Post 5: Cuánto y qué mal nos queremos

Fucsia.co, 29/9/2014

El amor hacia la pareja ha dejado de ser una cuestión de emoción, de paciencia, de comprensión, de ir gestándose poquito a poco, para pasar a ser algo banal, normalizado que solo entiende de cantidad y no de calidad.

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*Por Julia Alegre

Qué mal nos queremos. Qué mal y qué superficial. Amores pasajeros que no entienden de lucha. Amores de rebaja que se van de la misma forma que vinieron: rápidos y sin sustancia. Amores de una noche que nos vuelven autómatas porque ya nadie tiene tiempo para amarse de verdad. Nos vendemos a la primera oportunidad y nos desgastamos buscando estrategias para acaparar más personas que resuelvan nuestro déficit de amor propio. 

Nos queremos muchísimo. O decimos querernos muchísimo en el cara a cara. Pero qué mal nos queremos cuando toca demostrarlo. Las palabras bonitas brotan con gratuidad de una boca que ya se las sabe todas y unos oídos que, aunque cansados de recibir siempre la misma palabrería estúpida e insulsa, las acepta de mala gana. Los gestos recíprocos se quedan en nada porque siempre queremos más pero a cambio damos menos. Nos volvemos egocéntricos y despóticos en nuestra forma de querer. Todo bajo nuestras condiciones y directrices, porque las concesiones pasaron a mejor vida.

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Abandonamos la batalla a la primera oportunidad o bajo el pretexto de “yo ya te dije como era, si no te gusta ahí tienes la puerta”. Los sentimientos son moneda de cambio y todo es muy bonito hasta que empiezan las adversidades. Queremos ser entendidos pero olvidamos entender. Las exigencias se convierten en el pan de cada día.

Nos enamoramos a una velocidad estrepitosa de cualquiera que nos prometa un pedacito de cielo. El amor es una carrera de velocidad: gana quien antes consiga engancharse a la primera vida que encuentre, no a la persona que lo merezca, que lo demuestre y se esfuerce.

Los 'te quiero' fluyen sin filtro, sin pensar en la enormidad que encierran. Prometemos con descaro y reprochamos a la ligera. La profundidad del querer fue engullida por Internet, las redes sociales y todas las aplicaciones para ligar que deshumanizan más si cabe nuestro querer. Como un escaparate,  el amor adquiere forma de pantalla de celular o de computadora y nos damos al mejor postor sin pensarlo dos veces.

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Qué mal nos queremos. Un amor lleno de excusas, de imposiciones, de compromiso entrecomillado, de promesas incumplidas, de 'te amos' enmascarados, de 'no te vayas de mi ladito que ahí es cuando me doy cuenta de lo mucho que te quiero', pero no antes.

Hemos normalizado el amor y sus efectos. Nos queremos mucho, pero mal, sin propiedad, sin el tiempo necesario para saborear cada minuto, cada sonrisa, cada defecto.

A pesar de las carencias y del déficit sistemático de amor del bueno, aguantamos estoicos las embestidas de un amor malogrado pues, si tú y yo nos queremos mucho, pero nos queremos mal, yo a mi misma me quiero mucho menos y encima peor. Y así nos va, tolerando un amor que sabe de cantidad pero no de calidad, que es mejor que no tener nada ¿no?...


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Acerca del blog:


El síndrome de la mujer pensante
Ni somos el sexo débil, ni se nos ha forjado para dejar el cerebro en casa, privado de toda actividad. Vivimos en una época de transformación, de inmediatez, de información y de libertad. Es el momento de hacer alarde de todas las posibilidades que se nos brindan; de apostar por una sociedad que no invalide la crítica constructiva proveniente de una mujer por tratar temas susceptibles y duros que, indudablemente, la repercuten. Este es el espacio para la ironía, el análisis, la contestación, la liberación... El todo y el nada.



Julia Alegre es una periodista española especializada en Cooperación Internacional y Acción Humanitaria. Actualmente desarrolla su trabajo como redactora en Fucsia.co.
JAlegreB@semana.com