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Primera fila en Madrid

Pilar Castaño, 2/7/2013

La moda se viste de actualidad y esta es una excusa para transportarnos desde sus pasarelas al talentoso mundo de la selección española de la última edición de la Madrid Mercedes-Benz Fashion Week, en la cual diseñadores jóvenes y veteranos le apostaron al futuro de un país que no sale aún de su crisis económica.

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Llegar como invitada a la edición número 57 de la reconocida Semana Cibeles de la Moda, rebautizada como Madrid Mercedes-Benz Fashion Week, realizada en Ifema, un gigantesco recinto muy bien adecuado, es ver, en primer término, cómo dirige este certamen, como si se tratara de una orquesta, Cuca Solana, una fuerza indescriptible personificada en mujer, la misma que se ha dedicado desde hace más de dos décadas a la promoción y proyección de la moda española. La presencia de Inditex como patrocinador es un logro y asegura el futuro del evento. Sentarme en la Front Row y ver pasar los verdaderos talentos es igual a recibir aquello que nos nutre a las escritoras y críticas del tema.

Comencé por visitar a la diseñadora Ana Locking quien tiene una figura como de Alicia en el país de las maravillas que le queda muy bien, ya que la complementa con una personalidad divertida y soñadora, y que juega mucho con lo lúdico para inspirarse. Lleva más de diez años dedicada a crear colecciones sorprendentes, logrando mezclas de colores y texturas inesperadas. Este año su tema fue Alfred Hitchcock: bautizó su colección McGuffin, término que se da al foco del suspenso y alrededor del cual gira la trama. Voluptuosas faldas estampadas de flores y como material el neopreno. Sus colores, naranja y negro, venden muy bien en países como Japón, donde tiene boutique y es más reconocida que en España. La moda es una muestra de la transformación que se va presentando en el país. Definitivamente ya no aparece ese “Made in Spain” de los años ochenta del boom económico - real o ficticio - de otras épocas.

Pero hay excepciones, y una de estas la encontré en la colección de Juan Duyos, inspirado en el sur, en pintores como Zurbarán y directores como Buñuel. Una pasarela alegre desde el comienzo, con la música en vivo de una cantaora maravillosa y una guitarra que no se podría escuchar sino en España. Sombreros de fieltro de color crudo me transportaron a los lugares de La Mancha de don Quijote: capas de paños pesados, faldas largas en napas que parecían cosidas como si fueran de seda… pensé en los grandes de otras épocas: Balenciaga, Pertegaz, Sybilla y Berhanyer.

Lo interesante de asistir en primera fila no solo es poder ver de muy cerca los zapatos y cada uno de los detalles, sino también disfrutar de los cambios abruptos y contrastantes que se presentan de un diseñador a otro. Daniel Rabaneda, un talento nuevo en su primera presentación, tituló su colección Aquellos que padecían del corazón. A sus escasos 27 años tiene muy claro qué debe coser para que sea comercial y se venda bien: patrones angulosos, tejidos técnicos y novedosos, cortes láser, mezcla de texturas, mucho brillo y metal están presentes en su ADN por su abuelo, Paco Rabanne.

Si tuviera que resumir el vintage, la moda inspirada en otras épocas, el romanticismo y la feminidad, me remitiría a la marca Ailanto, de los hermanos gemelos Muñoz, inspirados en el arte de Sonia Delaunay, la artista ucraniana cuyas flores y trazos se imprimieron en chiffones de seda, crepés y georgettes, con lo cual lograron collages en lana y paños de mohair, un regreso alucinante a los años veinte.

Roberto Torretta, quien nació en Argentina pero ha trabajado como diseñador y ha vivido en Madrid toda su vida, tiene muy claro que lo suyo es el cuero y lo trabaja como un verdadero maestro. Sus pantalones de bota ancha y tiro alto, sus chaquetas de paño vicuña en fucsias y amarillos, sus vestiditos negros con brillos impredecibles demuestran que tiene muy claro que feminidad y sensualidad deben ir de la mano.

El rey de la mujer activa se llama Angel Schlesser. Su colección es para una mujer dinámica, que viaja, se proyecta y quiere estar a la moda. Sus diseños son para la feminidad del Siglo XXI, muy chic, en materiales inteligentes, modernos y con mucho neopreno.

Asistir a una pasarela de la diseñadora Ágatha Ruiz de la Prada es siempre una experiencia alucinante. Esos más de 25 años que lleva trabajando sin contar, como tantos, con el color negro como aliado, sino por el contrario manifestando su rechazo permanente al color de la elegancia, es quizá lo que hace de sus creaciones esculturas andantes, lúdicas, alegres, llenas de diseño, muy bien estructuradas y sólidas, como un móvil de Alexander Calder. Ághata transmitió profesionalismo, pero sobre todo positivismo. Una moda de espectáculo, con modelos en medias de lurex y zapatillas brillantes de charol. Fue una muestra surrealista, madura, depurada, porque para Ágatha la moda es el placer que siente el artista de expresarse a través de sus diseños, su rebeldía y su posición ante el mundo. Corazones, lunas, flores, estrellas… una manifestación de esperanza ante un país que se debate en el caos. La moda debe servir, entre otras cosas, para hacernos soñar.

Es imposible hacer un recuento completo de las más de veinte pasarelas que tuve la oportunidad de ver. Más de cuarenta mil personas llenaron las salas de Ifema. Me fui recordando a Francis Montesinos, David Delfín, Roberto Verino, Andrés Sardá, Amaya Urzuaga, Victorio y Lucchino, Maria Barros, Aristocrazy y muchos otros, sin hablar de los nuevos talentos que llenarán las graderías durante muchos años por venir. España ha sido siempre muy grande en la moda, mucho antes, incluso, de Fortuny.

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