Las Gilmore Girls de nuevo en la pantalla

Revista FUCSIA , 12/5/2016

Aunque no ha anunciado la fecha, Netflix está cerca de estrenar el regreso de esta serie que movió los corazones del público por enfocarse en la relación entre una hija y su madre. ¿Le hará justicia a su legado?

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Es invierno. A una cafetería llega una mujer con saco rosado, chaqueta azul y gorro. Se acerca al dueño, Luke, quien es el mismo que atiende detrás de la barra, y le pide encarecidamente que le dé otra taza de café, una más, las cinco que ya se ha tomado en esa mañana no tienen la calidad de las que ella encuentra allí. Él la tilda de junkie y le sirve. Ella dice que él tiene alas, que es su ángel. Al sentarse, un desconocido la saluda, se presenta como Joey, le coquetea y ella dulcemente lo rechaza porque está esperando a alguien más. Pero le dice su nombre: Lorelai.

Al poco tiempo entra en la cafetería una adolescente, Rory, que se queja del frío y se sienta justo frente a Lorelai, quien le pregunta si quiere té caliente o café. Ella contesta que lo que necesita es un brillo de labios. Cuando Lorelai la escucha saca su bolso de maquillaje y le cuenta que tiene de vainilla, chocolate, fresa y masmelo tostado.

R: ¿Tienes ahí algo que no evoque el cereal del desayuno?

L: Sí –sacando otro bolso de maquillaje–, uno que no huele pero que cambia de color según el estado de ánimo en el que estés.

R: ¡Dios! RuPaul no necesita tanto maquillaje.

L: “Bueno, estás de mal humor”.

R: “Lo siento. Perdí mi CD de Macy Gray

y necesito cafeína”.

L: “¡Oh! Yo lo tengo”.

R: “Ladrona”.

L: “Lo siento, te traeré café”.

Cuando Lorelai regresa a la mesa se da cuenta que allí está Joey, el desconocido de antes, hablando con Rory.

L: “Hola. Realmente te gusta mi mesa ¿no?”

J: “Sólo estaba…”

L: “Conociendo a mi hija”.

R: “¿Eres mi nuevo papi?”

J: “Wow. No te ves con edad suficiente para tener una hija –mirando a Lorelai–. No, lo digo en serio. Y tú no te ves como a una hija”.

L: “Eso es posiblemente muy dulce de tu parte, Joey. Gracias”.

J. “Entonces…hija. Estoy viajando con un amigo…”.

L: “Ella tiene 16 años”.

No han pasado ni cinco minutos del piloto de Gilmore Girls y los creadores y guionistas Amy Sherman-Palladino y su esposo, Daniel Palladino, nos presentan a sus protagonistas y el ritmo que tendrán sus conversaciones. En sólo la primera escena sabemos que el café, el humor, la moda, las referencias a la cultura pop, los hombres y el constante intercambio de roles (la hija como la adulta y la madre como la niña) serán los catalizadores de la serie que pone en la pantalla la relación de una hija con su madre soltera, apenas 16 años mayor.

El éxito de Gilmore Girls fue un guión inteligente mezclado con la realidad de los 2000 y las narrativas femeninas poco usuales en la TV norteamericana de entonces. La serie hablaba cínicamente y desde lo más profundo del corazón de la relación amor-odio con la mamá mientras estaban rodeadas de excéntricos personajes y atravesaban juntas las dificultades, las alegrías, el paso del colegio a la universidad y las fechas especiales. No había forma de evitar que el público se identificara con ella. Era tan vívida en medio de su ficción, que cualquiera que la viera podía decir que había experimentado eso con su propia madre.

Y es que fueron dos relaciones madre e hija de tres generaciones de Gilmore las que se abordaron en la serie. Por un lado, la idílica y envidiable entre Lorelai (Lauren Graham) y Rory (Alexis Bledel) nos enseñó la importancia de la confianza y de cómo une compartir gustos y crear rituales especiales propios de esa relación. Por el otro, la fricción entre Lorelai y Emily (Kelly Bishop) y la constante desaprobación que tenía una de la otra nos sumergió en una etapa de perdón y de entender que las mamás siempre quieren lo mejor para sus hijas, pero a veces no saben expresarlo.

Esa dinámica familiar plagada de cariños y reclamos se enmarcó en un universo donde las cenas de los viernes, las maratones de películas, la burla, los libros y la música eran infaltables. A través de una relación madre-hija, los Palladino le dieron una voz particular a cada personaje para sentar una posición frente al presente y, queriéndolo o no, se convirtieron en una biblioteca de referentes para la generación más joven. Por eso, el anuncio de una octava temporada tiene a los fanáticos tan felices como atentos.

Gilmore Girls se estrenó en octubre del 2000 y se mantuvo al aire siete temporadas, a pesar de que en la última los Palladino no participaron porque Warner Bros los dejó por fuera. Una traición que el público todavía no perdona debido a que los personajes se transformaron en su versión más light y los diálogos carecieron de su fuerza ya conocida. Este año –aún no se sabe cuándo– la mayoría del elenco original regresará en cuatro episodios de 90 minutos cada uno, que se transmitirán por Netflix gracias a la venta de los derechos de la serie. Los episodios se llamarán Invierno, Primavera, Verano y Otoño, y parecerán más una película.

La idea es darle el cierre que merece la historia con el toque de los Palladino, pues diez años han pasado desde cuando Luke le hizo una fiesta de despedida a Rory antes de irse a trabajar como periodista en la campaña de Barack Obama. ¿Será un reboot más, como lo ha sido Fuller House, o reivindicará a las Gilmore? Contamos los días.