El verdadero corazón de Los Ángeles

Carolina Cuervo, 15/12/2015

La actriz y escritora Carolina Cuervo, tiene mucho que decir de Los Ángeles, la ciudad a la que llama su 'segundo hogar'. Descubre cuáles son sus lugares favoritos y recomendaciones para cuando visites la ciudad californiana.

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Por: Carolina Cuervo

Si no hubiera sido porque mi hermana se estableció en esta ciudad desde 1998, debo confesar que tal vez nunca se me habría pasado por la cabeza visitar Los Ángeles, California. Pero me topé con esta urbe justo cuando apenas era una adolescente con deseos de tragarme el mundo. Desde entonces, estos deseos han cambiado y al mundo me lo he ido comiendo pero de a pedazos, como sucede en la vida real... Lo que tal vez no ha cambiado desde entonces, es la fascinación que me provocó L.A., la que luego se transformó en amor y más tarde en lo que podría llamar “mi segundo hogar”.

Los Ángeles es, por supuesto, todas esas cosas que nos muestran en los paquetes turísticos: Hollywood Boulevard, Universal Studios, Six Flags, Beverly Hills; el consumismo desbordado, los carros lujosos, las estrellas de cine. Pero, si la comparáramos con una fruta, con un coco, por ejemplo, todos estos lugares no serían más que esa coraza superficial, seca, árida y poco apetitosa que lo recubre y que protege la pulpa dulce y el agua refrescante que contiene su interior.

Foto: Cortesía de Carolina Cuervo

A Los Ángeles hay que explorarla desde otro ángulo. Tiene un universo tan complejo que tal vez será difícil conocerla en un viaje fugaz de ocho días. Es demasiado extensa y sin la ayuda de un carro y un buen GPS es más difícil sobrevivir. Su transporte público se basa en autobuses y un metro deficiente que cubre tan solo algunas áreas. Eso a veces no es tan chévere.

El clima en esta ciudad es bendecido, It’s California, baby; su luz es clara, el cielo casi siempre es azul y las nubes pasan de vez en cuando como paseándose sin ninguna intención de quedarse.

En mi más reciente arribo, al día siguiente de mi llegada, paseé con mi hermana por el Santa Mónica Promenade, un mall al aire libre donde encontramos True Food, un lugar donde se puede ingerir comida de verdad, sana, como hecha en casa. La oferta gastronómica de esta ciudad es interminable. Hay supermercados como Trader Joe’s —mi favorito—, Whole Foods y Sprouts, que se especializan en comida saludable y libre de químicos. Son una especie de Disney World para quienes, como yo, la comida es el centro de la existencia.

Descubro cierta esquizofrenia al querer contar en pocas palabras lo que cada pequeña ciudad dentro de la ciudad tiene para ofrecer, pero si tan solo pudiera decirles que no dejen de ir a Abbot Kinney Boulevard, una de mis calles favoritas en Venice, ni al Downtown —cada vez más activo y atractivo— para desayunar en Bottega Louie, conocer el Walt Disney Music Concert Hall, conseguir los gangazos de las bodegas —donde está toda la ropa que llevan a vender en nuestro país por el doble de precio—, y recorrer, el segundo jueves de cada mes, el Downtown Art Walk para visitar las galerías de arte que abren sus puertas con vino y música.

Aunque algunos digan que The Valley no es un lugar in —el Valle de San Fernando es la meca del cine porno—, para mí ha sido un motivo inmenso de felicidad —no por el porno, claro—, sino porque ahí se vive bien, los precios son asequibles y tiene lugares para hacer caminatas o hikes como el Runyon Canyon Park que conecta con Hollywood, desde donde se ve toda la ciudad.

Aroma Coffee & Tea, en Studio City, es mi lugar favorito para ir a escribir, es una casa antigua donde alguna vez vivió Raymond Chandler —según me contó uno de los tantos escritores que me encontré ahí—, y cuyas enormes tortas son famosas; sobre esa misma calle de Tujunga está Caioti Pizza Café, donde me como la mejor ensalada de espinaca.

El lugar más verde se llama Pasadena, y tiene en sus entrañas los Huntington Botanical Gardens, los esplendorosos jardines que lo transportan a uno en el tiempo y le regalan la felicidad en apenas unas horas; también el enorme, enorme, enorme mercado de la pulgas, el primer domingo de cada mes, una excelente excusa para aventurarse a encontrar tesoros escondidos. No dejen de visitar Hollywood y su arquitectura, por supuesto; vayan al Farmer’s Market entre la calle Fairfax y 3rd Street a comer descomplicados platos brasileros, árabes, mexicanos, italianos; busquen la programación de Cinespia, las películas retro para ver mientras se hace un buen pícnic en el Hollywood Forever Cemetery —el ambiente es fascinante—, y del Hollywood Bowl, el anfiteatro al aire libre más grande de los Estados Unidos, casa de verano de la Filarmónica de Los Ángeles y escenario de los mejores espectáculos musicales y artísticos de todo el mundo: viandas bajo las estrellas con musicalización de lujo. Tal vez, una de las mejores experiencias para vivir en esta ciudad.

Y se me acabaron los caracteres y hasta me excedí… podría hacer otra entrega, otra crónica. Podría irme aún más profundo y llevarlos por la vida salvaje de esta ciudad… pero ahora no puedo. Lo único que recomiendo es que no se queden en la superficie, busquen gente local que sepa sugerir, que pueda darles una experiencia diferente para su estadía. Los Ángeles es como su gente: amable y buena onda; aquí no sólo el clima te recibe con una sonrisa, sino cualquier persona que entienda el espíritu de calma, paz, buena vibra y buen vivir que ha hecho de este lugar un espacio perfecto para la felicidad.