moda

Raf Simons Director creativo de dior

, 28/10/2013

Adiós a la teatralidad, bienvenida la calle

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Raf Simons tiene 45 años pero perpetúa un look de jovenzuelo a través del uso de sacos de lana que dejan entrever el cuello de una camisa siempre abotonada. Es cauto, habla flamenco y por eso cuando pronuncia el nombre de Dior le suena más bien a “Diorgh”. No estudió moda, sino diseño industrial, y el arte ha sido uno de esos grandes influjos que han determinado su carácter.
Contratado en abril de 2012, tras el despido de Galliano, el belga asumió las riendas de la casa con un acercamiento completamente diferente al que se venía haciendo. “Quiero que Dior sea usable, que esté en la calle. Esa era la meta más fiel que tenía monsieur Dior, quien no creo que estuviera tan feliz con tanta teatralidad en su marca”, dijo Simons en una reciente entrevista en la que se despachó en críticas al reconocer que actualmente Dior no tenía una mujer ni un estilo icónico, como sí lo había conseguido Chanel.
Simons empezó su carrera creando sillas y muebles especiales. Su talento para el diseño retumbó hasta otros territorios y así fue como en 2005, sin haber hecho nunca una colección femenina, fue contratado por Jil Sanders para manejar los avatares creativos de la marca. Tras siete años de trabajo, dejó su casa en un desfile en el que todos lloraron y se adentró sin más en la familia Dior, para desarrollar en tiempo récord la colección de alta costura. Libertad, sensualidad, sexualidad y movimiento fue lo que puso a caminar sobre la pasarela. Usando técnicas desarrolladas hace décadas por el mismo Dior y desempolvando algunas de sus siluetas más emblemáticas, logró crear una colección con visos futuristas en la que las organzas tornasoladas y una luz peculiar transformaron toda la percepción acerca de la ropa.
Con el beneplácito de la crítica, Simons cocinó todos los detalles de su siguiente colección, en la que hubo una tremenda explosión de modernidad, y en la que contó con un equipo de más 75 personas de Dior.
A pesar de su fama, los fines de semana sigue viajando sagradamente a Amberes, su tierra, en donde prefiere andar en bicicleta y visitar su pequeño taller en el que insiste en hacer ropa muy ajustada para hombres bajo la impronta de su nombre.