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Se agota en librerías el número más esperado de Vogue

Ana López, 25/9/2012

El especial de septiembre de la revista Vogue americana es la revista más gorda del mercado, esta vez pesa 2 kilos y tiene casi 1000 páginas. Aún así, lectoras del mundo entero la esperan cada septiembre y se agota a pocas semanas de llegar a las librerías.

AP - Foto:

La edición de Vogue de septiembre es la más importante del año, es una biblia para los seguidores de la moda, tanto es así que hay un documental, The September Issue, dirigida por R.J. Cutler. La película muestra el detrás de cámaras del especial del 2007, hasta entonces el más grueso de su historia con 900 páginas.

¿Pero por qué es tan importante la edición de septiembre? En primer lugar porque el número se prepara con 6 meses de antelación y el producto final es considerado una obra maestra. Además, la edición adelanta los eventos y tendencias más importantes que inauguran el año de la moda que va de septiembre a agosto.

Hay más razones: en septiembre empieza la temporada otoño-invierno, que incluye sobreros, botas y abrigos, accesorios que no van en temporadas más cálidas y que son indispensables para las colecciones de alta costura. En septiembre además del año escolar, empiezan las fashion week en las capitales de la moda: New York, Madrid, Milán, Londres, París.

Los diseñadores preparan sus colecciones de otoño e invierno junto con las de primavera y verano y tienen la precaución de dar avances a los editores de las revistas de moda. Hasta las oficinas de Anna Wintour, la editora de Vogue, llegan adelantos de las principales colecciones del mundo. El September Issue de Vogue es un guía completa del año de la moda que empieza este mes, y para muchos es la única revista que hay que leer para estar al tanto de las propuestas e innovaciones que se avecinan.

Anna Wintour, es una figura emblemática en las pasarelas más importantes, siempre en primera fila y siempre fría y distante tras sus gafas oscuras. Ella, desde Vogue, decide qué es moda en el mundo. Su fama de profesional gélida, pérfida y desalmada la terminó de perfilar Lauren Weisberger, que después de 11 meses en Vogue escribió en 2003 su novela The Devil Wears Prada (El diablo viste de Prada), que luego se convirtió en una taquillera película protagonizada por Meryl Streep. Aunque la protagonista del libro, Miranda Priestly, es una caricatura de Anna Wintour, muchos la consideran su retrato más realista. Pero aquí hay que añadir, en pro de la inteligencia y el humor de la editora, que no solo asistió al estreno de la película, sino que llegó, precisamente, vestida de Prada.

Anna, que ha dirigido la revista durante más de 20 años, es una mujer de negocios. Hija del importante editor político inglés Charles Wintour, su ojo para la moda es equiparable a su olfato para el dinero y las empresas. Además se ha convertido en una poderosa activista. Fue ella quien hizo que el mundo de la moda se involucrara en la lucha contra el sida. En 2008 consiguió 200 mil dólares para la campaña de Obama y este año ya organizó una cena de 50 invitados, a 25 mil euros el plato, para su campaña de reelección.

Algunos consideran que 20 años al timón de una empresa es mucho tiempo y que la Wintour, de 59 años, necesita un relevo. Lo cierto es que no existe uno para Anna. Eso quedó claro con las cándidas palabras de la ex editora de la Vogue francesa Carine Roitfeld, la sucesora más opcionada: “No soy una chica de negocios”. El lugar de la irreemplazable Anna Wintour, se lo ha ganado a pulso, no solo tiene una voz que decide qué es lo que va y qué no, sino que también tienen una posición firme frente a los comerciantes y da un apoyo generoso a los jóvenes talentos.

Detrás de la moda
Podría decirse que la revista más pesada del mundo es la más ligera porque es de moda, pero el peso de la revista está precisamente en sus contenidos. Esta es una revista que muestra la ideología que hay detrás de las tendencias, aquí la ropa tiene su contexto y el rango de temas es bastante amplio: junto al maquillaje y las joyas hay también política, arte, música, cine, ecología.

Y ha sido así desde sus comienzos, cuando Conde Nast, un revolucionario editor newyorkino, se dio cuenta de que el futuro de las revistas estaba en el nicho, en darle a cada segmento la información
especializada que necesitaba. Conde Nast descubrió que la elegancia de las mujeres más distinguidas de su ciudad estaba en su atuendo, pero también en sus intereses culturales y políticos.

Además está el sentido histórico de la revista, su manera de ubicar los temas dentro del marco de la conciencia de los cambios en el mundo y en la vida de las mujeres. Este ángulo lo cuidan en todos los
frentes, desde las fotografías de Irving Penn, un trabajo de arte conectado a la tradición centenaria de la revista, hasta la casi ilimitada libertad de la editora de moda Grace Coddington, que está ahí desde los tiempos en que llego Anna. Esto le da a cada número de Vogue una profundidad y una riqueza histórica que es difícil de encontrar en otras revistas de moda.

Vogue nace en 1892, una época en que los dominios de la mujer están circunscritos al hogar. En los más de cien años de la revista está la sociología de la moda en el siglo XX  pero sus páginas también cuentan la historia del desarrollo de la mujer en la sociedad hasta hoy.

Para Sandra Merchán, directora de Mercadeo y Comunicación de la moda de LaSalle College Bogotá, “La gente que trabaja en moda tiene que tener el September Issue de Vogue, porque es una revista que se anticipa y sabe cuál es la nueva mujer que se está gestando en cada temporada, cada año la mujer evoluciona y esto lo ven con claridad y lo anticipan los editores de Vogue, que saben interpretar para dónde va la mujer a través de lo que usa”. Lo dice Anna Wintour en el último editorial: “Pocos comprenden que crear una foto es mucho más que escoger a una modelo y elegir ropa, es entender qué es la moda en un momento particular, y presentar una muestra de vida y cultura tal como la estamos experimentando en cierto momento.”

A pesar de los cuentos de hadas que cuentan sus imágenes los contenidos de Vogue son apreciados por su calidad y ángulo novedoso. La pluma de sus escritores está a la altura de los más grandes fotógrafos y diseñadores. No hay ningún detalle descuidado, y la revista ha sabido mantenerse firme ante la tentación de las listas y los bocados fáciles para el lector.

Además, aunque internet ha puesto en jaque a los medios impresos tradicionales, la revista no ha hecho sino aumentar su número de páginas año tras año. Este es un fenómeno que solo pasa en Vogue porque para la pauta de lujo que trae la revista no existe otro lugar igual.

En la rueda de prensa de lanzamiento de cada año lo primero que los periodistas preguntan es cuánto pesa y cuantas páginas tiene. Este año la revista tiene 658 anunciantes, un 14% más que el último september issue. Es el número más alto de anunciantes que tenga cualquier revista. En Estados Unidos una mujer entre 10 la compra, y tiene un tiraje de casi 1.2 millones.

Nadie esperaba que con la crisis de los medios impresos, y con record en tamaño, Vogue fuera a incrementar su número de páginas. Pero lo hizo a pesar de las sombras que se ciernen sobre el prestigio de la revista y lo rumores que corren en torno a su legendaria editora. Se dice que Vogue
ha perdido su frescura de antaño y que se ha vuelto predecible y repetitiva a pesar de que contrata a los mejores editores de moda, a los mejores escritores y fotógrafos.

Hay varias críticas puntuales: que no ha sabido acoplarse a los nuevos tiempos de una moda masiva y asequible, lo que si han hecho sus rivales; y que durante la pasada recesión sus portadas estuvieron
totalmente fuera de lugar. Se dice que la revista se dirige a una franja muy restringida y que parece no haberse dado cuenta de los cambios culturales y tecnológicos que transforman día a día la vida de las mujeres.
 
Su último gran desatino fue el halagador perfil que escribió Joan Juliet Buck  de la primera dama siria Asma al-Assad, para la Vogue de marzo de este año. En “A Rose in the Desert” (“Una rosa en el desierto”) Buck describe a Asma como “la más fresca y magnética de todas las primeras damas”. Desde entonces Buck se ha disculpado y justificado en diferentes medios y de todas las maneras posibles pero como bien dice el diario británico The Guardian: “en cierto modo el mea culpa es casi tan desastroso como la entrevista inicial”.

En el momento de su publicación el artículo fue atacado por ignorar los abusos a los derechos humanos que entonces se sabía que cometía el régimen y Siria ya estaba en la lista de los países promotores del terrorismo del departamento de Estado de Estados Unidos. La revista se defendió diciendo que el texto había sido preparado con un año de antelación. En mayo el artículo desapareció de la pagina de Vogue, y en junio Anna Wintour publicó en el New York Times que deploraba los actos del gobierno Sirio y que los consideraba completamente opuestos a las prioridades y valores de Vogue. A Buck no le renovaron el contrato.

Este año, y en medio de la polémica, Vogue celebra su aniversario 120. La protagonista esta vez es Lady Gaga, fotografiada por la reconocida dupla Mert & Marcus, con un vestido Marc Jacobs que hace referencia a la primera revista de Vogue. Es la segunda portada de Vogue en la que aparece Lady Gaga, la primera fue en marzo de 2011, sin cejas. Esta vez hay un desnudo de la cantante en las páginas interiores, bajo uno de los enormes sombreros que Jacobs trae para esta temporada.

“Septiembre es el enero de la moda”, dice Anna Wintour, pero esta edición es el enero de la década que viene porque, como visionarios que son, incluyeron su lista de los que serán protagonistas del
mundo de la moda en los años que vienen.

A pesar de que no ha cambiado de manera significativa en los últimos años, muchos aseguran que no existe en el mercado, ni existirá por ahora, un producto de la calidad de Vogue. Y es que es mucho lo que se ha perdido con las transformaciones digitales. Mientras otros optan por volverse masivos, baratos o tecnológicos, Vogue, fiel a sí misma, es y seguirá siendo una auténtica de obra maestra.