Lo personal de Juan Pablo Vega

Cuatro años en un disco

 

¿Qué deja de lado entre su faceta de arreglista y solista?

La faceta de arreglista, sobre todo en la música que he tratado, es un poquito más efectiva porque te da unas pautas para seguir, entonces no hay mucho campo para la creatividad. En mi música soy totalmente libre y hago lo que quiero. Se presta más para la experimentación.

 

¿Cuál es la influencia del productor Julio Reyes en su carrera?

Él es la facultad de música a la que nunca fui. Me abrió las puertas de su casa, me enseñó muchísimas cosas y me dio acceso a los artistas que él manejaba como Jennifer López, Marc Anthony, Paulina Rubio, Alejandro Fernández, Chayanne y Diego Torres, para desenvolverme como compositor y arreglista.

 

¿Cómo se construye una nueva escena pop en el país?

Nunca hubo una pretensión de llevar el pop a otro lado. Uno hace su disco y cuando lo publica empieza a recibir etiquetas, que están bien, y la mía es el pop. Haber hecho el lanzamiento en un teatro fue mi forma de decir que quería que la gente volviera a escuchar la música en una especie de recital, más teatral, con toque circense. Queremos apelar a eso.

 

¿Cómo fue el proceso para llegar a Nada personal?

Fue bastante vicioso, en el sentido que hubo mucha introspección. Al principio el disco estaba pensado solo para que sonara, pero en vísperas de sacarlo nos dimos cuenta de que no era lo que queríamos y estábamos dejando de explorar sonidos que habían sido parte de mí, solo por el afán de reconocimiento. No era tan artesanal en cuanto a los arreglos y los sonidos, como lo es ahora. Iniciamos una nueva etapa en la que se respetó la expresión artística de lo que yo pensaba que tenía que ser mi disco: sencillo y honesto, y lo grabamos en bloque en el estudio de Miami, Hit Factory.

 

¿En Colombia existen más propuestas de pop alternativo?

Sí, se están gestando propuestas muy buenas y es un orgullo ser parte de eso. Hay una ola de cosas refrescantes como Puerto Candelaria, Sidestepper, Esteman, Monsieur Periné, Mateo Lewis, que son bocanadas de oxígeno que indican lo que venía pasando.

 

¿Qué quería plasmar en esas doce canciones?

No hay una necesidad de querer plasmar, simplemente salieron. Era más un asunto de libertad, de expresar quien soy. Son doce episodios de mi vida que se dieron a lo largo de mucho tiempo. Hay canciones que son muy nuevas, que reflejan lo que soy en este momento, y hay otras que ya son mi pasado.

 

¿Aparte de la música, de que otras cosas se nutre?

Soy monotemático: la música y el cine de todo tipo.

 

El músico que no puede dejar de oír

The Beatles.