La dieta que Dios querría que hicieras

Fucsia.co, 9/7/2015

Sólo comer los alimentos que pudo haber comido Jesús durante su paso por la tierra. De eso se trata la Dieta de Dios o Régimen Aleluya, creada por un nutricionista con base en lo que dice la Biblia. Y sí, las manzanas vienen incluidas.

La proliferación de regímenes que prometen una bajada de peso milagrosa en poco tiempo se sucede cada vez que llega la época de vacaciones.

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Las hay de todos los tipos y para todos los gustos. Desde las más exigentes, hasta las menos radicales, pasando por las más prohibitivas en las que se reducen todo tipo de alimentos, hasta las que sólo se centran en las cantidades, no en el qué nos llevamos a la boca.

En este caso, te presentamos una dieta que, además de asegurar a sus adeptos una reducción de kilos significativa, arraiga todo un entramado de creencias religiosas y cristianas.

Adquiere el nombre de Régimen Aleluya o Dieta de Dios, y fue creada por el reverendo George Malkmus, aunque popularizada hace unos años en Estados Unidos por la publicación del libro The Maker's Diet, la dieta del creador en español, del nutricionista Jordan S. Rubin.

Tras ser diagnosticado de cáncer de colon en 1973, Malkmus buscó una alternativa a la medicina tradicional. Fue entonces cuando, motivado por sus fuertes creencias religiosas, acudió a la Biblia, más exactamente al Génesis, y empezó a alimentarse igual que, a su entender, lo habían hecho Adán y Eva. Es decir, una dieta rica en frutos secos, frutas y vegetales frescos y crudos. Según el religioso, tras un año de cambiar drásticamente su alimentación, superó la enfermedad.

La propuesta de Rubin, mucho más aterrizada, se fundamenta en un estudio que realizó de la Biblia, tras el que concluyó que existen ciertos alimentos 'impuros' y otros 'puros', atendiendo a los relatos que componen el libro sagrado.

A grandes rasgos, es una dieta orgánica basada en el consumo de alimentos crudos, menos restrictiva que la de Malkus. Se prohíbe la ingesta de cualquier producto que no responda a la siguiente premisa: "sólo se debe comer aquello que creó Dios en su forma originaria". Es decir, nada de procesados, ni productos que hayan tenido contacto con fertilizantes, químicos o modificados genéticamente.

Se pueden comer todas frutas del mercado y en cualquier cantidad. Sí, si, eso también incluye a las manzanas a pesar de la fama que tiene en el libro sagrado.

En cuanto a los pescados, sólo se aceptan aquellos con escamas, pero no los gelatinosos o las anguilas. Tampoco determinados crustáceos como las almejas, mejillones y langostas.

La carne de ternera, pollo, cordero, búfalo y cabra pueden consumirse. No así la de cerdo, vetado totalmente (por eso del judaismo y Jesús).

Granos, frutos secos y semillas también se contemplan en esta dieta. Eso sí, sin que estén procesados, lo que hace bastante complicado su ingesta.

En cuanto a las restricciones, además de las ya mencionadas, olvidarse de los carbohidratos, el maíz, la pasta y las legumbres.

Fucsia.co consultó a Angélica Veloza Naranjo, nutricionista y dietista de la Clínica La Colina en Bogotá, sobre la pertinencia de esta dieta. Según la experta, todas las dietas engordan, y esta no es la excepción, ya que “hacer rigurosos regímenes dietarios con el objetivo de acelerar la pérdida de peso solo trae como consecuencia una mayor ganancia de peso posterior”.

Para Veloza es una cuestión de encontrar una forma de alimentarse que se adecue al estilo de vida y características de la persona y convertirlas en hábito, “una manera de vivir, una manera de relacionarse con el alimento”, por lo que recomienda acudir a un nutricionista antes de embarcarse en cualquier dieta.

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