embargo, el camino trazado por Leonisa, Gef, Punto Blanco, Touche, Bésame, Formfit o St. Even, por mencionar sólo algunas, es seguido por numerosas pequeñas empresas que empiezan a encontrar nichos de mercado alrededor del mundo, que comienzan a hacerse un lugar con producciones pequeñas, pero con altos estándares para un público cada vez más exigente. Por eso, es imposible hablar de calidad y diseño sin tener en cuenta la marca que viene detrás. El éxito de la industria de la ropa interior se fundamenta en una marca que representa calidad, diseño, tecnología y un estilo de vida en un mismo lugar. Eso, sumado a un precio competitivo que ha permitido ganar mercados frente a marcas europeas que incluso han tenido que abandonar el país, debido al posicionamiento que han logrado las marcas nacionales, se ha convertido en una clara estrategia para ganar mercado. Y vamos creciendo.

Y a esto tenemos que añadir que la industria de la ropa interior es una de las pocas dentro del mercado de vestuario que ha consolidado una cadena productiva acoplada y con objetivos comunes. Hablar de cualquiera de estas marcas nacionales sin las textileras que proveen los materiales o los proveedores de encajes, botones o cierres, sería casi imposible. Quizá sin la integración de marcas y proveedores tendríamos hoy una industria muy diferente.

El caso de la ropa interior masculina
Hablar de ropa interior masculina podría llevarnos en el mismo sentido, aunque el desarrollo de la categoría aún está en proceso. Este mercado en el país para el 2010 fue de 946 mil millones de pesos, un poco menos que el caso femenino, principalmente debido a las camisillas, que no necesariamente están limitadas al uso interior. En Colombia, el mercado se concentra principalmente en Medellín con 23,4%, seguido por Bogotá con 15,2% y Cali con 10,6%.

Sin embargo, en cuestión de exportaciones no tenemos el mismo ritmo que en el caso femenino. Si bien el crecimiento desde 1991 ha sido mayor, las cifras se encuentran por debajo de la industria de la ropa interior femenina. Las razones son simples, si bien contamos con la calidad y el diseño, el desarrollo de las marcas es mucho menor. Las incursiones más exitosas vienen de empresas que producen ropa interior femenina y que tienen producto a su vez para los hombres. Es allí donde se hace necesario hacer más énfasis en crear y posicionar marcas para desarrollar aun más el mercado y las oportunidades que se derivan de él.

Al final
Tal vez la industria de la ropa interior colombiana es la mejor posicionada del sector en la actualidad. Y ese desarrollo se debe a la visión de algunos empresarios que desde hace años vienen trabajando para crear y fortalecer marcas, para crear tendencias y diseñar productos que puedan ser deseados en el mundo. Quizás el mercado no sea fácil y encontremos cada vez mayor competencia, pero sin lugar a dudas la experiencia nos muestra que se puede. Si hoy mujeres en 46 países y hombres en 41 están utilizando la ropa interior que fabricamos en el país, eso tiene que significar algo. Por lo menos que somos capaces de estar a la altura de cualquier mercado, que también podemos crear magia.