“A la colombiana no solo hay que nombrarla cuando es víctima”

Julia Alegre, 7/5/2015

La alta consejera para la Equidad de la Mujer, Martha Ordóñez, tiene una dilatada carrera en la política, aunque inició su andadura en los medios. Como activista, lleva más de diez años dedicando sus esfuerzos a favor de los derechos de los niños y las mujeres.

Foto: Paloma Villamil - Foto:

Por Julia Alegre

‘Recién desempacada’. Así está Martha Ordóñez en su nuevo cargo como alta consejera presidencial para la Equidad de la Mujer, que ocupa desde octubre de 2014, después de que su antecesora, Nigeria Rentería, dejara el puesto para lanzarse a la Gobernación del Chocó. “Me abruma la agenda tan apretada, pero no me da miedo. Estoy en pleno proceso de aprendizaje, soy como una esponja. Desde que llegué acá los días se me hacen cortos, tengo que hablar con tantos ministros, tantos representantes de la cooperación, tantas organizaciones de mujeres que el tiempo no me da”.

Es carismática y lo sabe. Su trayectoria de casi veinte años como productora de radio y televisión le han dado las bases para saber tratar con diplomacia y pragmatismo a sus interlocutores. Especialmente si estos tratan de ahondar en los pormenores de su nuevo puesto en el Gobierno nacional: sabe lo que puede decir y lo que no. Mide sus palabras.

Se remite constantemente a su paso por el Concejo de Bogotá, al que llegó en 2008 por el Partido de la U y del que se marchó en 2013. Como concejal, sacó adelante nueve acuerdos, la mayoría para visibilizar y proteger a las víctimas de violencia intrafamiliar y de abusos sexuales. Sin embargo, su trayectoria como activista por los derechos de los niños y las mujeres, como se define, empezó mucho antes, en 2002. “Trabajando en la Luciérnaga, en Caracol Radio, había un cafecito en el primer piso y yo escuchaba a mujeres, sus historias. Mis compañeros me decían que cómo eso no me afectaba, porque esos casos rompían el alma. Eso me hizo tener la necesidad de movilizarme”.

Cabeza de familia, es madre soltera de dos adolescentes de 14 y 16 años. Un trabajo que le ha permitido identificarse con todas esas mujeres colombianas a las que ahora representa desde la Alta Consejería. “Me he ido acercando a las organizaciones de mujeres y ellas a mí. Yo sé que hay personas muy críticas, con una sabiduría y experiencia en estos temas inmensos, pero esa camiseta yo también la tengo puesta, por eso el presidente vio en mí una persona que podía liderar estos asuntos”.

Ordóñez tiene la difícil tarea de decidir a qué temas destinará los 742 millones de pesos de presupuesto de los que se beneficia la Alta Consejería. Un monto de dinero al que no sabe todavía cómo referirse en términos de cantidad: “Las personas que llevan años trabajando en esto se preocupan porque piensan que es un presupuesto bajito. Somos pocas personas en la Consejería, pero a punta de trabajo vamos a demostrar que necesitamos más recursos y personal para poder cubrir todo el territorio nacional”.

No le gusta demasiado el calificativo “víctima”. Se rehúsa a que a las mujeres de su país se las defina únicamente por ese título y no por su “verraquera”. “A la mujer no solo hay que nombrarla cuando es víctima. Lo ideal sería que mostráramos en toda su magnitud a las mujeres colombianas por algo que nos caracteriza: somos echadas para delante, verracas, toderas, mujeres cabeza de hogar, valiosas. Eso es lo que habría que resaltar; mostrar esa parte positiva”.

“Hasta ahora nadie me ha dado línea y me dice que hable o no de tal o cual tema”, asegura. Sin embargo, elude hablar con claridad sobre la posición de la Alta Consejería sobre las denuncias de violencia sexual por parte de las fuerzas del Estado en el contexto del conflicto armado. Se remite entonces a la normativa. En particular a la Ley 1719, sancionada en 2014. “Ahí entran todos los tipos de violencia en el marco del conflicto, tanto de los unos como de los otros. Conflicto armado es todo, y ahí están las víctimas de tantas cosas”, concluye.