Relaciones

¿Existe el amor de la vida?

, 23/10/2012

Cada vez más la ciencia trata de responder esta pregunta para predecir si una relación puede, en realidad, durar hasta que la muerte los separe.

Pantherstock. - Foto:

Al apóstol San Pablo de Tarso se le adjudica hace más de dos mil años la frase “el verdadero amor nunca muere”. En el siglo XIX, el novelista francés Honoré de Balzac se habría preguntado si “¿alguna vez se deja de amar”. Esta visión romántica hace tener fe en el amor eterno. Sin embargo, no faltan los “villanos” que dañan el cuento de hadas. Un ejemplo podría ser Nietzsche, quien describió el amor como “una trampa de la procreación, solo para perpetuar la especie”.


El enigma es de nunca acabar y la ciencia ha entrado a desempeñar un papel importante a la hora de predecir si un matrimonio puede durar toda la vida, si el alma gemela y la media naranja no son solo un mito. Las recientes investigaciones muestran un lado pesimista para quienes idealizan el sentimiento: que el amor romántico difícilmente supera los siete años, momento en el que aparece la crisis, que dura lo que tardan los hijos en crecer sin los dos padres como guardianes, y otros son menos optimistas y dicen que solo alcanza a sobrevivir entre uno y cuatro años. Los científicos que apoyan esta teoría explican que el amor es como una fiebre, y como toda fiebre, en algún momento debe bajar.

El amor apasionado produce un estado de excitación, como las drogas, y uno no puede permanecer así por siempre”, concluyó en la revista de la American Psychological Association la doctora Elaine Hatfield, quien ha estudiado el amor y sus variables desde la década de los 60. La experta se basa en un estudio que incluyó a 953 parejas, algunas que empezaban a salir, otras recién casadas y unas que llevaban más de treinta años de unión. La investigación encontró que el amor apasionado decrece precipitosamente con el tiempo, casi siempre una vez las parejas se casan. Lo peor del estudio es que también demostró que el apego y el compromiso hacia el compañero sufren un declive.

Otro estudio respalda los anteriores hallazgos. La psicóloga Susan Sprecher explica que, con el tiempo, el amor va en decadencia para los hombres, principalmente, y que la satisfacción termina cuesta abajo para ambos sexos. Pero advierte que pese al “aburrimiento”, el compromiso se mantiene e incluso aumenta en las parejas que deciden permanecer juntas. Por su parte, Georgina Montemayor, investigadora del departamento de anatomía de la Universidad Autónoma de México, ha expresado que el enamoramiento es simplemente un programa que tiene el cerebro y que se debe a una acción de este órgano. Es decir, el amor está en la cabeza: cuando las personas se enamoran se activa la dopamina, la hormona vinculada al placer y la felicidad. Esta es la responsable de que se acelere el corazón y la respiración cada vez que se está cerca del ser amado. La experta señala que en este estado se bloquea el funcionamiento de la corteza cerebral, responsable del razonamiento. Por eso se dice que el amor es ciego. Sin embargo, ese estado físico-químico de demencia es temporal y duraría máximo cuatro años o hasta que aparezca otro personaje en la escena que desate las codiciadas mariposas en el estómago.

También les echa la culpa a las hormonas el especialista Paul Zak, para quien la oxitocina es la clave. “Los estudios muestran que quienes liberan más cantidad de esta sustancia tienen mejores relaciones románticas. Si una pareja no causa en el otro un aumento en los niveles de oxitocina, es poco probable que permanezcan juntas, pues se ha perdido la señal de recompensa que se produce en el cerebro de satisfacción y relajamiento cuando se está al lado del ser querido”, como explicó a la Revista Fucsia. 

El panorama no parece alentador para aquellos que estén pensando en casarse: muchos ven el matrimonio como un verdadero matapasiones y estudiosos del tema opinan que cuando llegan los hijos el erotismo disminuye. Tanto es así que muchas personas tiran la toalla antes de buscar ayuda en terapias de pareja, con la idea de que no hay nada que hacer, que simplemente están viviendo una etapa dolorosa pero lógica en sus vidas y hay que dejarla pasar. Reflexionan acerca de que si las parejas duraban toda la vida, era precisamente porque la expectativa de esa vida era muy corta, o simplemente por las presiones de la sociedad que hacían a la mujer aguantar por la dependencia a su marido.

“¿Pero es el primer arrebato de entusiasmo, y la intoxicación temporal que surge con una nueva experiencia emocional, lo mejor que podemos esperar de una relación amorosa?”, se pregunta la doctora Sue Johnson en su artículo “Can Love Last a Lifetime?”. Para ella la respuesta es alentadora: el amor no puede limitarse a esa primera etapa. “El concepto de amor como fiebre es obsoleto”. En su concepto, el secreto del verdadero amor está en que cada persona entienda sus propias necesidades emocionales y responda a las del compañero para conseguir tranquilidad, comodidad y conexión. Aun así, no desconoce la parte química y aclara que estudios del cerebro han determinado que algunas parejas con veinte años de convivencia siguen respondiendo con “la misma activación fisiológica” o pasión. “La química puede durar”. La experta considera que la intimidad es un factor importante: “Las personas que tienen más sexo y satisfactorio duran más juntas. Esto no debe causar sorpresa, en la mayoría de las cosas la práctica hace al maestro. El sexo es como el tango: cuando bailas con alguien por mucho tiempo, coordinan mejor los movimientos y crean una mayor sincronía”.

Para la terapista de pareja Nelly Rojas, hay que saber diferenciar lo que es el enamoramiento del amor. “El primero es el que se acaba, pues se trata de un primer estado que es el gancho de la naturaleza para reproducirnos. Lo físico, la química, cuando se suben las endorfinas, y la atracción sexual manda la parada, pero luego se desgastan”, explicó a esta publicación la autora de libros como Ser amigos para ser amantes y 99 preguntas clave sobre amor y sexo. Es la etapa en la que uno no conoce al otro aunque crea que sí porque la emoción hace que una especie de velo oculte a la verdadera pareja. “Pero el amor es un proceso de construcción en el que uno decide aceptar al otro como es, aunque no lo deje como está, pues en el camino ambos crecen. Por eso lo realmente ciego no es el amor sino el enamoramiento. Lo cierto es que es necesario cuidar el vínculo. Hoy las personas viven muy ocupadas, luego tienen hijos y eso, cuando la relación no se ha estabilizado y no se ha fortalecido, genera un tsunami. Las parejas se olvidan de cuidar su relación de amigos y de amantes”. 

De acuerdo con la especialista, la mejor manera de superar el desgaste del enamoramiento y tener una relación de pareja sana es resolver los problemas afectivos del pasado: “La educación que se recibe en el hogar es fundamental. El respeto, la confianza y el cariño son valores que se aprenden en la casa y no son negociables. Las personas ven el ejemplo de los padres y desarrollan la autoestima, lo cual es importante pues quien no se ama no puede amar sanamente. Muchas veces pasa que quien ha tenido un padre alcohólico va a repetir ese mismo patrón en su pareja. Para poder tener una buena relación hay que solucionar los duelos viejos”. 

Según Rojas, luego del estado del enamoramiento viene la etapa de la desidealización, una especie de desilusión pero saludable, pues se conoce al otro. “Es importante que las personas tengan en cuenta que no deben buscar a alguien para llenar sus necesidades afectivas. Nadie tiene por qué suplir ese tipo de vacíos y uno mismo tiene que generarse su autoestima”. El siguiente paso en el proceso de construcción del amor es lo que la terapeuta define como la comunicación afectiva: “Lo explico como la capacidad de validar al otro, de ponerse en el pellejo del otro, de validar sus pensamientos y sentimientos aunque no esté de acuerdo, y no sentir como un ataque una opinión diferente. En ese sentido se deben evitar errores de comunicación como juzgar, descalificar y culpabilizar, y no caer en ironías o sarcasmos, en agresiones o en un silencio castigador”. En eso radica, para Rojas, la fórmula del amor duradero.

En últimas se trata de apostarle al vínculo de pareja, de trabajar en una buena comunicación, de tener proyectos e intereses comunes y hasta de saber cómo van a manejar el dinero. Y para lograrlo no hay que dejar de lado la sexualidad y el erotismo, que deben ser cultivados. Según los expertos, muchas parejas piensan que porque fueron felices y alguna vez sintieron deseo, por arte de magia van a recuperar esa llama. Pero resulta que hay relaciones que caen en el amor filial o de hermandad, que excluye la pasión. “Sin duda debe haber atracción por el otro y es imperativo no dejar morir el deseo buscando espacios de pareja”, señala Rojas, que lleva cuarenta años de matrimonio. Aunque admite que las crisis son inherentes al ser humano, ha aprendido a verlas como oportunidades y no como amenazas. “Se habla de la crisis del matrimonio cuando los hijos crecen y se van y muchas personas se dan cuenta entonces de que quieren reiniciar sus vidas. En mi caso mis hijos ya se fueron y ahora disfruto de mi marido porque sé que quiero envejecer a su lado”.

Cuando le preguntan si cree en el amor de la vida, la educadora Claudia Nigrinis es enfática: “Conocí a mi esposo cuando yo tenía 13 años y llevamos casi treinta de casados. No me da pena confesar que sigo enamorada de él. Para mí, cuando alguien me dice que dejó de querer a su pareja es que no se trataba de amor verdadero”. En cuanto a crisis, coincide con muchas parejas en que el momento más difícil es la llegada de los hijos, pues los esposos se convierten en padres y se olvidan de su relación amorosa. Ahora que sus hijos ya son adultos, considera que está en el mejor momento de su vida conyugal, ¿la razón?: “Ya sabemos quiénes somos y estamos el uno para el otro”. Nigrinis afirma que la clave en su caso ha sido “verbalizar las cosas y decirle al otro frases del tipo ‘cómo quisiera que fueras más cariñoso, sé que no lo eres y sin embargo me gusta tu responsabilidad’, es decir, reconocer al otro sin necesidad de entrar en una lucha”.

Agrega que le ha funcionado muy bien el hecho de respetar la individualidad de su pareja, que cada uno disfrute de las actividades de su agrado sin olvidar los espacios para compartir juntos. “La analogía de que el amor es como una planta que hay que regar día a día no es puro cliché”, añade Nigrinis. Y no es tarea sencilla. Quizá por eso Balzac también habría dicho: “Es mucho más fácil quedar bien como amante que como marido; porque es mucho mas fácil ser oportuno e ingenioso de vez en cuando que todos los días”. Estas tres décadas de feliz convivencia le han otorgado a la educadora la experiencia para admitir que el amor sí cambia: “En verdad se fortalece porque cada vez hay más razones para amar”.