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Sandra Bessudo

, 23/8/2009

Sin pensarlo dos veces, Sandra Bessudo atribuye su amor por la naturaleza a la educación que le brindaron sus padres.

Sandra Bessudo. - Foto:

El constante contacto con el mar y el buceo hicieron de su pasatiempo favorito una vocación definitiva. No fue una sorpresa que escogiera la biología como carrera. Comenzó en la Universidad de los Andes, luego, y para estar más cerca al océano Pacífico, estudió un par de años en la Universidad del Valle y, finalmente, se graduó de la Escuela Práctica de Altos Estudios (Ephe), en Perpignan, Francia.

Hoy dirige diferentes proyectos de la Fundación Malpelo, dentro del Plan de Manejo del Santuario de Fauna y Flora Malpelo, un área protegida por el Sistema de Parques Nacionales de Colombia. “Son temas relacionados con la conservación, investigación, monitoreo, educación, ecoturismo, financiación, ordenamiento pesquero, control y vigilancia, entre otros”.

Este año, uno de sus proyectos está ligado con Tag Heuer, marca que lanzará al mercado una edición limitada de 250 relojes diseñados con un tiburón. Los recursos que se obtengan serán destinados a continuar un proyecto de investigación con telemetría satelital y acústica para conocer los movimientos y migraciones de varias especies objeto de estudio, como los tiburones martillo.

“El vínculo con Tag Heuer se dio hace unos años, cuando la marca de relojes hizo un concurso que gané en la categoría ‘Aquarecer’ y comenzamos a apoyar una causa de investigación , conservación y educación en el tema de tiburones”, afirma. Además del ordenamiento pesquero la desvela el cambio climático y la falta de conciencia. “En Colombia ha aumentado, sobre todo en los jóvenes, aunque aún es deficiente. La legislación existe, pero no hay conciencia ni compromiso ciudadano”.

La isla de Guadalupe en el Pacífico es uno de los lugares que aún le faltan por conocer. Para ella es clave aportar al medio ambiente. Cosas tan simples como apagar las luces y los equipos cuando no se necesitan, usar el mínimo de agua posible, no vender ni consumir especies amenazadas (mero, tiburón o toyo, mota, tortuga), son formas de poner su granito de arena.