¿Qué quieren las mujeres en la cama?

Arnoldo Mutis , 24/5/2014

Los tiempos han cambiado. Ellas son ahora las que toman la iniciativa para los encuentros sexuales y eso a la mayoría de los hombres les encanta, dice una experta.

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Un reciente artículo de The Times, de Londres, subrayaba cómo las mujeres empiezan a dictar las formas en que las parejas hacen el amor y citaba un nuevo movimiento en la terapia psicosexual, llamado “sexualidad consciente”, como un formidable aliado para ellas en este viraje. Enmarcada dentro de la corriente mindfulness, que propende por asumir las experiencias de una manera muy atenta, la tendencia tiene acogida entre el género femenino porque rescata uno de sus eternos anhelos en materia de relaciones amorosas: la conexión emocional con sus parejas.

Como lo recuerda la psicóloga y sexóloga colombiana Pilar Aguirre, “tradicionalmente, las mujeres ofrecen sexo para buscar afecto, mientras que los hombres pretenden que sienten afecto para tener sexo”. Ahora, la sexualidad consciente parece querer cerrar esa brecha, ya que sus predicados más importantes les proponen a las parejas principios como el sexo maduro, es decir, aquel que va más allá de la lujuria; el orgasmo en todo el cuerpo y no en una parte específica; y la experiencia erótica lenta, sin fricción. También aconseja llegar a acuerdos sobre esas partes que el hombre o la mujer no desean que les toquen, y compartir las vulnerabilidades y las zonas sombrías de la personalidad para relacionarse realmente con el otro.

En Colombia, el movimiento de la sexualidad consciente parece no haber desembarcado todavía, pero en opinión de la doctora Aguirre es perfectamente factible que las colombianas logren venderles a los hombres la idea de una mayor compenetración emocional, dentro del nuevo rol que desempeñan. “Las mujeres están mucho más empoderadas, tienen más áreas de decisión en las relaciones de pareja y en las familias y son más autónomas económicamente. Entonces, muchas ya no necesitan estar en una relación de dependencia total en la que no puedan exigir”, explica la sexóloga.

Egresada de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, la doctora Aguirre trasladó hace poco su consultorio de terapia sexual y de pareja de la capital a Manizales y su experiencia reciente le da a entender que el salto de la vieja visión patriarcal y machista no es ajeno a Colombia: “Antes, muchos hombres se satisfacían, usaban, como se decía, a sus parejas y listo. Hoy, ellos quieren que ellas también estén satisfechas. Hay un cambio. Las últimas consultas que he tenido son de hombres preocupados porque sus parejas no tienen una suficiente gratificación. Ellas, si no se están sintiendo bien, pues sencillamente los rechazan o les ponen límites y eso les preocupa a los varones”.

La especialista recalca que las mujeres definitivamente están buscando placer y recuerda que ello en realidad comenzó hace medio siglo, con la aparición de la píldora anticonceptiva, la cual aseguró por primera vez de manera efectiva que se pudiera desligar la actividad carnal del embarazo. Por otra parte, como le dijo la coach de relaciones inglesa Jan Day a The Times, hoy esa revolución sexual empieza a ir más allá de lo puramente físico y he ahí la razón de una corriente como la sexualidad consciente.

Pese a los recientes giros, la doctora Aguirre, quien tiene más de dos décadas de experiencia en su campo, cree que los hombres siguen siendo los que más piensan en sexo por sus características orgánicas y sus niveles superiores de testosterona. En ellas, la búsqueda de conexión emocional parece que tiene que ver también con las condiciones de su organismo. “Si un hombre gasta unas 200 calorías en una relación sexual, la mujer invierte en el embarazo cerca de 40 mil, o sea que tiene que ser más selectiva porque el costo biológico es mucho más alto”, afirma la sexóloga.

Relata además que cuando las mujeres, incluso las más liberadas, tienen una relación meramente sexual con un hombre, lo justifican con razones como que estaban borrachas, al tiempo que los hombres no le dan ninguna importancia a eso.

Sin embargo, hay autores que opinan de otra manera. En un libro titulado What do Women Want? Adventures in the Science of Female Desire, publicado el año pasado, el estadounidense Daniel Bergner registra que nuevos estudios, especialmente los realizados por la psicóloga Meredith Chivers, concluyeron que ellas ansían tanto sexo como ellos y pueden ser igual de promiscuas o no tan proclives a la monogamia, a la cual uno de su entrevistados llama una “jaula cultural” que distorsiona la líbido femenina.

“Es muy reconfortante para la los hombres y la sociedad en general pensar que la mitad de la especie humana está naturalmente hecha para ser una fuerza estabilizadora. Es tranquilizador para los varones pensar que sus mujeres no están pensando en otros compañeros sexuales”, anota Bergner. Señala, igualmente, que desde niños, los hombres son animados a pensar sexualmente, lo cual refuerza los neurocircuitos del deseo en el cerebro, mientras que ello no sucede con su contraparte.

El libro expone además que en una relación de largo tiempo, el deseo de las mujeres cae en picada, mientras que el de los hombres decrece paulatinamente. Contrario a lo que se cree, por otra parte, lo más probable es que muchas estén más dispuestas a recibir placer que a darlo, que su deseo sexual no sea relacional sino narcisista, por lo cual desean ser adoradas eróticamente, y que nada les parezca más afrodisiaco que una fantasía sexual en la que se involucran con un extraño.

Según el texto de Bergner, en la medida en que las viejas normas empiezan a extinguirse, las mujeres se vuelven más dadas a expresar sus deseos. Entre otros, les dan mucha importancia a los juegos amorosos previos al coito, cuyo papel explica Pilar Aguirre: “El hombre puede tener una erección y estar listo mucho más rápido, en general, pero para las mujeres, si no están suficientemente lubricadas, la penetración va a ser dolorosa y ello va a complicarles más la posibilidad de excitarse. Entonces, en lo sucesivo, empezarán a rechazar a su pareja, a evitar las relaciones”.

Esta situación se presenta, prosigue, porque los hombres suelen asumir que avanzada la relación ya no necesitan tomarse el tiempo ni los detalles que usaron para conquistarlas. “En terapia de pareja uno les recomienda que vuelvan casi a la época del noviazgo, cuando había tiempo para dedicarse el uno al otro”.

Aguirre también reafirma que para las mujeres es importantísimo sentirse queridas por sus novios o esposos y valoran no solo los encuentros en la alcoba, sino lo que sucede antes de ellos. “Quien quiera tener una buena relación sexual por la noche tiene que empezar desde la mañana, con la forma en que saluda, seguir con una llamada, un mensaje, un regalito, lo que sea”, comenta.

Los expertos señalan así mismo que no es del todo exacto pensar que a ellas definitivamente no les atrae mucho practicarles sexo oral a los hombres. Sobre ello, la doctora Aguirre puntualiza: “A muchas les incomoda y a menudo se debe a que los hombres no guardan una buena higiene. Pero cuando la pareja tiene la suficiente confianza, ya no le van a importar los fluidos corporales del otro”.

Una evidencia de que el género femenino introduce cambios en la vida sexual reposa en el hecho de que ya no se cumple al pie de la letra aquello de que “el hombre propone y la mujer dispone”. La psicóloga cuenta que aunque no se puede generalizar, “a la mayoría de los hombres que conozco les parece maravilloso que ellas sean las que tomen la iniciativa para tener relaciones”.

De todas formas, aún se dan para ellas ciertas limitaciones para hacerse sentir. “Aunque vivimos en una sociedad obsesionada y desatada con el sexo, persiste una cultura de la vergüenza que se aplica a las mujeres pero no a los hombres”, se lee en el libro de Bergner. Al respecto, la doctora Aguirre cita que ante algunas de sus recomendaciones de carácter erótico, hay pacientes que le responden: “No, porque él va a decir que de dónde saqué eso, que si es que tengo un amante, que con qué clase de mujer está”. “Uno pensaría que eso no ocurre, pero aún hay muchos hombres machistas y controladores en nuestro ámbito, de modo que las mujeres se preocupan mucho de que su honor o su imagen no se vean afectados”, concluye.

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