editorial

Sarah Palin, el sexo y la política

Revista Fucsia, 21/10/2008

Las elecciones presidenciales de Estados Unidos siempre han sido interesantes, pero esta vez existen unas circunstancias especiales que las hacen aun más llamativas.

Lila Ochoa - Foto:

 
Por: Revista Fucsia
 
Por primera vez en la historia, salta a la palestra pública un candidato de raza negra que se enfrentó en su momento a una candidata mujer que, aunque ya salió de la contienda, marcó un hito en la historia de ese país y, finalmente, terció una mujer que fue elegida como compañera de equipo del candidato republicano John McCain.

En principio todo suena bien –finalmente las minorías entran a la las grandes ligas de la política–, pero la realidad no es lo que parece. Estamos en un momento de la historia en el que debieran ser más importantes las calidades humanas y la preparación intelectual que el sexo o la raza. Se supone que el siglo XXI debería de haber traído consigo un mensaje de igualdad de oportunidades, de evolución en la política, de una sociedad más justa.

Tenía la esperanza de que después de la salida de Hillary de la contienda, Sarah Palin, la otra mujer partícipe en ella, tomara las banderas a nombre del sexo femenino, que constituye 50 ó 52 por ciento de la población en la mayoría de los países del mundo. Pero, a pesar de esas cifras, las mujeres estamos representadas en los primeros cargos de mando de los países en una minoría tan absurda que no vale la pena ponerla en números. Y esta parecía la oportunidad para reivindicarnos.

Se supone que nuestra gran cualidad como mujeres es ser conciliadoras, responsables y comprometidas con las causas. ¿Qué pasó, entonces, con Hillary?, ¿por qué terminó humillada y vencida? La prensa habla de que su ambición desmedida la hizo cometer errores. Yo digo que se dedicó a tratar de complacer a todo el mundo y por el camino se le olvidaron los principios que en teoría estaba defendiendo. ¿Qué le ha ocurrido a Palin? Pues que, el hecho de ser mujer no basta para catapultarla a la Vicepresidencia, pero los republicanos creyeron que sí. Una oscura gobernadora de Alaska, un estado perdido en la inmensidad, no da las credenciales suficientes para enfrentarse a ese reto.

Como muestra, apenas un botón: en la entrevista con la célebre periodista Katie Couric vimos cómo Palin se enredaba en las respuestas. Vimos su grado de ignorancia ante temas vitales como las Relaciones Exteriores. Cuando le preguntaron cuál sería su aporte a este tema lo único que pudo contestar fue que Alaska tenía una muy estrecha frontera marítima con un país extranjero, Rusia, y que por el otro lado, poseía una frontera terrestre con Canadá.

A pesar de los esfuerzos que hizo la Couric para que su entrevistada elaborara el tema, no logró sacarle ni un solo concepto al respecto. No se trata, entonces, de que Palin sea bonita, fea, grande o chiquita. Sencillamente, no tiene los conocimientos ni la preparación y la nombraron candidata a la Vicepresidencia con el objeto de crear un efecto publicitario que cambiara la tendencia en las encuestas.

No es justo que aparte de que no hemos aprendido el arte de hacer política, nos elijan sólo por una cara bonita. Yo creía que el síndrome de la reina de belleza estaba empezando a desaparecer, pero no. Aparentemente, Palin no tiene preparación académica, es fundamentalista y, desde luego, oportunista, pues es la única manera de entender que haya aceptado esa postulación.

Parecería que estuviéramos viendo escenas de una comedia y se podría pensar que todo esto es un chiste si no estuviéramos presenciando a Estados Unidos sufrir una de las crisis económicas más severas que haya conocido Occidente. La respuesta no puede ser que para distraer la atención de los votantes casen al par de niños que son la hija de Sarah Palin que está embarazada, y a su novio, para que todos se diviertan viendo las fotos, mientras que millones de personas pierden sus ahorros y la economía más importante de Occidente se va por un caño.

No se trata de que por ser blanco, negro, amarillo, mujer u hombre haya que elegir a una persona. Hay que anteponer el bienestar de una nación a cualquier otra consideración y bajarse de las nubes de esa realidad virtual de las Paris Hilton, Angelina Jolie y demás compañías. Las mujeres tenemos que aprender que todo en la vida se gana con méritos propios y que con el tiempo “cada uno queda en su plata”, como decía un gran político. Por más relacionistas públicos que hayan tratado de preparar a Sarah Palin para foguearse en la arena política, la realidad nunca estará lo suficientemente oculta bajo un buen maquillaje.

Lila Ochoa
Directora Revista FUCSIA