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‘Los hombres que no amaban a las mujeres’

Por Juana Tamarindo, 15/6/2010

La primera parte de la trilogía de Millenium, del escritor sueco Stieg Larsson, llega al cine para calmar la curiosidad de los miles de lectores de la obra escrita.

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Con las películas que conforman la trilogía de Millenium pasa lo mismo que con los libros en los que se basó la versión cinematográfica del director danés Niels Arden Oplev: el espectador queda sumido en un vacío parecido al que, literalmente, lo lanza a una suerte de precipicio cuando llega a la página setecientos sesenta y tantas de cada libro. Hay que seguir, hasta agotar, las cerca de siete horas de duración que suman las tres películas, sin importar en qué momento de la noche o de la madrugada se concluya la emocionante empresa de ver a los personajes del fallecido escritor sueco Stieg Larsson convertidos en seres de carne y hueso.

Harriet Vanger desapareció en 1966, durante una festividad septembrina en la isla sueca de Hedeby, propiedad prácticamente exclusiva de la poderosa familia Vanger. A pesar del despliegue policial, no se encuentra rastro de la muchacha de 16 años. Pero su tío, Henrik Vanger, la sigue recordando penosamente, y contrata a Mikael Blomkvist, periodista de investigación y alma de la revista Millenium, para buscarla, hecha la salvedad de que Mikael no pasa por un buen momento: está vigilado y encausado por difamación y calumnia.

Aun saberse la trama de memoria, no es obstáculo para disfrutar plenamente de esta primera parte de la película, que está en las salas de cine del país desde hace un mes. Lo primero que hay que destacar de Los hombres que no amaban a las mujeres es la acertada elección de los actores, y hacer la reflexión de que a Erika Berger, la socia y amante del protagonista, Mikael Blomkvist, no se le hace el honor que merece como la mujer supremamente atractiva e inteligente que es, pues, a pesar de que en la obra juega un papel importantísimo, no aparece en la película como lo que realmente debería ser, coprotagonista, al lado de Lisbeth Salander.

Hecha esta excepción, los artistas son impecables en su caracterización: Henrik Vanger, el millonario que contrata a Mikael Blomkvist para investigar la desaparición de su nieta; toda la familia Vanger, una serie de personajes oscuros ligados a las oprobiosas fuerzas nazis; el asesino, que pone a pensar al espectador desde el comienzo hasta el final; y, por supuesto, del propio Mikael Blomkvist y de Lisbeth Salander, de una de cuyas lacónicas y reveladoras expresiones toma su nombre la película.

La mujer que los hombres no amaban
Tal vez resulte curioso para los lectores y cinéfilos latinoamericanos, que han seguido con fruición esta trama adictiva, saber que la actriz sueca de 30 años que personifica a Lisbeth Salander, es hija de un cantaor de flamenco, Rogelio Durán, y de una actriz sueca, Nina Noren. Se llama Noomi Rapace, porque está casada con otro actor sueco, Ola Rapace, con quien tiene un hijo.

Curiosamente, Noomi, que desde hace ya diez años se reveló en las tablas como una talentosa actriz de teatro, es una mujer sencilla que esconde tras su timidez y reserva una gran capacidad interpretativa. Y es que no era nada fácil caracterizar a la heroína, o más bien, a la personalidad contradictora de una heroína que dista mucho de ser una joven común y corriente. Lisbeth es una investigadora privada nada usual, rebelde por naturaleza, socialmente inadaptada, pero, en el fondo, una persona de una sola pieza.
El personaje de Noomi en la trilogía cinematográfica ha tenido la virtud de hacer realidad para los cultores del séptimo arte una trama tan intrincada, apasionante y exótica, que exigía mucho de su papel. Para Noomi, fundirse con la protagonista con verdadero compromiso, logró hacer a este personaje “más creíble que en el libro. Muchas de las cosas que Lisbeth hace en el escrito no son reales, es una supermujer… a veces es demasiado inteligente, muy rápida, corre más que nadie, lucha… En la película es más humana, más frágil. Yo me la creí del todo”, dijo Noomi a la prensa española, durante el lanzamiento de la primera de las tres películas.

Noomi fue escogida entre muchas actrices por el director danés Niels Arden Oplev, porque encontró en ella una interioridad difícil de descubrir, que fue lo que, a la postre, la señaló como la mejor candidata para encarnar a Salander. Sobra decir, que ella supo responder con categoría al reto que le imponía su papel, con el resultado previsible de esta película, que lleva al espectador por un camino sembrado de incidentes, interrogantes y revelaciones que terminan por adherirse a su mente con la fuerza de un tatuaje.