¿Cómo es la menopausia masculina?

Arnoldo Mutis , 19/8/2014

Los hombres están desesperados buscando una poción mágica para revertir esos incómodos estragos de la edad como la falta de deseo, que no son exclusivos de las mujeres.

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Cuando se habla de ella a muchos les suena a chiste o cosa inverosímil, pero la menopausia masculina existe, al contrario de la creencia de que esta es una etapa propia solo de las mujeres. Ahora, los hombres están cada vez más conscientes de ello con tal vehemencia, que hay un verdadero boom en el planeta de búsqueda de curas para combatirla. El asunto empieza a cobrar visos de problema de salud pública en Estados Unidos, donde la revista Time le acaba de dedicar una de sus más recientes portadas.

En el extenso informe, escrito por David von Drehle, queda claro que la palabra clave del problema es “testosterona”, la principal hormona sexual masculina. Esta regula muchos de los aspectos que definen la hombría, como el desarrollo de los testículos y la próstata o el crecimiento de los músculos y el vello. Con los años, explica la medicina, es normal que su producción baje gradualmente, lo que determina una condición llamada “andropausia”, “una especie de menopausia masculina” que si bien no es tan abrupta como la de la mujer, hace sufrir al género masculino.

La peor traición que pueden padecer los hombres que superan la juventud no proviene de un amigo o de una amante. “Tales puñaladas traperas –asegura Von Drehle– palidecen al lado de la ‘hora inevitable’, cuando el cuerpo es desleal consigo mismo”. La instancia más dramática de tal realidad se aprecia cuando un individuo maduro, aparentemente saludable, sufre un repentino infarto que lo lleva a la tumba. Sin embargo, en general, la andropausia juega a la muerte lenta.

Mientras que los calores y la última menstruación son los síntomas más conocidos de la menopausia en las mujeres, en la versión masculina estos son distintos y se dan de un modo imperceptible. De pronto, las grasas y el alcohol dejan de quemarse tan rápido como antes y se acumulan en la barriga, especialmente, el primer paso al sobrepeso. Puede que la visión se vuelva borrosa y se pierda la capacidad auditiva, así como la elasticidad de las piernas. Las células sufren mutaciones y se hace mayor el peligro de cáncer. El hombre, además, sufre de dolores que no se alivian con una noche de sueño, sino que se alargan por un mes, y pueden nunca desaparecer.

En los hombres no se dan los inexplicables cambios de humor de la menopausia femenina, pero su personalidad sí se transforma con la andropausia. “Aquel que una vez fue un enérgico cachorrito, ahora parece un perro viejo que prefiere tomar una siesta a soltarse a husmear por ahí”, escribe Von Drehle. Esa tendencia a la pereza y a la depresión, va ligada al declive del deseo sexual y la disfunción eréctil.

Así, el hombre sufre una fuerte confrontación al percatarse de que “ha sido señalado por la muerte” y de que “su propio cuerpo será su verdugo”. Se trata de un fenómeno que las mujeres afrontan de un modo más realista. Ante la ingratitud de su organismo, se valen de las cirugías estéticas o los cambios de look. “Quizá, la misma anatomía de ellas las hace más conscientes de los ciclos de la vida y más sintonizadas con el hecho de que el tiempo es el sanador, pero también el destructor, citando al poeta T.S. Elliot”.

Los hombres nunca se han quedado quietos mientras la andropausia se lleva sus últimos cartuchos de vitalidad. Si alguna historia se repite de generación en generación es la búsqueda de esa panacea que los libere de la ansiedad que les producen las secuelas de la edad. Time recuerda que en su obra Historia natural, Plinio el Viejo les recomendaba a los hombres de la Roma del siglo I a.C. los puerros y el agua de espárragos contra la impotencia. En la Edad Media, San Alberto Magno aconsejaba a las víctimas de ese mal asar el pene de un lobo y comerlo en trocitos.

En los años treinta del siglo pasado se abrió una puerta para remedios menos caseros contra los efectos de la menopausia masculina, cuando la ciencia aisló e identificó la testosterona. Desde ahí, la endocrinología, rama de la medicina que estudia y trata las hormonas, ha hecho importantes avances como la terapia con testosterona, a la cual se aferran hoy millones de hombres maduros.

El auge de estos métodos es tan significativo en Estados Unidos, que en 2013 produjeron 2,4 billones de dólares en ventas y se espera que para 2018 la cifra llegue a 3,8 billones. Low T Center, valorada en 100 millones de dólares, es una de las empresas más exitosas que los ofrecen en ese mismo país y cuenta con 45 mil pacientes, en 49 clínicas repartidas en 11 estados. Allí, un tratamiento puede costar unos 400 dólares mensuales, algo más de 750 mil pesos, que bien vale la pena pagar por parte de quienes lo toman, pues les mejora el humor, los adelgaza, los hace más productivos y les eleva la libido. La magnitud de la revolución, comenta Time, también se puede medir en el hecho de que las empresas que venden testosterona han incrementado en un 2800 por ciento su presupuesto de marketing, para atraer a más clientes.

El problema es que la Food and Drug Administration (FDA), agencia que regula estos aspectos en el país del norte y es un referente para el resto del globo, no ha aprobado del todo estas terapias, en las cuales la hormona puede ser administrada por medio de inyecciones, geles tópicos, parches, implantes o atomizadores nasales. Según se lo confirmó a la revista la portavoz Andrea Fischer, la FDA solo autoriza la administración de drogas de testosterona en casos asociados a condiciones médicas, como el hipogonadismo.

Aun así, cientos de médicos están prescribiéndoles tratamientos a pacientes con niveles bajos pero normales de la hormona, con lo cual los exponen a sus beneficios, pero también a sus riesgos colaterales. Varios especialistas le explicaron a Time que la terapia puede hacer a los hombres propensos a sufrir infartos, derrames cerebrales, coágulos y cáncer de próstata, entre otras afecciones.

“Tenemos más teorías y sospechas que respuestas”, escribe Von Drehle, acerca de cómo las investigaciones al respecto aún están en pañales y vislumbran un camino incierto. Los estudios no han aclarado qué tanta injerencia tiene la baja de testosterona en los cambios en el organismo masculino, pues estos también pueden ser ocasionados por los genes y otros factores. También acecha la duda de que el suministro de la hormona desencadene un efecto placebo antes que real en los pacientes. La discusión está servida y hasta el momento lo único verdadero es que los descendientes de Adán siguen soñando con la fórmula mágica que les devuelva la vitalidad de sus años mozos.


Síntomas de la menopausia masculina


1. PECHO PROMINENTE. Las tetillas tienden a agrandarse y ablandarse.

2. BAJO CONTEO DE ESPERMA. El hombre puede volverse infértil. Los testículos se encogen.

3. CAÍDA DEL PELO. Con menos testosterona en el cuerpo, el vello facial se reduce, mientras que el de las axilas y el pubis puede caerse o volverse más delgado.

4. POCO SEXO Y DEPRESIÓN. La baja de testosterona disminuye el deseo sexual y las erecciones espontáneas. También se reducen la vitalidad, motivación, iniciativa y confianza en sí mismo.

5. ADIÓS MASA MUSCULAR. Se vuelve más difícil hacer ejercicio y ello disminuye la fuerza de los músculos.