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Nancy Gonzáles, una marca de lujo

, 20/12/2010

Esta caleña soñaba con conquistar el mundo del lujo con sus carteras de cocodrilo, y lo logró. En Colombia poco se sabe de ella, pero está a la altura de... marcas como Hermès, Gucci o Louis Vuitton. FUCSIA la visitó en sus oficinas de Nueva York.

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Nancy González
Una marca de lujo
Esta caleña soñaba con conquistar el mundo del lujo con sus carteras de cocodrilo, y lo logró. En Colombia poco se sabe de ella, pero está a la altura de marcas como Hermès, Gucci o Louis Vuitton. FUCSIA la visitó en sus oficinas de Nueva York.

Conocí a Nancy a finales de los 80, en una feria del cuero en Bogotá. En esa época, yo tenía un almacén de ropa y me enamoré de unos cinturones de cuero de cocodrilo de Encueros, que una señora joven y muy querida me vendió. Nos hicimos amigas y durante algunos años fui su clienta. Un día, alguien me contó que mi amiga Nancy se iba de Colombia y que cerraba sus almacenes, pues había decidido conquistar el mercado de accesorios en Estados Unidos. No nos volvimos a ver hasta que me la encontré en un desfile de Carolina Herrera en Nueva York, a finales de los años 90. Ella diseñó las carteras y los cinturones para la colección de la venezolana, cosa que aún sigue haciendo. Todavía recuerdo la emoción que me dio verla, pues en el primer momento no la reconocí. No podía imaginarme que mi amiga caleña estuviera en el desfile más importante de la Semana de la Moda de La Gran Manzana. Pero la sorpresa no acabó ahí.
 
Sólo entendí la magnitud de lo que Nancy había logrado cuando entré a Bergdorf Goodman, la tienda por departamentos más sofisticada del mundo, y vi que el piso de accesorios y carteras estaba dedicado a ella. Los directivos de Bergdorf que estaban buscando nuevos diseñadores para promover, la habían convencido de que usara su nombre como marca después de ver las dos carteras que les llevó como muestrario. Nancy se comprometió a tener una primera colección en quince días y, en menos de lo que canta un gallo, tenía ocho modelos en cinco colores, pues cuando se le mete algo en la cabeza, es imparable.

Eso fue hace unos años, hoy la historia es todavía más sorprendente. Su compañía es presidida por Santiago Barberi, su hijo. Las oficinas están a unos pocos pasos de la mítica tienda que la lanzó al estrellato, un piso espectacular en cuyos muros cuelgan diversas obras de arte de los más destacados artistas de este siglo, que sirven de escenario a las carteras que se venden en más de 400 puntos en el mundo.

No hay celebridad que se respete que no tenga una Nancy González. Las grandes revistas de moda las tienen en sus páginas y en sus portadas. Mujeres como Grace Kelly, Jane Birkin o Jacqueline Kennedy usaron carteras que se volvieron símbolos. Antes, las mujeres de cierta clase social sólo necesitaban salir con un lápiz de labios a la mano. Con el feminismo llegó el utilitarismo y con ello la necesidad de usar una cartera. Así nacieron la ‘Kelly’ y la ‘Birkin’ de Hermès, la ‘Bamboo’ de Gucci y la ‘Speedy’ de Louis Vuitton. A esa lista se suma la ‘Leaf’ de Nancy González.

Cuando empezó, tenía sólo una máquina de coser y un zapatero en un cuarto de la casa de su mamá en Cali. Muy pronto tuvo almacenes propios, siete, con su marca Encueros de Colombia. La calidad de los productos, la elegancia y originalidad del diseño la hicieron famosa en poco tiempo. Sus clientas eran mujeres acostumbradas a viajar y conocedoras de las marcas de lujo. En 1998, cerró sus operación en Colombia para poder concentrase en el mercado internacional. Hoy tiene, sólo en Estados Unidos, 45 puntos en Saks Fifth Avenue, 32 en Neiman Marcus y 64 boutiques. Conquistó el exigente mercado asiático y tiene tiendas en Japón, Taiwán, Singapur, y acaba de abrir una en Corea. Próximamente estarán abriendo sus puertas en París y Londres. John Rawlins, el arquitecto que logró convertir unas instalaciones viejas y aburridas en Bergdorf Goodman, ese exuberante imperio de moda, fue el elegido por Santiago Barberi, el presidente de la compañía, para diseñar las tiendas Nancy González. Se podría decir que es una interpretación libre de la selva colombiana, de roble, cobre martillado y mármol Calacata.

Aunque Santiago sabe que su negocio no es la venta al detal, es consciente de que debe crecer, pero sin saturar. La idea es abrir las tiendas sólo donde no hay almacenes por departamentos, pues no tiene sentido abrir una donde ya tienen presencia. El pensó que Seúl era un buen lugar para abrir la tienda, dado el grado de sofisticación de la clientela.
La Nancy que yo conocí no se descresta con la fama y la fortuna, a ella la mueven otras cosas como la pasión por su trabajo y por la gente que labora en la fábrica, pues casi toda la producción se hace en Colombia. Artesanos de muchos años de trayectoria que ella ha entrenado personalmente y que, como ella dice, dedicados a la búsqueda de la excelencia. “Una cartera es una muestra de quién es uno, un reflejo de un estilo personal.
 
Es un equilibrio entre la funcionalidad y la creatividad”, dice Nancy, en una entrevista para Pamela Golbin, curadora del museo de Les Arts Décotativs, en París, y autora del libro dedicado a su trabajo editado por Assouline. Sin darse cuenta, Nancy González se ha convertido en una gran embajadora de Colombia. Su trabajo inspirado en su ciudad, Cali, en sus colores y en su exuberante vegetación, habla del talento de nuestros artesanos, de las técnicas ancestrales de los indígenas, de la sabiduría del oficio, de nuestros valores. En estos 20 años, esta diseñadora ha logrado renombre internacional gracias a la calidad de sus diseños y a su infatigable labor y amor por su trabajo. Nancy invita regularmente a artistas de Italia y Francia, que enriquecen y transfieren conocimientos y les enseñan nuevas técnicas a sus empleados. “Nuestras carteras son únicas, pues no hay una piel igual a otra”, comenta. Para ella las pieles son como joyas, cada una tiene una naturaleza especial y distinta, y debe ser tratada como tal, respetando su textura, su forma y su colorido. Por tener la piel de cocodrilo ese carácter único, es que cada cartera también es una pieza única e irrepetible. Cada piel es teñida a mano y, por eso, cada una tiene un tono diferente y único, ya que no es posible reproducir el proceso. Diez carteras negras de Nancy no son iguales, cada negro es distinto y cada textura diferente.

Es difícil pensar que hace 20 años una cartera de cocodrilo sólo podía ser negra, café o coñac. Hoy, un cliente puede escoger entre cuatro colecciones al año en cerca de 350 colores. Desde el fucsia fuerte hasta el azul eléctrico, pasando por el amarillo chillón hasta el naranja. No hay ningún color que Nancy no haya explorado. Pero, ¿cuánto demora hacer una cartera? Es la eterna pregunta que le hacen a Nancy en sus entrevistas, y ella responde: “No es cuánto tiempo se demoran en hacer una cartera, es cuánto tiempo uno se tarda entrenado a alguien para que haga una cartera. Un aprendiz empieza haciendo carteras pequeñas durante seis meses. Su entrenamiento puede tomar cerca de siete años para convertirse en maestro. Una mediana toma 20 horas de tres artesanos.

Nancy González emplea cerca de 400 operarios, la mayoría de ellos mujeres cabeza de familia. Para la caleña esa es su manera de ayudar a la comunidad. Por eso el Wall Street Journal, uno de los más respetados periódicos del mundo, dice en un artículo reciente, que comprar una cartera es hacer una inversión que requiere pragmatismo, tiempo y buen gusto. Según ese artículo, hay que comprar una ‘Kelly’ de Hermès (desde 6.000 dólares), una ‘2.55’ de Chanel (desde 3.200 dólares) o una ‘Leaf’ de Nancy González (desde 3.750 dólares).

En reconocimiento a su talento, el Accessories Council (el Consejo de Accesorios) recientemente le otorgó el Premio Brand of the Year, o Marca del Año. Algo muy significativo, dado que ella sólo produce una categoría de producto, carteras. Este premio no sólo valida su trabajo, sino el de todos sus colaboradores, que con infinita paciencia y cuidado cosen cada pieza para crear una de las maravillosas carteras Nancy González.

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