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Historias de moda

Carolina Castro: ahora para Jean Paul Gaultier

Revista Fucsia, 27/3/2008

Una de las mejores modelos del país maneja hoy las relaciones públicas de Jean Paul Gaultier.

Cortesia Revista Fucsia. - Foto:


Cortesía: Revista Fucsia
 
Cuando le piden que piense juiciosamente en el modelaje, piensa en él como el medio para llegar a una finalidad. Confiesa que cuando empezó hace diez años era todo en su vida, pero la madurez de hoy, adquirida en cientos de viajes y experiencias de toda índole, la hacen reflexionar y ver que si bien le abrió puertas y la llevó hasta donde está ahora, no lo fueron todo. También cuentan un semestre de Derecho y otro de Artes Plásticas, en la Universidad de Los Andes que no hizo con mucha seriedad, “pues no tenía ni idea de los que quería hacer con mi vida”.

Mientras llegaba la calma, las pasarelas, las cámaras y las campañas fueron su refugio. Este mundo aparentemente vacío le mostró el camino. Después de la Pasarela Orbitel del año 2000, el equipo de trabajo de Oscar de la Renta le preguntó si quería desfilar para él en Nueva York. En medio de su emoción creyó que se habían equivocado, llamó al día siguiente, confirmó, le dijeron que sí, y “enseguida cogí un vuelo. Llegué a las oficinas de Oscar con mi book, en el que estaban las pocas cosas que había hecho en Miami y las muchas que había hecho para FUCSIA”. Lo hojearon e inmediatamente la contrataron tanto para el desfile como para estar en show–room.

Esa sumatoria la hizo sentar cabeza y decidir que la moda era de verdad lo suyo. Viajó a París, donde estudió Mercadeo y Comunicación de Moda. Esa preparación sumada al dominio de varios idiomas y su facilidad para relacionarse le ayudaron a abrir camino. Al salir de la universidad fue invitada a hacer la práctica en Jean Paul Gautier. Allí hizo de todo “el trabajo sucio como lo llaman aquí: tomé fotocopias, organicé books y preparé el material para las colecciones”. A los dos meses terminó su práctica y haciendo gala de su origen costeño y desparpajado, le pidió a su jefe dejarla trabajando para ellos. No dudaron y la contrataron en el departamento de Relaciones Públicas. “Me ayudó mucho mi experiencia de modelaje en Nueva York y en París, pues todo eso me permitió hacer contactos y entender la mentalidad de la gente de la moda”. Hasta episodios desagradables, como el acoso sexual del que fue víctima por parte de un agente de modelos en Milán, hoy los capitaliza como una experiencia más que le ayuda en el ejercicio de su trabajo en una de las Casas de moda más grandes del mundo.

De mitos y ángeles
Sabe que hace parte de un mundo donde se sucumbe fácil ante la fantasía y la banalidad, pero como ella lo ha vivido desde afuera y desde adentro, vive de él, pero no es su mundo. Defiende sus espacios íntimos y tienes sus propios conceptos acerca de temas como la prostitución y las drogas que se dan dentro de la industria de la moda, “Conocí niñas, modelos profesionales, que se dedicaban a prostitución de alto nivel y les pagaban 6.000 euros por noche por estar con jeques árabes. Modelos que se emborrachan y se drogan la noche anterior a un desfile o a una sesión fotográfica.”. Sostiene que tanto la droga como la prostitución y el alcohol están ahí son una opción personal lo que no indica que sean un problema de todas las modelos. Lo que sí la inquieta muchísimo es la anorexia, “este es un tema que debería estar siempre. Sin embargo, me doy cuenta de que a la gente de la moda no le importa. Karl Lagerfeld defiende esa flacura, pero es que a él le interesa cómo luce la ropa, no lo que les suceda a esas niñas. Además, en Francia no hay conciencia de que se trata de una enfermedad”.

Ella se ha resguardado de todo eso gracias a sus ángeles de la guarda. Su mamá y Oscar de la Renta han sido vitales en su vida profesional y lo declara sin temor a que suene repetitivo: “Puede sonar trillado, pero ellos son mis ángeles de la guarda”. Su otro guardián es su marido, un francés al que conoció en un café Internet. El además de ser su pareja es su mejor amigo. Con él lleva una vida tranquila que transcurre entre el trabajo, los amigos, los paseos en bicicleta y el hogar. Ese lugar donde se despoja del glamour y el estrés que puede generar atender en un solo día a Mario Testino, el mejor fotógrafo de moda del mundo, con su simpatía eterna, o a Demi Moore, con sus aires de diva.