columna

Vicky Cristina Barcelona y Obama

Revista fucsia, 18/2/2009

Dos temas de conversación para comenzar este 2009, mientras todo vuelve a su puesto, eso sí, sin dejar de poner en su justo lugar a cada uno de estos asuntos.

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Por Samuel Giraldo
 
Qué meses más raros son enero y febrero! Son días de eterno letargo decembrino y mal comienzo de los ociosos planes de las empresas. Obvio, que con el paso de los días y bien entrado el año nuevo, ese par de situaciones desaparecen, el pesebre y el árbol se vuelve a extrañar y los objetivos estratégicos nuevamente empiezan a incumplirse.

Y el círculo vicioso se vuelve a cerrar
Al comienzo de este 2009, no tuvimos noticias espectaculares como en los últimos años: ni tsunami, ni escape del ex Canciller de la guerrilla, ni la ilusión de conocer a Emmanuel. Fue un comienzo más o menos soso, marcado por la nueva vedette mundial, Barack Obama, y por el ruido que genera la pronta entrega de los premios Oscar.
Poco a poco, veo cómo pasamos de la ‘Obamanía’ y la ‘Obamitis’ a una ineludible ‘Obamamaos’. Es exagerada la exposición mediática de Obama y toda su exótica familia, como también es totalmente desmedida la esperanza que tiene la humanidad en ese hombre de color que hoy habita con su suegra en la Casa Blanca.

La gente no es boba, nos damos cuenta de que cada expresión, cada gesto, cada imagen y cada palabra de Obama está fríamente calculada para mantener su imagen surfeando por las grandes olas mediáticas que generan más popularidad. Obama es la palabra más buscada en Google, sus videos son los más buscados en YouTube y sus espacios en MySpace, los más visitados. Estamos ante el primer producto de la red de redes.
Seguro que pronto vendrá una película de Obama, un videojuego y una canción que arrase con los MTV. Me imagino para dónde va todo el fenómeno de Obama, pero así como se infla, se desinfla, y el despertar puede ser muy, muy duro. De eso hablamos en todos los lugares de socialización. Casi todos las personas que conozco saben más de Obama que de cualquier otra persona en el mundo. Claro que en las conversaciones se atraviesan comentarios sobre la nueva vieja película de Woody Allen: Vicky Cristina Barcelona.

Los temas de Obama y Vicky Cristina Barcelona son parientes, están unidos por las palabras “expectativa” y “decepción”. De Obama ya lo dije: ojo con el desenlace, y de la película de Allen les digo: pilas que pueden perder la platica.

¿Quién no va a ver una película con el director de Match Point; con Bardem, con Scarlett y con Penélope? Nadie que yo conozca. Pero, hay que ser serio en el consumo y mirar más allá de esos taquilleros nombres.

Entiendo que los españoles hayan destrozado la película de Allen. Se sintieron como nos sentimos los colombianos cuando nos pintan con bigote, poncho, carriel y pistola, o pasan escenas de Cartagena o Bogotá con llamas, carretas, sombreros de paja y camiones desvencijados que se pierden en medio de una nube de polvo. Los españoles europeos (los de Barcelona y Madrid) odian la pandereta, el zapateo y el sombrero de torero, tanto como al tricornio de la Benemérita Guardia Civil. La película caricaturiza al macho mediterráneo y bohemio pintor que pilota una avioneta entre Barcelona y Oviedo. A Allen se le fue la mano en estereotipos, pero igual vamos a ver la película y nos parecerá sobrada. Ni Obama da para tanto, ni la película de Allen; ni pueden ser temas de más de quince minutos de conversación.