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Nuestros cuerpos

Lila Ochoa , 29/3/2012

Nosotras las mujeres padecemos muchas maldiciones por cuenta de nuestra estructura biológica y singularidades físicas: la menstruación, el embarazo, el parto, la menopausia y, quizá la más terrible de todas: la lucha permanente contra el sobrepeso.

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Nosotras las mujeres padecemos muchas maldiciones por cuenta de nuestra estructura biológica y singularidades físicas: la menstruación, el embarazo, el parto, la menopausia y, quizá la más terrible de todas: la lucha permanente contra el sobrepeso. Yo me incluyo en esta última problemática, por más racional que me sienta, y me da envidia con las que no sufren este problema. 

¿Cuánto daríamos las mujeres por cinco kilitos de menos? ¿Cuántas horas no nos hemos pasado sufriendo ante el espejo o en el gimnasio, caminando aburridas como una ostra y ensayando todas las dietas que se haninventado?¿Cuántas veces hemos perdido esos cinco kilos para recuperarlos unos meses después?

Pues resulta que acabo de leer, en una revista de salud, un artículo en el que encontré un poco de consuelo. La teoría central, que la sabía por intuición más que por una realidad científica, es que la sociedad contemporánea ha creado un mundo de ficción respecto a los estándares de belleza con los cuales todas nos comparamos.

Ese bombardeo de los medios de comunicación, que sublima un ideal estético irreal, ha creado una generación de inconformes con su cuerpo. Las revistas, la televisión y el cine presentan como patrón unas mujeres talla 0, a las que todas nos queremos parecer.

Pero el dato que más feliz me dejó fue saber que el promedio de las mujeres en Estados Unidos mide 1,60 metros de altura y pesa 60 kilos, mientras que todas las modelos que aparecen en las revistas miden unpromedio de 1,79 metros y pesan 53 kilos. Las primeras constituyen másde 90 por ciento de la población femenina, las segundas, según el mismo artículo, menos de 1 por ciento.

Algo que me dejó un poco triste fue descubrir que nací en la generación que no tocaba. El culto por la delgadez se inició con la modelo inglesa Twiggy, en 1966, y desde entonces no ha cambiado. Antes de eso las cosas eran diferentes. El artículo señala que un equipo de científicos analizaron a las mujeres que aparecen en los cuadros de Rubens y llegaron a la conclusión de que en tallas contemporáneas ellas estarían en una 16. 

Pero no hay que remontarse 400 años para encontrar datos alentadores. Señala el artículo que en la reciente subasta de vestidos de Marilyn Monroe se revelaron las medidas de la actriz: sus vestidos eran talla 10. Yo, que lucho por mantenerme en esa talla, nunca había pensado que pudiera tener algo en común con Marilyn Monroe. La modelos de hoy, según la misma publicación, tienen en promedio una  talla 2. ¿Por qué no habré nacido unos años antes?

¿Por qué le habrá tocado a mi generación y a la de mis hijas la maldición de ver solamente fotos de Kate Moss y de Giselle Bündchen? En el siglo XVII, época de Rubens, yo hubiera sido considerada flaca. Y en los años 50, con mi peso actual, había podido ser considerada un símbolo sexual como Marilyn Monroe. ¡Qué vaina!, de lo que me perdí. 

Por cuenta de estas reflexiones, pensamos que era una buena idea hacer, en este número de FUCSIA, un homenaje al cuerpo de las mujeres comunes y corrientes, de la vida real. A esas mujeres que no miden 1,78, ni pesan 46 kilos; que no viven muertas de hambre, que se envejecen y, que a pesar de todo, viven dichosas con su cuerpo.