Columna

Tiempos extremos

Revista, 11/5/2008

Hallar el equilibrio en esta era se ha convertido en algo más difícil de encontrar que el santo grial, la piedra filosofal o boletas para un concierto de Madonna.

 
Por Odette Chahin

Hace poco, una lluvia de proporciones bíblicas me dejó atrapada en mi apartamento bastante aburrida y me quedé viendo un documental que mostraba la vida de varias jóvenes anoréxicas recluidas en una institución. Una de ellas contaba que se había metido a la Armada de Estados Unidos para perder peso. Yo he hecho todas las dietas, pero jamás se me habría ocurrido irme de soldada rasa para quedar en talla 4.

No hay que tener vista 20/20 para darse cuenta de que vivimos en la era de extremos, obsesiones, nuevas adicciones y adictos como los workaholics, los fanáticos religiosos y los junkies de bisturí, que aún no cuentan con programas de 12 pasos, ni grupos de apoyo para salir adelante, en gran parte porque no son conscientes de que se les safó un tornillo hace rato. Es la era del todo o nada, blanco o negro, donde lo único que a la gente le gusta término medio es la carne.

Las nuevas adicciones no tienen nada qué ver con drogas, sexo o alcohol, sino con el abuso de comer o no comer, de verse bien, de comprar, de rezar, de amar, odiar y trabajar. Tengo un amigo junkie adicto al trabajo, nunca sabe si es sábado o miércoles porque trabaja a la par todos los días, nunca suelta su celular y en las noches, en sus propias palabras, toca más a su laptop que a su propia mujer. Cuando se lo recriminan, él se defiende diciendo que no está haciendo nada malo, sólo está trabajando para poder darle a su mujer todo lo que ella se merece. Irónicamente, más personas se divorcian hoy en día por ser workaholics que por ser cachones.

Brasil es el epicentro de las cirugías plásticas. Allá entrar a un quirófano es casi tan común como ir a un baño, es parte de su estilo de vida. Las garotas piden para sus 15, tetas, en lugar de fiestas o viajes a Europa. El récord Guiness de la mujer con más cirugías plásticas en el mundo es la brasileña Ángela Bismarchi que tiene 36 años y 43 cirugías plásticas hasta el momento, si la ‘googlean’ se darán cuenta de que parece una muñeca inflable. La más reciente cirugía de Ángela fue la reconstrucción de su himen, para volver a casarse ‘virgen’ con su segundo esposo, que al igual que el primero es también un cirujano plástico… tan romántico.

Y bueno, si Brasil es la Meca de los cuerpos perfectos, Estados Unidos es la de los gordos más gordos: hace algunos años en Florida se dio la noticia de una mujer de 40 años que pesaba 480 libras y murió pegada al mueble donde llevaba sentada seis años, su piel se había adherido, con el tiempo, a la tela del mueble y tocó removérselo quirúrgicamente. Pareciera ficción, pero es la triste realidad. Según un estudio de la Universidad John Hopkins, para el 2015, 75 por ciento de los adultos tendrán sobrepeso, y 41 por ciento estarán obesos, ojalá estas cifras nos quiten el hambre.

Me da risa cuando veo a los hombres babear ojeando las revistas donde muestran a las mujeres sin ropa y sin defectos, sin celulitis ni estrías; pero también me da dolor ver cómo las mujeres que ven las mismas revistas se matan en el gimnasio y dejan de comer para alcanzar ideales de belleza distorsionados e inalcanzables, después de todo, cualquier persona, hasta Piedad Córdoba, podría verse como Naomi Campbell con 20 horas de retoque de Photoshop. Ninguna mujer de revista es perfecta, si lo parece no es gracias al nutricionista ni al entrenador personal, sino al retocador.

Uno confirma lo podridos que están los medios cuando arraigó el estándar de belleza bautizado como ‘Heroin chic’, que impuso la periquera de Kate Moss, con su esquelética figura, piel pálida y ojeras, y que muchas jóvenes alrededor del mundo trataron de imitar. La anorexia no existiría si no hubiera televisión o revistas, eso fue lo que mostró un estudio que se realizó en la isla de Fiji, donde la imagen corporal apreciada era robusta, y decirle “gordis” a una mujer era un piropo, sin embargo, todo esto cambió radicalmente cuando empezaron a transmitir por televisión series británicas y americanas, que propagaban un ideal de belleza occidentalmente escuálido; a los pocos meses se reportaron los primeros casos de anorexia en la isla.

Hay que alejarse de los extremos porque son tan peligrosos que destilan neonazis, machistas, compradores compulsivos, acosadores, homofóbicos, ninfómanos y racistas. Lo mejor es arrimarse al equilibrio y tratar de ser felices tal y como somos. Además, no hay nada más sexy que una persona equilibrada, porque cualquiera se puede operar las tetas, pero el equilibrio no se opera, se cultiva.