La moda se va de travesía por el Pacífico Sur

Se describe como una mujer que huye de los clichés de la moda, del glamour y las pretensiones que la rodean, a pesar de saberse apasionada de la misma.  “A veces pienso que no pertenezco a este mundo”, dice con convicción. Y es que, para Beatriz Camacho, la moda es algo más personal; el reflejo de una persona, el cómo siente, cómo piensa, cómo enfrenta la vida… Para ella, es la expresión del lenguaje interior de cada uno, “es hablar sin hablar”.

La cartagenera se inició en la industria hace más de 15 años, tras estudiar diseño en New Burry School of Fashion Design en Boston (Estados Unidos) y organización de producción industrial en Roma. Fue en su ciudad natal donde materializó su deseo de convertirse en una diseñadora de referencia, abriendo su primera boutique y haciendo gala de una visión de los patrones y la elegancia propios.

A pesar del éxito amasado con el paso de los años, Camacho sigue fiel a sus orígenes, a su tierra, una visión que ha volcado en cada una de sus colecciones al margen de su más que merecida fama en la industria. Inconfundible sus diseños de clara inspiración latina y caribeña; sus coloridas blusas en chifflon; los estampados que acompañan a sus vestidos o sus deslumbrantes trajes de noche.

Ahora, la diseñadora colombiana aterriza en la edición de Colombiamoda 2014 para presentar su colección a la que se ha negado a poner nombre. “Me gusta que cada persona saque su interpretación de mis colecciones. Es por eso que nunca les pongo un nombre. No me gusta encasillar mis creaciones, ni limitar la capacidad de la gente en ese sentido”, explica. Y su apuesta surge efecto porque los afortunados de confianza que ya han tenido la oportunidad de contemplar en exclusiva su nueva propuesta, han coincidido en denominarla como ‘Travesía’.

Este apelativo tiene sentido pues su colección es a grandes rasgos una travesía por el Pacífico Sur. La Polinesia, Hawai, Nueva Guinea y demás países de este recóndito rincón del planeta le han servido de punto de partida para dar forma a sus creaciones. “En la colección hay un algo de cada país, desde los bordados típicos de las comunidades indígenas, hasta los tatuajes de la Polinesia, las flores de Hawai, la grafía de las tablas de surf o las Plumas de las máscaras ancestrales de Nueva Guinea… cada detalle tiene su paralelismo con algo típico de esa región”, indica.

La base de las prendas que configuran la colección que presentará en Colombiamoda es el acento negro, acompañado de colores más amables como el azafrán, los verdes olivos o el granate. Sus aliados para plasmar los tonos que caracterizan sus creaciones, antiguos conocidos para la modista: la seda en tejido plano, el doble faz, los estampados y los bordados.

Por ahora, habrá que esperar a contemplar sus diseños en la pasarela colombiana, así como la acogida del gran público, es decir, la de aquellos que portarán sus modelos una vez pisen la calle. “Nunca he concebido la moda desde un punto de vista artístico, como piezas de museo. La gente la tiene que llevar, ese es el reto: que en la pasarela despierte deseo y las personas quieran vestirla en su día a día”, concluye rotunda.