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Georgia Jagger Rock y glamur en los genes

Revista FUCSIA, 4/7/2013

Heredó el estilo de Mick Jagger y la belleza de Jerry Hall. Y con esa exótica combinación se ha convertido en una de las modelos más codiciadas y únicas: perfecta por ser imperfecta.

Fotos: AFP. - Foto:

Para que la fama no se interponga en la normalidad de su vida, especialmente por estos días en los que viaja tanto, Georgia May Jagger usa un truco que engaña la nostalgia: suele llevar objetos de su cuarto y tirar bufandas y otras prendas sobre los muebles del hotel, para que ese desorden la haga sentirse “más en casa”. En sus pocos ratos de descanso prefiere estar en familia, arreglar el jardín o simplemente quedarse en bata. Y no es de las que se maquilla o peina hasta para ir a la esquina por miedo a que un paparazzi capture una imagen distinta de las que aparecen en las múltiples campañas publicitarias que le han dado el don de la ubicuidad.

Pero aunque lo intente, la normalidad no es algo a lo que pueda aspirar la hija del Rolling Stone Mick Jagger
, uno de los cantantes más famosos de todos los tiempos, y de Jerry Hall, supermodelo norteamericana de la década de los 70. Su apariencia es un permanente recordatorio de su linaje: tiene la sugerente boca del papá y respira sin esfuerzo un aire rockero, aunque ella misma reconozca su falta de talento musical. Por suerte porta la belleza de su mamá, su cabellera rubia y la elegancia de sus piernas. “Es un híbrido interesante, tiene la estructura ósea materna mezclada con algo de la silueta andrógina paterna”, comentó a FUCSIA Noreen Flanagan, editora de la revista Elle canadiense.

Además, su infancia transcurrió de gira, cuando su juego favorito consistía en disfrazarse con los vestidos de alta costura y los accesorios de shows musicales que tenía a la mano. Aun así, Hall insistía en mantener a sus hijos con los pies en la tierra: en su casa de los suburbios londinenses cada quien tenía que cumplir con ciertas responsabilidades. Ella les escondía las noticias que salían sobre la familia y nunca se tocaba el tema de la celebridad.

Sin importar esas precauciones, hoy la tercera de los cuatro hijos del matrimonio Jagger-Hall es la heredera indiscutible de una estirpe de pedigrí rockero. Y gracias a esa genética se ha convertido en una de las modelos más apetecidas del momento: la comparan con Brigitte Bardot, es la consentida de Cavalli, imagen de la firma cosmética Rimmel, protagonista de anuncios para Hudson Jeans, Chanel, Versace y H&M, y de pasarelas de marcas como Louis Vuitton.

El año pasado cerró la ceremonia de los Juegos Olímpicos de Londres junto a figuras de la talla de Kate Moss y Naomi Campbell; es codiciada por publicaciones como Vogue y Harper’s Bazaar, y en la lista de “clientes” seguirían Victoria’s Secret y Marc Jacobs. Y es que le llueven los contratos a pesar de, o más bien gracias, al toque especial que le da ese espacio entre sus grandes dientes, en medio de los cuales, ella bromea, cabe una moneda. Tuvo razón su mamá cuando desde niña le advirtió que esa imperfección era una suerte, una especie de mina de oro. Tampoco ha sido un obstáculo que su casi 1,70 de estatura no alcance la medida típica de las modelos.


Belleza rebelde


“En términos de estilo me da la sensación de que es más como Mick, porque tiene ese halo de que nada le importa”, afirma Flanagan, para quien el encanto de Georgia consiste en esa rebeldía natural que corre por sus venas. Sin embargo, la joven de 21 años es consciente de que sus padres dejaron la viga muy alta en términos de una vida alocada. “Es difícil superarlos”, expresó en una entrevista. Después de todo, la relación de dos décadas entre Jagger y Hall fue siempre turbulenta: cuando empezó, él había tenido un romance con la actriz Marsha Hunt, mamá de su primera hija, y estaba casado con la nicaragüense Bianca Pérez, con quien tuvo otra niña. Por su parte, ella estaba comprometida con el músico Bryan Ferry. Él tenía una rutina desenfrenada que incluía drogas; ella era pilar de la mítica discoteca Studio 54.

Años más tarde, en 1990, decidieron finalmente casarse en Bali, solo para que luego de una serie de infidelidades, que incluyeron a la ex primera dama de Francia Carla Bruni, y un nuevo hijo extramarital por parte de Mick, este último lograra la anulación del matrimonio. “Me pareció una movida ruda después de tener cuatro hijos juntos”, confesó Hall al diario británico The Guardian. Actualmente se habla de que la expareja está enfrentada por la casa en la que Georgia y sus hermanos crecieron. La antaño top model ha dejado saber que aunque su ex fue un buen padre que ayudaba a los niños con sus tareas y jugaba críquet con ellos, no le gustaría que se unieran a alguien con sus valores.

Quizá con la idea de que su retoño repetirá los mismos pasos, los medios la siguen para ver en qué la pillan. Cuando cumplió 18, por ejemplo, periódicos sensacionalistas publicaron unas sospechosas fotos de la joven durante una fiesta donde se la ve recibiendo un extraño sobre en el que, insinuaron, había drogas. También ganó fama de rumbera por sus frecuentes salidas con su “pandilla”, que incluye personajes como la cotizada modelo Cara Delevingne, una de sus mejores amigas. Recientemente Georgia recorrió Estados Unidos en una vieja ambulancia con la banda de rock de su hermano Jimmy, Turbogeist, de la que también forma parte su novio, el baterista y modelo Josh McLellan. Tal vez a Mick Jagger la noticia de que su hija y el músico tendrían planes de vivir juntos no le caiga mucho en gracia, pues se rumora que pese a su sórdido pasado se ha vuelto algo conservador, a tal punto que los medios han dicho que se molesta cuando la niña de sus ojos muestra más de la cuenta.


Las herederas


Según el crítico de música Juan Carlos Garay, el rock hizo de Georgia “una antítesis de la inocencia”. Explica que “los rockeros tienen un sentido innato de la moda porque son conscientes de ser observados. Quizá bordeando en el exhibicionismo, ellos van más allá de lo normal. Cuando uno ve a Mick Jagger en el videoclip de Waiting on a Friend con el pantalón blanco y el sombrero de cowboy, o agitando una capa de satín en Honky Tonk Women, todo ello tiene, además de la fuerza de la música, una connotación de pasarela”.

Por eso no es gratuito que muchas hijas de rockeros opten por el mismo camino. Su hermana mayor, Lizzy Jagger, de 29 años, además de haber tenido participaciones vocales en álbumes de su padre, y de haber sido novia de Sean Lennon, hijo del mítico Beatle, ha sido imagen de marcas como Lancôme y Tommy Hilfiger desde que tenía 14. Ella también se ha burlado de sus dientes, aunque asegura que no le interesa verse simplemente bonita: “Quiero sentirme más individual”, expresó a The Guardian.

Las hijas de su tío putativo, el guitarrista de los Rolling Stones Keith Richards, Theodora y Alexandra, son también caras conocidas de las campañas publicitarias y revistas de moda. En la lista de musas que llevan el rock en su ADN, una de las más famosas es la actriz Liv Tyler, quien ha sido imagen de Givenchy. Supo que era hija del vocalista de Aerosmith hasta los 9 años, pues su mamá, una modelo y fanática del grupo, le ocultó su origen… pero lo que se hereda, no se hurta.

Georgia, que por estos días es de todas la que más suena, pese a que se empeña en “no parecer arrogante”, piensa que el mundo de hoy es muy distinto a ese en el que sus padres transformaron la cultura popular: “Ahora todos quieren ser iguales”, afirmó en entrevista con The Sunday Times. Sin embargo, advierte que la industria de la moda tiene otra visión en cuanto a los estereotipos: “Siento que hoy el carácter atrae más que simplemente ser parte de lo mismo”. Para Flanagan, si existiera una tendencia en el mundo de la moda sería precisamente esa de distinguirse, y no solo tener cualidades físicas: “Cuando hablé con ella me dijo que nunca había pensado en ponerse frenillos porque no creía que las personas debieran ajustarse a una idea única de perfección”.

Cavalli la escogió para ser la imagen de su fragancia por “ser espontánea, seductora y juguetona, e irradiar frescura y emoción”. La modelo protagoniza así una campaña en la que descubre su capacidad actoral, también herencia de Hall, y su faceta más atrevida. No es casualidad que así sea, pues no se cansa de decir que su ícono de belleza por excelencia es su mamá. A ella le imita el uso del pintalabios rojo y el hecho de llevar una melena sin control. Ambas trabajaron juntas en la campaña de H&M. “Me aseguró que sería tonto competir con la grandiosa carrera de Jerry Hall, especialmente en un ámbito en el que pocas personas permanecen por largo tiempo”, agrega Flanagan. Curiosamente, Georgia no tenía intenciones de entrar en el negocio familiar porque no le gustaba arreglarse y le incomodaba que su mamá fuera a recogerla al colegio con su pinta de modelo.

De niña, su más cercana inclinación fue una pataleta que armó a los 7 años para que la diseñadora Vivienne Westwood, amiga de la familia, le hiciera un vestido. A los 14 años Hall, quien siempre ha pensado que su hija es “increíblemente sexy”, la obligó a posar para la cámara del reconocido fotógrafo británico David Bailey y la experiencia le pareció divertida, de modo que se dedicó al modelaje medio tiempo mientras cumplía con sus deberes escolares. Desde el inicio ha tenido claro que su carrera no es para siempre. Por eso decidió estudiar fotografía, y después de haber colaborado en el diseño de una colección de jeans para Hudson, ya está planeando su futuro, con ocupaciones de este tipo en la mira.

Por ahora a Georgia, acostumbrada a la acción, le parece excitante un trabajo tan movido. Aun así reconoce lo agotador que es: “Es una locura –aseguró al periódico The Telegraph–, todo el mundo espera que luzcas perfecta, pero te acuestas a las tres de la madrugada para tener que despertarte a las seis”. Cuenta que su mamá, a sus 56 años, no se ha hecho ninguna cirugía estética y que por eso aprendió la máxima de envejecer con dignidad, en la medida en que no es realista “querer ser joven y bella toda la vida. Pero soy feliz en lo que hago y me mantendré en esto tanto como pueda”.

Extrañamente, todavía se pone nerviosa en pasarela, aunque lo que menos disfruta de su profesión es el exceso de exposición. Le ha costado acostumbrarse a que los tabloides inventen chismes suyos, y a manejar redes sociales, aunque las aprovecha para publicar fotos de ella y sus amigos disfrazados al estilo setentero, burlándose de sus padres. Señala que nunca buscó ser famosa, pero tiene claro que es el precio que debe pagar por tener una carrera exitosa como modelo. Quizá hizo suya una célebre frase de su padre: “Mientras mi cara esté en la primera página, no me importa lo que digan de mí en la página 17”.