Males en ellas

De la verborrea a la llantitis aguda: los 7 males que aquejan a la mujer de hoy

RevistaFucsia.com, 16/1/2012

Muchas son las “enfermedades” que nos produce pre, durante y pos de una relación sentimental y que nos marcan para siempre. ¿De quién es la culpa cuando sufrimos de ‘Estupidemia Compulsiva’ por causa de las malas costumbres en nuestra relación? Josefina Barrón nos da la respuesta.

“Los hombres siempre dicen que las mujeres de pocas palabras, mejor aún, las mudas, son las compañeras ideales”. Josefina Barrón (Foto: Thinkstock) - Foto:

“Los hombres siempre dicen que las mujeres de pocas palabras, mejor aún, las mudas, son las compañeras ideales”. Para la escritora Josefina Barrón, esta es apenas la punta del iceberg de nuestras malas relaciones con el sexo opuesto. Las “hembras del nuevo milenio” sufrimos de varios tipos de padecimientos y de ahí nuestra pésima interacción con los hombres y hasta con nosotras mismas.  Barrón nos cuenta algunos de ellos. Conócelos y combátelos...si te atreves.

1.    Llantitis aguda: ¿Eres de las que se le agua el ojo porque sí? Seguramente sufres de la más conocida como  ‘incontinencia femenina’, llanto causado por cualquier cosa que al fin de cuentas, no es importante ni relevante. Se le atribuye al exceso de nada y a la ingesta excesiva de lechuga en tu rutina alimenticia. La llantitis aguda se trata con una buena dosis (o sobredosis) de sexo oral (la versión del tetero que toman los bebés cuando es necesario parar el llanto). Si no funciona, se le recomienda a la paciente salir de compras por una semana, con crédito ilimitado.

2.    Labio reperrino: En su afán por buscar atraer al hombre, la mujer se hace hinchar los labios (u otras partes de su anatomía) con silicona. Es común en mujeres que pasan los cuarenta años y que cuentan con una economía estable e independiente. Encontrar la cura a este mal es cada vez más difícil, esto si se tiene en cuenta que los piropos a sus protuberancias quirúrgicas crecen cada vez que sale a la calle.

3.    Estupidemia: Epidemia de la estupidez. Es común encontrar signos de este mal en mujeres que pasan de ser hijas de sus padres a ser hijas de sus novios o maridos. Un virus que carcome la paciencia de la pareja y su cuenta bancaria. La víctima no se da cuenta de este mal rápidamente, pues está bien acostumbrada a ser una mantenida  y depender de la bondad de quien la financia. La estupidemia también lleva a la paciente a emular los defectos de las demás: su criterio no tiene ningún poder de autodeterminación.

4.    Fiebre de sábado por la noche: Ataques de angustia cuando mujeres solitarias se encuentran un fin de semana sin ningún hombre que les preste atención. Se manifiesta en episodios de desesperación sobre todo los días sábados. Buscan métodos de cura a través de sobredosis de comida chatarra, películas romanticotas que la hagan llorar, la adopción de una mascota o reflexiones sobre su mala suerte. No aprovechan estos espacios para compartir con amigos y allegados: en el fondo tienen la necesidad de sufrir su mala suerte. No es recomendable salir a un bar en medio de esta “fiebre”, pues podrías cruzarte (y entregártele) a cuando aprovechado se te cruce y te bote una sonrisa coqueta.

5.    Putitis: Inflamación de la libido que produce deseo incontrolable de meterse con cuanto hombre tiene a la vista. La afección tiende a agudizarse cuando el hombre es ajeno (de otra) y no le presta atención. Si es una persona de adinerada y con prestigio social, la putitis corre el riesgo de volverse crónica y degenerativa.

6.    Riñitis: Inflamación de la relación de pareja  a causa de las riñas constantes de la paciente con ella misma, con el mundo y con cuanta cosa se le cruce por el frente. La necesidad de estar en conflicto y pelear con el resto del universo porque nada la satisface.  Un mal común que se presenta en mujeres desde los 10 hasta los 90 años, afectando a un 98.5% de la población femenina.

7.    Insuficiencia sexual: Popularmente conocida como “falta de hombre y de catre”, una grave enfermedad que cohíbe a las mujeres de los placeres corporales que una pareja o amigo con derechos le puede proveer. Esta insuficiencia es fácil de percibir, algunos dicen, que por su forma de caminar y por el poco brillo de sus ojos. Suele tener un no sé qué (o, al fin y al cabo, suele NO tenerlo).