Editorial

¿Sumisa, o dueña de sí misma?

Lila Ochoa, 11/2/2012

Viviane Morales y Anne Sinclair, dos mujeres bonitas, exitosas e independientes. Las mujeres autónomas mantienen la lealtad hacia sus parejas por convicción, no por otras consideraciones. ¿Cuál es tu opinión, eres sumisa o dueña de ti misma?

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Últimamente, las páginas de los periódicos y revistas se han visto inundadas de artículos sobre la historia de dos mujeres, una colombiana, Viviane Morales, la otra francesa, Anne Sinclair. La primera, abogada; la segunda, periodista; las dos bonitas, exitosas e independientes. Unos las defienden, otros las atacan. Llevada por la curiosidad, me puse a investigar la historia de cada una para llegar a mis propias conclusiones.

Viviane Morales, la primera mujer que llega al cargo de Fiscal de Colombia, entró a la universidad a los 15 años y se graduó con altos honores, con un promedio de 4,7 sobre 5. Asesora de la Asamblea Nacional Constituyente, Representante a la Cámara y luego Senadora, se consideraba una persona cercana al expresidente Uribe, sin embargo, votó en contra de la segunda reelección por principios, objetando que este no era “un sistema presidencial”.

Al poco tiempo de ser elegida como Fiscal se volvió a casar con su exmarido, Carlos Alonso Lucio, un personaje muy controvertido, y ahí fue la de Troya. Una mujer con muchas cualidades y consecuente consigo misma en todas sus actuaciones, se vio envuelta de un momento a otro en una virulenta controversia y su vida privada quedó expuesta a la mirada del público.

Otra mujer que ha sido ‘crucificada’ por la prensa es Anne Sinclair, norteamericana de nacimiento y francesa por su familia. Única heredera de la fortuna del coleccionista de arte Paul Rosenberg, este hecho la sitúa en la lista de las mujeres más ricas de Francia. Estudiante brillante, Anne se graduó de abogada en el Instituto de Estudios Políticos de París y se inició en el periodismo en 1973.

Se convirtió en una celebridad gracias a su programa Siete sobre Siete, espacio de entrevistas políticas que la consagró como uno de los personajes más queridos y respetados de la televisión francesa. Se casó hace 20 años en segundas nupcias con el exdirector del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn, economista y personaje de la política, quien desde el primer momento contó con el apoyo de Sinclair, tanto en su carrera como en el campo de la política. Ella creía hasta hace poco que Strauss-Kahn sería el próximo presidente de Francia. El año pasado, cuando estalló el escándalo de Nafissatou Diallo y luego el de las prostitutas en el hotel de Lille, el mundo se le vino abajo y su vida entró en crisis.

Desde entonces, he seguido la historia con pasión y he leído toda clase de artículos, algunos en los que recibe críticas, sobre todo de periodistas mujeres que consideran que debió haber abandonado a su marido hace tiempo, y otros que la apoyan.

En un momento dado, llegué a pensar que Anne Sinclair era una loca de atar por permanecer contra viento y marea junto a un hombre que, a mi manera de ver, no lo merece. Pero después de leer la entrevista que le concedió a la revista Elle en Francia, llegué a la conclusión de que, en una época en que lo único que cuenta son los valores materiales, el hecho de que una señora pueda mantenerse incondicionalmente al lado de su marido le demuestra a los hombres que una mujer moderna, independiente económicamente, educada y muy inteligente puede mantener los valores tradicionales de compromiso con la pareja, conscientemente, y no por obligación, sumisión o presión, sin perder su dignidad ni su valía personal.

Este mismo análisis lo hice con respecto a Viviane Morales, quien en todo momento ha mostrado ser una mujer consecuente consigo misma y dispuesta a dar la batalla por el hombre que quiere. Pero lo más importante, es que dejó claro que no se va a dejar presionar por lo que opinen los demás.

No está por demás decir que estas mujeres merecen mi admiración, pues se necesita mucho coraje y generosidad para pensar en términos de perdón y no de venganza. Para ser solidarias con sus hombres en las circunstancias difíciles de la vida, pues salir corriendo siempre ha sido el camino más fácil. Ellas no dependen de los demás, solo son fieles a sí mismas.

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