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Calmos aires budistas en tu matrimonio

Fucsia.co, 13/6/2013

La inspiración puede venir de cualquier parte, no hay temas vedados, ni apuestas de color prohibidas. Con evocaciones espirituales de Oriente, esta boda celebra los verdes y los dorados.

Foto: Paloma Villamil - Foto:

La premisa es lograr autenticidad sin poner en riesgo el protocolo ni la elegancia. La apuesta es crear un evento que resuma en cada detalle los gustos y el carácter de la nueva pareja que se une en matrimonio. “La gente quiere alejarse de lo tradicional, de lo clásico y estandarizado, y anhela que su matrimonio sea temático, que en la recepción se cree un micromundo en donde todo sea coherente y exquisito”, explica Adriana Amador, wedding planner, decoradora y diseñadora floral y quien junto a Juanita Pardo, arquitecta y experta en papeles especiales y finos, hicieron esta apuesta de colores y origami en la que priman los verdes en diferentes tonos y los dorados.

La inspiración puede venir de cualquier parte, no hay temas vedados ni apuestas de color prohibidas; todo en su justa proporción y traducido de forma elegante al mundo de una boda puede funcionar.

“En esta apuesta quisimos invocar aires orientales, retomar algunos elementos del budismo y traer esa simpleza refinada de culturas lejanas”, explican las diseñadoras. Además tomaron como elemento central la flor de loto, que tiene sentidos asociados como la lealtad y la fertilidad y que en la cultura budista significa un renacimiento. Así, la flor se convierte en un emblema de ese despertar a una nueva vida que trae el matrimonio.

Cada puesto tiene una flor de loto, realizada en un detallado origami en contrastes de verdes. Además, el individual y el plato base en dorados, un plato de macarons para acompañar el café en la misma gama de color y un despliegue de flores suculentas que guardan un parecido con las flores de papel. Un imponente buda en piedra negra aparece también en cada mesa retomando el sentido sagrado del recinto que acoge a los invitados.

“Esta decoración fue pensada para un matrimonio nocturno, por lo cual la iluminación se diseñó para que complemente el ambiento simple y cálido. Se apostó entonces por una luz tenue que abre paso a unas pequeñas velas blancas a lo largo de la mesa”, asegura Adriana Amador, quien explica que el ambiente se complementó con cortinas de cintas en gamas de verde que cuelgan del techo y que forman parte de la decoración.

La tendencia parece dejar de lado las tradicionales mesas redondas y más bien busca unos mesones largos, que esta vez se eligieron de piedra negra y se enumeraron con unos portarretratos dorados para que los invitados sepan fácilmente su ubicación. Con el fin de crear diferentes alturas, se emplearon pequeñas mesas repujadas sobre las que se colocaron los centros de mesa. “Usamos floreros cuadrados de vidrio y forrados en cintilla para esconder los tallos y para que se viera un verde unificado. Por otra parte, elegimos flores bajas como repollas, green tricks, que es un tipo de clavel muy apetecido para las bodas en estos días, y alrededor unas orquídeas que regalan un toque de contraste”.

El bouquet, una decisión personal
Está permitido que el bouquet no esté en completa concordancia con las flores y los colores de la decoración, pues su elección muchas veces apela a un deseo particular de la novia por un tipo de flores cuyo sentido es especial para ella, o con unos colores que contrastan idealmente con su vestido. Otras veces, el color del ramo se coordina con la decoración de la iglesia, que no necesariamente es igual a la de la recepción. Sin embargo, para este matrimonio sobrio, en donde el verde es el protagonista, viene bien un ramo compuesto por flores exóticas, de mucho volumen y que celebran el color predominante de la recepción.

El color de lo dulce

Aunque cada vez son más las bodas en las que se prefiere una mesa de postres a un ponqué, algunos se inclinan por tener el tradicional toque dulce para su matrimonio. El ponqué es pensado para ser exhibido, por eso debe estar coordinado cuidadosamente con la decoración y los colores de los ambientes. “En muchas bodas se acostumbra a tener dos ponqués: uno de vino y otro de chocolate para los más jóvenes, así que habrá que pensar en una cubierta ideal para los dos”, cuentan las decoradoras. En esta ocasión, ellas buscaron una torta de tres pisos, equilibrada y con un diseño limpio, hecha de un delicado engranaje de bolitas de color que tuvieron como propósito jugar con los diferentes verdes.