Fumadores

Los parches y chicles de nicotina no son efectivos

, 9/1/2012

Las terapias de reemplazo de nicotina, como parches y chicles, para ayudar a la gente a dejar de fumar no son efectivas a largo plazo, afirman investigadores en Estados Unidos.

Las terapias de reemplazo de nicotina no ayudan a dejar el hábito a largo plazo. (Foto: Thinkstock) - Foto:

Según los científicos de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y la Universidad de Massachusetts, incluso cuando estas terapias se combinan con asesorías psicológicas para el cese del hábito, no parecen a la larga ser útiles.

Los investigadores siguieron durante seis años a cerca de 800 participantes que habían dejado de fumar. Cuando se analizaron los resultados de quienes habían tenido éxito y quienes habían recaído en el hábito los científicos no encontraron diferencias entre los que usaron terapias de reemplazo de nicotina y quienes intentaron el cese por sí solos.

Se calcula que unos 1.300 millones de personas son fumadores en el mundo y este hábito mata a unos 6 millones cada año, principalmente en países de bajos y medianos ingresos
.

Aunque muchos de estos fumadores se esfuerzan regularmente por dejar el hábito, ésta no es una empresa fácil. En la dependencia al tabaco influyen una serie de factores conductuales, cognitivos y psicológicos por eso muy pocos fumadores logran tener éxito en dejar el cigarrillo.

La industria global de herramientas de ayuda para el cese del tabaquismo es enorme, con productos que van desde medicamentos de prescripción, asesoría psicológica especializada y terapias de reemplazo de nicotina, como parches, chicles, esprays, etc.
Sin diferencias

Para saber qué tan efectivas son algunas de estas terapias, los científicos de Harvard y Massachusetts, llevaron a cabo un seguimiento de 787 adultos fumadores de Massachusetts que habían dejado el hábito. Los participantes fueron sometidos a análisis durante tres períodos desde 2001 a 2006.

En cada una de esas ocasiones debían responder si habían usado alguna terapia de reemplazo de nicotina en forma de parche colocado sobre la piel, chicle de nicotina, inhalador de nicotina o espray nasal. También se les preguntó durante cuánto tiempo habían usado continuamente el producto y si se habían inscrito en algún programa para dejar de fumar o habían recibido ayuda de un médico, terapeuta o algún otro profesional de salud.

Los resultados, afirman los científicos, mostraron que durante cada período casi un 35% de los que habían dejado de fumar habían recaído, y entre éstos no se encontraron diferencias en las tasas de recaída entre los que habían usado terpias de reemplazo de nicotina durante más de seis semanas, sin o con asesoría profesional.

Tampoco se encontraron diferencias en las tasas de éxito entre los que usaron las terapias de nicotina así hubieran sido fumadores empedernidos o fumadores ligeros.

"Este estudio demuestra que el uso de terapias de reemplazo de nicotina no es más efectivo para ayudar a una persona a dejar de fumar a largo plazo que tratar de dejar el hábito por sí sola" afirma el doctor Hillel Alpert, quien dirigió el estudio.

Y agrega que a pesar de que algunos ensayos clínicos han encontrado que estas terapias son efectivas, los nuevos resultados "demuestran la importancia de llevar a cabo estudios empíricos sobre su efectividad cuando algo se utiliza en la población general".

Los investigadores afirman que es necesario que las autoridades sanitarias encargadas de regular los medicamentos y los productos médicos, "aprueben sólo los productos que han demostrado ser efectivos para ayudar a los fumadores a cesar el hábito a largo plazo".

Las terapias de reemplazo de nicotina, que se venden en muchos países sin receta médica desde mediados de los 90, funcionan suministrando dosis bajas de nicotina -vía una goma de mascar o parches cutáneos- que no contienen las toxinas que se encuentran en el humo de un cigarrillo.

Se cree que estas terapias alivian el ansia de consumir nicotina que siente un fumador cuando está intentando dejar el cigarrillo.


Los detalles de la investigación, financiada por el Instituto Nacional de Cáncer de Estados Unidos, aparecen publicados en Tobacco Control.