Del sexo débil y otras mentiras

Me cansé de rehabilitar 'gamines'

Fucsia.co, 6/7/2014

No voy a negarlo: aún me encanta esa atracción que producen en mí los 'chicos malos'; pero, entre el caballero y el ‘bad boy’, me quedo con el primero.

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Por: Ana Lucía Rey González*

En algún momento de nuestras vidas hemos aceptado que algún ‘gamín’ se meta en nuestro corazón, al menos en la corteza, dejando al caballero como suplente. Y es que el orden de las cosas debería ser al contrario; sin embargo, por alguna extraña razón, esa misma maldad es la que nos atrae hacia nuestro premeditado abismo sentimental.

Para mí la diferencia entre el chico malo y el caballero es muy clara. El primero no empieza con el detalle matador, la invitación a cenar, el mensaje de buenos días y el beso romántico en las citas iniciales, ¡no! Él va a lo que va. Es directo y no necesita adornar la situación, para hacernos saber que lo único que quiere es una relación sin compromiso. Y no está mal. En realidad, a veces pienso que los caballeros deberían tener la sinceridad del 'gamín'; pero, por desgracia, su modus operandi no es así.

Por otro lado, están los caballeros, a quienes la palabra los describe perfectamente. Ellos son los que están dispuestos a hacer lo que esté a su alcance para conquistarnos; por eso, con este tipo de hombres todo fluye con naturalidad desde el comienzo, pues manifiestan su deseo de tenernos en su vida, y no propiamente para “pasarla bien”.

En ocasiones, tanta caballerosidad aburre, pues a uno le hace falta matarse la cabeza intentando comprender al chico malo. Y sí, suena masoquista ¿verdad?, pero tal vez aquí está la verdadera razón de por qué siempre terminamos sufriendo por los peores tipos, mientras afuera hay otros que morirían por estar a nuestro lado.

En otras palabras, aquí se evidencia ese dicho popular de “lo fácil aburre”, pues, de cierta forma, los caballeros son tan predecibles que uno sabe lo que sigue en ese camino que emplean para rescatar a su princesa; mientras que a los gamines poco les importa ese concepto, pues saben que, hagan lo que hagan, esa mujer estará ahí para ellos, así sea cuando le hacen una invitación a su casa un viernes a las 12 de la noche, después de unos tragos con sus amigos.

Pero, en realidad, el verdadero problema de salir con esta clase de sujetos radica en que, en algún momento de la relación, la mujer se da un 'pajazo mental' y se convence a sí misma de que puede enamorarlo. Es decir, ese momento exacto en el que el corazón le da una bofetada al cerebro y, lo que antes ella tenía “clarísimo”, ahora tan solo es un juego de palabras.

Y tal vez ni siquiera sea culpa del sujeto en cuestión, pues él habló con franqueza desde el comienzo, sino de esa mujer por tratar de nadar contra la corriente. Es, incluso, en ese instante, en el que el caballero vuelve, como el buen hijo, a seguir en el ruedo, así sea como paño de lágrimas.

Entonces, ante esto, debo decir que aunque no soy amiga de los extremos y prefiero a un hombre con un poco de ambos mundos; si me pusieran a elegir, me iría con el caballero, porque, sin duda, vale más un hombre que lucha por una sola mujer, que otro por el que no vale la pena luchar.


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Acerca del blog:

Del sexo débil y otras mentiras
Desde pequeñas se nos ha asegurado que somos el sexo débil, las niñas de la casa, las princesitas de mamá, pero detrás de estos prototipos existen mujeres pensantes, capaces y guerreras, dispuestas a vivir en una sociedad en la que ser mujer no es cosa fácil. Ya decía Marilyn Monroe que no importa vivir en un mundo de hombres, siempre que se pueda ser una mujer en él.





Ana Lucía Rey González es Comunicadora Social y Periodista. Actualmente es periodista redactora de Fucsia.co.

Twitter: @AnaLuRey