Feria

El llamado de la memoria

RevistaFucsia.com, 16/5/2013

Con Expoartesano se consolida una apuesta nacional por crear espacios de visibilización y comercialización de artesanías que hagan que todos encontremos nuestra historia en esas tradiciones locales muchas veces desconocidas.

Foto: Cámara lúcida/13. - Foto:

La riqueza artesanal colombiana está disgregada a lo largo del territorio nacional, con una presencia más fuerte en departamentos como Nariño, Sucre, Córdoba, Boyacá, Cesar, Atlántico y Tolima. Sin embargo, la geografía quebrada y las afianzadas diferencias culturales justamente hacen que la trascendencia de esos saberes, técnicas y tradiciones de un territorio a otro sea muy difícil. Es tan compleja que los tapetes de palma de estera y fique de Candelaria, Cesar, las bateas cumare y moriche de la comunidad sikuani y los butacos de Puerto Gaitán, Meta, se venden en su mayoría en los territorios aledaños en donde se producen, “En el 85,1 por ciento, las artesanías se venden en los municipios de origen y solo el 3,4 en otros departamentos”, dice un informe de Artesanías de Colombia.

Este panorama hace que la construcción de memoria y la protección de las tradiciones artesanales sean más complicadas debido a su profundo desconocimiento. “Es por esto que las ferias artesanales como Expoartesanías, en Corferias en Bogotá, y Expoartesano, en Plaza Mayor en Medellín, son fundamentales en la labor de visibilizar los saberes artesanales y de crear, además, unos ciclos comerciales más dinámicos para el artesano”, explica Alicia Mejía, directora de Expoartesano 2013, quien añade que “la feria logró que en tan solo cuatro días, 23.400 personas reconocieran los diferentes oficios de sus comunidades y que se hicieran una reflexión muy íntima
y muy profunda de quiénes somos”.

Así, el objetivo de reunir a trescientos artesanos no solo tuvo un fin comercial, como lo explica la gerente de Expoartesanías, Aida Furmanski: “Buscamos sobre todo que el país genere conciencia y reflexión alrededor de la importancia cultural de nuestros artesanos”. Con este mismo propósito, la primera dama de Medellín, Claudia Márquez, se unió con el proyecto Medellín Tiene Historia, una colección de camisetas estampadas que buscan rescatar la historia de la ciudad, para que los ciudadanos tengan conciencia de cómo ha sido el proceso que le ha permitido llegar a ser una ciudad innovadora.

Después de visitar los pabellones en donde tuvieron un lugar privilegiado las comunidades tradicionales e indígenas, fue fácil ser testigo de que las tramas tejidas que representan los ciclos del maíz, expresan los tiempos de lluvia o estampan los duelos y las cosmogonías, conversan armónicamente con colores vibrantes de tendencia, con novedosas mezclas y con nuevas formas.

Esto parece delatar que la artesanía nacional encuentra una senda en la cual, sin perder lo que la hace única y hecha “una vez cada vez”, pueda insertarse en el mercado. Como bien lo ha sentenciado el antropólogo Fernando Urbina, “a diferencia de lo que se cree, los indígenas aceptan los retos de integrarse sin perder el perfil propio; los abuelos no se resisten al cambio, lo que no quieren es que sus jóvenes desdeñen el pasado”.

Los diálogos activos entre diseñadores y joyeros con los artesanos también empiezan a dar frutos provechosos, aunque Alicia Mejía lamenta que el país haya perdido impulso en este camino cuando se decidió que el proyecto de Identidad Colombia no continuaba. “Esa alianza entre diseñadores y artesanos fue muy fuerte y generó una relación diseño-oficios muy interesante”.

Este encuentro de mundos y creencias hechas vasijas, ruanas, tejidos y bateas se convierte así también en un escenario privilegiado para pensar en la realidad de los artesanos, en cómo podrán sobrevivir sus modos de producción y su futuro. Es un encuentro que, a la postre, hace sobre todo un llamado a la exaltación de la memoria.