Perfil

La diva inmortal

, 14/6/2012

A medio siglo de su muerte, parece que Marilyn Monroe sigue más viva que nunca. La fascinación por la rubia más sexy de todos los tiempos continúa.

Fotos: AFP - Foto:

“Nunca quise ser Marilyn. Simplemente pasó. Marilyn es como un velo que usé para ponerle a Norma Jeane”. Sin proponérselo, con estas palabras la actriz explicó el alcance de su invención; una invención que se convirtió en un mito que se niega a morir. Pero, a la vez, en una creación en la que ella nunca creyó por ficticia, aunque hoy, a 50 años de su muerte, es difícil saber cuál es la verdadera entre Norma Jeane y Marilyn: si la joven insegura, ansiosa de afecto, o el símbolo sexual que sigue enloqueciendo a las nuevas generaciones. Alguna vez ella dejó claro que hubiera preferido quedarse con un nombre similar al suyo, que no le gustaba ‘Marilyn’, al punto de que cuenta la leyenda que cuando le pidieron por primera vez un autógrafo, no sabía dónde poner la ‘y’ de su seudónimo.

Es un nombre famoso en el mundo entero. Los norteamericanos de cierta edad todavía recuerdan lo que estaban haciendo el 5 de agosto de 1962 cuando conocieron la noticia de la muerte de la estrella. Algunas adolescentes de hoy coleccionan calcomanías suyas, o por lo menos conocen el retrato que le hizo Andy Warhol. En medio siglo han salido una gran cantidad de películas, la más reciente, My Week with Marilyn, con sus honrosas postulaciones a los Premios de la Academia; han sido publicados más de 600 libros, y es muy probable que con motivo del aniversario aparezcan otros tantos. Para la muestra, un botón: el fotógrafo Lawewnce Schiller acaba de sacar uno titulado Marilyn & Me: A Photographer’s Memories, en el que describe a la diva como una mujer dulce, simpática y caprichosa, obsesionada por ganar un Óscar, por figurar más que Elizabeth Taylor y porque le pagaran más. Como dijo alguna vez, “sé que le pertenezco al público y al mundo, no porque sea talentosa o hermosa, sino porque nunca he sido de nadie más”.

Triste infancia
Norma Jeane se sintió siempre sola y temerosa, quizá por eso desde niña empezó a crear una nueva versión de ella misma. Su mamá, Gladys Monroe, era una mujer de vida desordenada que trabajaba cortando negativos en la productora de cine RKO. Al parecer empezó a tener problemas sicológicos desde que su exmarido le quitó a la fuerza a sus dos primeros hijos. Luego se enredó con varios hombres, nació Norma Jeane, a quien siempre le dijo, sin mayor certeza, que su padre era un colega del trabajo. De hecho, la hizo llevar el apellido de su primer marido, Baker.

La pequeña pasó su infancia de mano en mano y de un hogar a otro. Estuvo en un orfanato durante dos años, debido a la inestabilidad de su madre, recluida en hospitales para enfermos mentales y diagnosticada con paranoia esquizofrénica. A la diva siempre la persiguió el terror de tener los mismos problemas de su progenitora, con razón, pues al parecer esta era una predisposición familiar. Según el libro de Randy Taraborrelli, The Secret Life of Marilyn Monroe, su abuelo murió de sífilis, pero su abuela, quien afirmaba oír voces y tener todo tipo de alucinaciones, al igual que Gladys, decía que había muerto de locura. Algunas biografías cuentan que la propia Marilyn también tenía visiones extrañas.

Una de las tantas mamás que conoció fue Ida Bolender, quien en realidad quería adoptarla, pero su madre biológica siempre volvía a reclamarla. Lo paradójico es que Marilyn expresó en una oportunidad que los Bolender habían sido “terriblemente estrictos. No era con mala intención… era su religión, pero me criaron con dureza”. También contó con el apoyo de la ‘tía’ Grace Atkinson, amiga de Gladys, quien solía impulsarla a perseguir sus sueños artísticos. Pero cuando ella se casó tuvo que mudarse y se alejó temporalmente de la niña. Nunca se han esclarecido las insinuaciones de la actriz de que habría sido abusada sexualmente en sus primeros años por el esposo de su benefactora o por un primo. Algunos biógrafos hablan de intento de violación y otros de pura fantasía.

“A veces siento que toda mi vida he sido rechazada”, le confesaría pocos días antes de su muerte a Lawrence Schiller durante una sesión de fotos. Cuando tenía 16 años y vivía en un hogar sustituto, se enamoró de uno de sus vecinos, James Dougherty, de 21. Para hacerle el quite al orfanato decidió casarse con él. Cuando su marido se enlistó en la Marina Mercante, durante la Segunda Guerra Mundial, ella consiguió un trabajo en una fábrica de municiones, donde un oficial de la Fuerza Aérea dedicado a realizar documentales notó sus atributos y le hizo una serie de fotografías. Desde entonces aclaró su pelo castaño y se dedicó al modelaje hasta que los estudios Fox la contrataron.

Así adquirió la identidad de Marilyn Monroe y su vida dio un vuelco, pues según aseguró, “nunca me dijeron que era bonita de pequeña. A todas las niñas se lo dicen aunque no sea verdad”. El resto es historia: 31 películas la convirtieron en la estrella más deseada, al punto de que, pese al paso de los años, ha ocupado los primeros lugares de popularidad entre las estrellas de cine de todos los tiempos y en 1999 la revista People la escogió como la mujer más sexy del siglo XX.

La actriz
Pese a la fama, Marilyn nunca se sintió valorada como actriz y la mortificaba estar encasillada en el papel de rubia sensual y tonta. Interpretó a una niñera que se vuelve una ‘devorahombres’ salvaje y a una mujer desesperada por cazar marido, entre otras. Pero esa fama de ingenua se contradice con el hecho de que en su biblioteca tuviera una abundante colección de libros de historia del arte y filosofía y de que su coeficiente intelectual fuera de 168 (con 150 se considera a una persona de inteligencia superior. El de John F. Kennedy, con quien se especula que tuvo un affaire, era de 129, también notable).

Se quejaba constantemente de que no le pagaban lo que merecía y tal vez tenía razón. Schiller cuenta en su libro que quizás era cierto que los estudios no respetaban su talento, pues en 1953, para Los caballeros las prefieren rubias, recibió 1.250 dólares semanales, 15 mil en total, mientras que Jane Rusell ganó 200 mil. El fotógrafo también revela que cuando se estaban conociendo ella le preguntó: “¿Cuántas postulaciones a Premios de la Academia crees que he tenido?  , ninguna”. Marilyn se moría de la envidia de la carrera de Elizabeth Taylor en la época de su romance con Richard Burton: “Se refería a que mientras esta recibía un millón de dólares por Cleopatra, ella solo hacía 100 mil dólares”. Schiller asegura que cuando él y Marilyn negociaron un fotorreportaje de ella desnuda, la única condición de la diva fue que en la edición de la revista en que se publicaran las imágenes no podía aparecer mención alguna a la Taylor.

Marilyn quería que la tomaran en serio y por eso estudió en el legendario Actor’s Studio de Lee Strasberg, en Nueva York. “Hablando del Óscar, yo habría ganado de manera abrumadora estatuillas si hubiera una categoría a quien mejor finja orgasmos. He hecho mis mejores actuaciones convenciendo a mis parejas de que estaba en medio del éxtasis”, dijo con inseguridad, pero al mismo tiempo dejando saber, como admitió a su siquiatra, según algunas grabaciones, que tenía problemas para sentirse satisfecha debido a sus traumas de infancia. “Los hombres a los que se entregó por lo general abusaron de ella, como una secuela del sentimiento de vergüenza e indignidad que la acompañó desde su infancia, lo que explicaría por qué los escogió”, reflexiona el diario The Guardian en un artículo dedicado al libro de Taraborrelli.

Sus tres maridos
En su larga lista de amores y amoríos se encuentran sus tres esposos: Dougherty, con quien duró cuatro años casada; el famoso beisbolista Joe DiMaggio, quien la golpeaba, razón por la que el matrimonio solo duró ocho meses. Su último esposo fue el dramaturgo y escritor Arthur Miller, de quien se dice la maltrataba sicológicamente menospreciándola, aunque a ella se le llenara la boca diciendo que “él no se hubiera casado conmigo si yo no fuera más que una rubia tonta”. En una ocasión obligó a Marilyn a leer un reportaje en el que la describía como una niña malcriada. En un gesto de amor, cuando perdió su primer bebé debido a un embarazo ectópico, Miller le regaló el guión de la película Los inadaptados.

Sin embargo, como si se tratara de una fría venganza, la hizo exponer las depresiones, miedos y manías que la atormentaban. Luego tendría un segundo aborto. Y según el actor Tony Curtis, también habría perdido un hijo suyo. Esa habría sido una de sus mayores frustraciones: “Siempre quise un bebé. Tener un hijo ha sido mi gran deseo, pero también mi gran temor. Cuando estaba cerca de lograrlo, mi cuerpo se negaba y lo perdía”.

Hay más nombres famosos como Frank Sinatra y Marlon Brando y se ha dicho hasta el cansancio que tuvo un romance con el presidente Kennedy, rumor que creció cuando ella le celebró el cumpleaños número 45 en el Madison Square Garden, cantándole el Happy Birthday más sensual que se haya escuchado. Fue tal la conmoción que causó el evento, que el vestido que lució ese día fue vendido por US$1’267.500, cifra que forma parte del libro de Guinness Records.

Hace algunos años se dio a conocer un supuesto testimonio de la actriz ante su siquiatra, según el cual no es claro que sintiera algo más que una profunda admiración por el primer mandatario: “Marilyn Monroe es un soldado. Su comandante en jefe es el hombre más grande y poderoso del mundo. Este hombre va a cambiar el país. Ningún niño pasará hambre. Nadie dormirá en la calle (…) Yo nunca lo avergonzaría. Mientras tenga memoria, siempre tendré a John Fitzgerald Kennedy”. Pero existen aun más dudas sobre un affaire con el hermano del presidente, el entonces fiscal Robert Kennedy: “No sé qué hacer con Bobby, doctor. Como usted ve, no hay lugar en mi vida para él. Supongo que no tengo el coraje suficiente para enfrentarme a la situación y lastimarlo”.

Y hasta figura una mujer, su colega Joan Crawford: “Fuimos a la habitación de Joan. Ella estaba muy apasionada. La siguiente vez que la vi ella quería seguirla. Le dije en la cara que no me gustaba hacerlo con mujeres. Después del desplante se volvió odiosa conmigo”.

Debido a sus conflictos, se volvió adicta a las drogas de prescripción, en especial tranquilizantes, y en ocasiones al alcohol. A veces llegaba en tan mal estado a los rodajes, que tenían que maquillarla y alistarla medio dormida. Las depresiones motivaron su reclusión en un hospital siquiátrico y empezaron sus constantes ausencias y demoras. Durante la grabación de Los inadaptados, Clark Gable fue víctima de los olvidos de guión de Marilyn y de su impuntualidad. “Clark era muy bueno conmigo y yo no me lo merecía. Estaba teniendo problemas con Arthur y a causa de eso retrasaba mucho el rodaje. Clark me protegió del director que insistía en hacerme pasar un mal rato. En las escenas, lo besaba con cariño verdadero. No me quería acostar con él, pero deseaba que supiera lo mucho que me gustaba y lo apreciaba. Cuando murió (apenas terminaron la película) lloré dos días seguidos. No podía dormir ni comer”.

En junio de 1962 Marilyn fue despedida del rodaje de Alguien tiene que ceder. El productor del filme, Henry Weinstein, dijo que sus repetidas ausencias le habían costado al estudio más de medio millón de dólares. Aunque fue un golpe bajo, la diva soñaba ganar un Óscar haciendo algo de Shakespeare. Pero una sobredosis de barbitúricos acabó con su vida.

Desde entonces, son muchas las teorías que han rodeado su muerte, que van desde suicidio hasta participación de la mafia y de los Kennedy. La de Taraborelli es que Marilyn se cansó de ser ella: “Toda mi vida he interpretado a Marilyn Monroe, Marilyn Monroe, Marilyn Monroe. Me he convertido en una imitación de mí misma”. Por eso, el autor concluye que el único deseo de la estrella “era matar a Marilyn Monroe”. Si así fue, la fama de la que aún goza demuestra que logró todo lo contrario.