La vida es muy corta para ser "la otra"

Fucsia.co, 25/8/2014

Aceptar ser la amante es la peor ofensa que podemos hacernos a nosotras mismas. ¿Por qué conformarnos con menos de lo que merecemos?

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Por: Ana Lucía Rey González*

“Es que me gusta tanto, pero es casado”, “la va a dejar por estar conmigo”, “él me dijo que hace mucho tiempo están mal” ¿Les suenan familiares estas frases? Pues les cuento que cada vez son más las historias que conozco, con estos ingredientes en común.

Resulta que conoció a un hombre. Desde el inicio la atracción fue evidente. Usted está feliz porque, por fin, después de un buen tiempo sin nada en el panorama, hay una persona que vale la pena conocer. Pero, como dicen por ahí, “nada es perfecto”, el tipo viene con novia o, en el peor de los casos, esposa incluida.

La pregunta en este punto nunca debería ser ¿qué hago? Es decir, esto no debería ser una duda que le atormente la existencia. Por derecho, la respuesta siempre debe ser no ¿Por qué? Simple. Cuando usted acepta ser la otra, en primer lugar, pierde su valor como persona y, más triste aún, como mujer. Acepta que es muy poco para merecer un hombre completo, sin el corazón dividido en dos; que esté ahí cuando más  lo necesita; que no la esconda puertas afuera, por el temor de ser descubierto; que piense que usted no es lo suficientemente buena para ser la oficial. Y ¿sabe qué es lo peor? Que cuando usted da ese sí, al pronunciar ese “no me importa ser la amante”, no tiene derecho a hacer reclamos de ninguna índole.

Entonces, si el decidió cambiar los planes y pasar la noche con su esposa, mientras usted le estaba esperando con una botella del mejor vino y un menú de cuatro tiempos, le está completamente prohibido hacer un drama de celos o de indignación.

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Y es que a pesar de este tipo de desplantes, aún hay muchas que conservan la esperanza de subir un escalafón en el  lugar que ellas mismas han aceptado tener. Es decir, tienen la seguridad de que algún día, no muy lejano, el tipo va a dejar todo por ellas, lo que seguramente sucede en uno de cada diez casos (conozco uno).

En conclusión, aceptar ser la amante es meterse en una “vaca loca” de la que no saben si van a salir vivas; o bien, salen vivas, pero con el corazón y la dignidad hechos pedazos. Ahora, ¿les parece que lo vale?

Y si creen que no lo he vivido, pues les cuento que aunque no me he metido con un hombre comprometido, porque estoy segura de que valgo muchísimo para recibir sobras, sí he recibido propuestas de ese tipo, a las que sin pensarlo he dicho que no. No solo por instinto de conservación, también porque tengo la plena seguridad de que un tipo que se presta para este tipo de situaciones lo único que merece es estar fuera de mi vida.

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Así que, mujeres, ustedes son valiosas. Nunca duden eso. Entonces, ¿por qué tienen que conformarse con menos de lo que saben que merecen? Por favor, no acepten ser parte de ese juego, en el que las únicas perjudicadas serán ustedes, pues el personaje en cuestión seguirá con su vida, con su relación aparentemente perfecta, mientras ustedes se tienen que dar el lugar de "la otra", un puesto que ninguna mujer debería aceptar jamás, por amor propio.

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Acerca del blog:

Del sexo débil y otras mentiras
Desde pequeñas se nos ha asegurado que somos el sexo débil, las niñas de la casa, las princesitas de mamá, pero detrás de estos prototipos existen mujeres pensantes, capaces y guerreras, dispuestas a vivir en una sociedad en la que ser mujer no es cosa fácil. Ya decía Marilyn Monroe que no importa vivir en un mundo de hombres, siempre que se pueda ser una mujer en él.


Ana Lucía Rey González*
es Comunicadora Social y Periodista. Actualmente es periodista redactora de Fucsia.co.

Twitter: @AnaLuRey