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Las 10 cosas que hacías a los 20 años y que ya no haces con 30

Fucsia.co, 29/9/2014

El paso del tiempo y la experiencia nos hace modificar ciertas actitudes y cambiarlas por otras más indulgentes con nuestro contexto y edad. Estas son las diez más evidentes que haciamos con 20 años y dejamos de hacer con 30.

Foto: Ingimage - Foto:

Con los años, las mujeres vamos aprendiendo a querernos y cuidarnos más. A estar atentas de nuestras necesidades y no darnos a cualquier cosa. También nos volvemos más exigentes y menos propensas a dejarnos invadir por la irracionalidad. ¿Nos volvemos mejores? Quizá sí, quizá no. Pero sabemos mejor lo que queremos y lo que no. Lee el artículo La crisis de los 30

Estas son algunas de las cosas que hacíamos 20 y que con 30, de ninguna manera. Lee el artículo Por qué los 30 son los nuevos 20

1. Quedarte en casa de amigos a dormir. A los 20, cuando una fiesta o una reunión de amigos llegaban a su fin, uno no ponía mucha resistencia a quedarse a pasar la noche en casa de algún amigo. Lo más excitante y divertido del mundo, ya que nadie quería poner rumbo al hogar de los papás, con sus exigencias y regañinas. Con 30, da mucha pereza pernoctar por fuera. Más si uno ya tiene su propia casa a la que volver y nadie que le diga: “usted donde ha estado”.

2. Irte a dormir sin desmaquillar. El descuido de los 20 en el cuidado de la piel es algo que no se justifica en los 30. A los 20, las arrugas e imperfecciones son algo de lo que oímos hablar pero que no nos preocupa en absoluto. La altanería propia de la juventud. A los 30, no desmaquillarse es impensable, porque esas arrugas e imperfecciones comienzan a aflorar y se convierten en una realidad.

3. Salir de rumba tres días seguidos. El cuerpo no aguanta las embestidas de la rumba una vez se alcanzan los 30, menos si esta se repite durante tres noches seguidas (incluso dos). El guayabo que con 20 se manifestaba en su mejor versión, con 30 es insufrible.  

4. Beber cualquier tipo de alcohol. Con 20, una rumba es una rumba, y uno bebe lo que le echen. Con 30 eso no pasa. Uno sabe qué le gusta beber y lo que no le sienta bien al cuerpo. También en qué cantidad, porque con 30 uno sabe decir basta y salir con dignidad de los sitios, sin tocar el suelo con otra parte del cuerpo que no sean los pies.

5. Salir de casa sin bloqueador en la cara.
A los 30, uno ya es consciente del daño que ese solecito que con 20 nos alegraba el día y dejábamos pasar sin filtro alguno hace a nuestro rostro.

6. Salir de rumba hasta tarde cualquier día de diario. No, no y no. A los 30 se tienen responsabilidades, y eso de aparecer en la oficina con cara de “qué rumba me pegué” y aguantar toda la jornada queriéndose morir –literalmente- deja de ser una anécdota para convertirse en un suplicio. 

7. Soportar las pendejadas de los tipos. La inexperiencia de los 20 y las ganas de enamorarse a toda costa hacen que uno tolere demasiadas tonterías de los hombres. A los 30, uno sabe lo que quiere, como lo quiere y, por supuesto, lo que no quiere y lo que nunca va a querer. 

8. Ponerte minifaldas excesivamente cortas.
A los 20, uno solo quiere lucir sexy y explosiva, así que, lo que menos importa es la longitud de la falda que elegimos para salir a conquistar, aun cuando esta deja entrever todos nuestros encantos. A los 30, nos volvemos más lógicas y, aunque seguimos utilizando prendas minis, estás dejan espacio a la imaginación, no lo muestran todo.

9. Morirte de tristeza porque tu relación acaba. El desamor pega duro a cualquier edad, pero a medida que uno cumple años, las rupturas se vuelven algo más llevaderas, algo con lo que resulta más fácil lidiar. A los 20, que un tipo te deje es literalmente el fin del mundo.

10. Pensar que cada tipo que conoces es el hombre de tu vida. A los 30 uno si se enamora, pero se lo toma con más tranquilidad, intentando ser realista y vivir el presente. Con 20, la emocionalidad, las hormonas y el hecho de que todo lo que experimentas es una aventura nueva te invade y a cada tipo con el que tienes una relación le pones la etiqueta de futuro marido, el padre de tus hijos y demás formalismos.

Este divertido corto escenifica las diferencias que existen entre las mujeres de 20 años y las de 30 cuando salen.