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Mitos y verdades acerca de las proteínas

Revista Fucsia.com, 14/1/2009

Alimentarte nutritivamente en búsqueda de favorecer a tu organismo siempre genera miles de preguntas. Aquí te contestamos algunas.

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Por: Revista Fucsia.com

Las proteínas son un material básico para la construcción de tejidos. La ingesta de éstas transforma sus componentes en el cuerpo humano como aminoácidos que deben ser aportados diariamente al organismo. Se consideran con mayor composición de proteínas alimentos como la carne, los huevos y los productos lácteos como la leche y el queso o algunos granos como el fríjol y la lenteja.

Al rededor de ellos han surgido varios mitos sobre su consumo. Acá algunos de ellos:

Todas las proteínas son iguales. Falso. Cada una de las proteínas tiene diversas funciones y propiedades. Algunas le dan forma a las células y órganos y otras cumplen un papel funcional, que hace posible las reacciones químicas del organismo.

El consumo de más proteínas de las necesarias puede hacer que los riñones sufran de alguna anomalía. Verdadero. Un alto consumo de proteínas, según la comunidad médica, predispone al cuerpo para daños en el riñón o en el hígado. Esto sucede por la dificultad que tienen algunos organismos para eliminar un compuesto llamado urea que se presenta por altos depósitos de proteína y que impide que el riñón pueda filtrar la sangre con normalidad.

El consumo de proteínas hace que se tenga más masa muscular. Falso. Las proteínas por sí solas no aumentan la masa muscular. Es la combinación de estas con una alimentación balanceada y un entrenamiento deportivo lo que genera una base para aumentarla.

Bajar los carbohidratos y aumentar las proteínas hace bajar de peso. Falso. Lo que se necesita para bajar de peso es quitar las calorías que hay extra en el cuerpo. Una alimentación balanceada, comer varias veces al día porciones pequeñas y hacer ejercicio, ayudan en esta tarea.

Las proteínas ayudan a disminuir el hambre. Verdadero. Las proteínas sacian más que los hidratos ya que permanecen en el estómago por más tiempo. Por lo tanto controlan mejor la sensación de hambre generando una menor necesidad de comer.