Bodas y decoración

El toque floral

Revista Fucsia , 21/12/2011

María Cecilia Vélez, más conocida como "Yiya", convirtió su amor por las flores en su profesión. Para ella, en un matrimonio todas se valen siempre y cuando estén bien puestas. Sigue algunos consejos y haz de tu boda un sueño floral.

Fotyo: Cámara Lúcida/11 - Foto:

Es paisa de pura cepa y nació y creció en el negocio floral. Su mamá, Gloria Elena Restrepo, fue quien decoró el primer matrimonio que se hizo en el Hotel Intercontinental de Medellín hace más de cuarenta años, y ella se convirtió en su alumna más aplicada. Hace seis años decidió dedicarse a la decoración de eventos (las bodas son su especialidad) y desde entonces no ha parado.

Las flores que más le gustan son las orquídeas y las rosas. Las primeras por ser sobrias y elegantes, y las segundas porque son románticas y clásicas. Sin embargo, dice que cualquier flor bien puesta no tiene pierde. Una de sus primeras bodas fue en el Hotel San Fernando Plaza en la capital de Antioquia. La novia se casaba por segunda vez con el amor de su vida. Hoy en día tienen mellizas y la decoración del bautizo también estuvo a cargo de Yiya.

Se siente afortunada de poder dedicarse a lo que le gusta y de haber logrado el reconocimiento profesional en tan corto tiempo. “La experiencia que me da cada matrimonio es algo que valoro mucho”. Y es que para ella lo más gratificante de su trabajo es ver la satisfacción y la alegría de las novias con la entrega final.

Sus indicaciones

Ser auténticas, no dejarse llevar por la moda y usar lo que más les guste.
Confiar en el experto que han elegido.
No excederse en el presupuesto. Una decoración bonita no significa un exceso en los costos.
Dejarte aconsejar. Muchas veces lo que se ve en las revistas no es lo más adecuado.
Elegir colores claros para la noche, preferiblemente blancos. Los colores vivos son lindos para el día.
Decorar de acuerdo con el gusto de los novios, la hora, el estilo y el lugar.
El ramo de la novia debe ser adecuado al vestido y a la estatura.
La sobriedad es el mejor sello, pues demuestra clase y estilo.
Menos es más.  Dentro de 20 años cuando veas las fotos de la boda todo debe parecer actual.